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marcha hacia la casta, en las riberas del río Negro, encontroríon a Cabañas y a sus hombres.

La experiencia de Walker con la traición en too das sus formas, ie hizo sospechar del guía, sospecha que se confirmó cuando el guia desqpareció A pe· sar de todo, decidió tomar ia ruta indicada, pues sus hombres se alimentaban exclusivamente de bananos, los heridos estaban en peligro, y nodo se ganaría con caminar sin rumbo por los bosques Tomaron las ca· noas de los Caribes y navegaron río abajo, hasta que a unas pocas millas de la costa vieron las señales de un campamento abandonado Quienquiera hubiese estado allí, Cabañas o algún otro, hacia tiempo se ha· bía retirado

Mientras salían de las canoas, fueron atacados por francotiradores Hondureños Lo que los salvó fue la existencia de unas barricadas en ruinas, detrás de las cuales pudieron defenderse Siguió una semana de noches en vela y días sin esperanzas El campa· mento estaba situado en una región de suampos, y los

insectos, los fétidos olores, los interminablec; Ol1lJace–

ros, el sol ardiente, y el incesante tiroteo redujo al pe· queño grupo hambriento a un estado tal de miseria

que la única distn;lcción era un di<.:.oaro ec::prrádirn (11 le

diera en el blanco de un Hondureño Variós de sus hom– bres fueron muertos, otros heridos Walker cayó con fiebre, a la que trataba de no hacer caso Moviéndose

del uno al otro de sus hOTr'brAS d~trá<.:. d~ loc; hnrrira–

das, guiando sus tiros, cambiándolos de posiciones se–

gún era necesario¡ atendiendo a los heridos, hacía lo

que podio, hasta que la fotiga cayó sobre ellos como la niebla Fue con un sentido mezcla de do."'''Ora_ ción y alivio que, nueve días después que la lucha ha·

bía comenzado, vio que dos botes Británicos venían río arriba, manejados por marineros Británicos, con el Ca~

pitón Salmon sentado tiesamente en la proa del bote delantero Como los Hondureños cesaran de disparar,

un marinero saltó del bote, avanzó al campamento, y

entregó a Walker un mensaje El Capitán deseaba que llegara inmediatamente a su bote, dispuesto aren. dir sus fuerzas

La última decisión militar en la vida de Walker fue en ciertos aspectos la más fácii Su voluntad de resistir se hobía terminado El único gesto que hizo a su reputación mientras caminaba hacia el bote era un consciente enderezamiento de hombros y un levan– tar de la frente

Salmon era un hombre grande, con una tez rubi–

cunda y una voz atronadora, casi fa caricatura de su tipo l/Señoril, comenzó, lile exigo que se me entre~

gue inmediatamente"

"¿A quién me entrego?" preguntó Walker. "A un oficial del Gobierno de Su Majestad Y me puede agradecer, también", dijo señalando a los

soldados Hondureños en la distancia¡

II

que ti""ne los

huesos completos en su cuerpo y que sus hombres sal·

gen vivos de aquí"

Algo en las maneras de Salman debe haber des– pertado las sospechas de Walker, pues él repitió su pregunta de una manera distinta "Entiendo que us–

ted dice¡ señor, que mi rendición sería a un represen~

tante del Gobierno de Su Majestad?"

"Sí", dijo Salmon, "a mV'.

"Sajo estos circunstancias", replicó Walker,

H me

rindo a usted, Copitán" Le entregó su espoda y 'u pistola a Salmon, y volviéndose, ordenó a sus hombres entregaran sus rifles y cuchillos a los marineros Britá. nicos Eso fue todo (New York Hera/d, Sept ~8

Oct 4, 1860 Harper's Week/y, Vol IV, p 647) , 'El Y el Coronel Rudler fueron llevados inmediata. mente al Icarus, el resto de los hombres siguieron en otros botes Tan pronto como todos estuvieron a boro do, Salmon ordenó que el vapor procediera a todo Ve. locidad hacia Trujillo AI1Io anunció que serían entre. godos a las autoridades Hondureñas Los hombres de Walker serían protegidos por la bandera Británica, pero el destino de Walker mi'mo y el de Rudler, estaría en manos de Jos Hondureños

Walker al principio estuvo incrédulo, luego, des. deñoso El corresponsal del New York Herald abordó el Icarus en Trujillo, y antes de abandonar el vapor Walker le dictó una corta declaración.

A bordo del Vapar /carus

Septiembre 5, ¡ 860 Yo, por la presente, declaro ante el mundo ci.

vilizado que cuando me rendí al capitán del Vapor de Su Majestad, Icarus, ese oficial ex.

presamente recibió mi espoda y pistola, así co mo las armas del Coronel Rudler, y la rendi. ción fue expresamente hecho en tantas pala· bras a él, como el representante de Su Mojes tad Británica

William Walker

Ese fue su último destello del deseo de sobrevivir, Estaba maduro para la muerte, y lo sabia A los trein· ta y seis años había terminado las posibilidades de he· roismo romántico, los caballeros ondantes deben morir jóvenes El ascetismo le había privado de las mejo· res razones para soportar la pena del fracaso la mu jer y el hijo Sabía que el mundo estaba cansado de él, y él estaba cansado de sí mismo Los Hondure· ños que le llevaron al fuerte que había asaltado no mu cho antes y le pusieron en una celda improvisada, le encontraron cortés y tratable. Realmente no deseaba resistir el fin que podía prever Su única petición fue que se le enviara un sacerdote El sacerdote, entrevis· todo después por Joaquín Miller, contó que Walker le dijo "Estoy preparado a morir. Mi Carrera política

está terminada",

Su principal preocupación fue hacer que el sacer· dote intercediera con el Gobierno Hondureño por la se· gurídad de sus hombres "Yo solo tomé la decisión de atacar Trujillo Ellos no sabían nada de eso", Sentía que era completament6 injusto que el Coronel Rudler compartiera su destino Cuando después de unos pocos días un oficial Hondureño le llegó a comu

nicar que sería ejecutado a la mañana siguiente, pre–

guntó inmediatamente acerca de Rudler, y sintió alivio al saber que la sentencia del Coronel había sido can mutada a un limitado aprisionamiento.

Muchas versiones fraguadas de la ejecución de

Walker aparecieron en los diarios Americanos, inclu: yendo "últimas palabras" que es virtualmente segura que jamós pronunció. Lo que se sabe es que a las

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