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Aniversario de la Independencia.-l e ó n.-Revolución de 1854.-L(ls métodos de un texano para retener sus hombres. -León y Granada hace siglo y medio.-La Catedral.-Igle– sias.-Una visita al Presidente Castellón.-Aspecto de los Oficiales del Gobierno.-EI ex-Presidente Ramírez.-"Chico Díaz".-La sociedad.-La Casa de Gobierno.-Una propuesta. -Patriotismo.-Sillas de montar.-Uuvia en Nicaragua.-Sa– !ida de León.-Galope mañanero.-Paisaje soberbio.-Chi– nandega.-Tiste.-Frutas.-Más contribuciones.-Una alar– ma. - "Cacherula".-Mujeres nicaragüenses.-Preparativos para la pClrtida.-Separación del grupo.-Partida.-EI Viejo. -Muerte de un Mono.-EI Tempisque.-Los "Horrores".-Un Bongo en el Golfo.-EI Patrón.-Embarque.-EI Estero Real. -Paisaje.-Comodidad.-Playa Grande.-Una aventura.-

La Bahía de Fonseca.

La mañana siguienfe desperté al oír va– rias salvas de arfillería, que hacian temblar la casa de adobe hasfa sus cimientos. Era el aniversario de la independencia de los Es– tados Centroamericanos de la madre patria. Uno siente curiosidad en estas pequeñas re– públicas por observar la manera cómo cele– bran su "Día de Independencia". Aquí no había el entusiasmo ni el general regocijo que se observa en los Estados Unidos. En lugar de ver las vías públicas apiñadas con alegres chiquillos, los edificios decorados con banderas, y las mil demostraciones que pro" claman la llegada "del cuatro", apenas ví una procesión religiosa marchando solemne– mente entre gentes contemplativas, de rodi– llas. y un único despliegue militar: una do– cena, o algo así, de soldados cuidándola.

Después del desayuno fuimos a la gran plaza, en donde un grupo de hombres bu– lliciosos, en uniforme blanco, estaban dispa–

rando un cañón que, una y oiro vez, resona–

ba en las angostas calles. Habíamos olvida– do completamente nuestra proximidad al ca– ñón, y enfrascados en la conversación nos acercamos a unos pocos pasos de su boca, c,:,ando un pillastre le aplicó fuego, envol– Viendo a nuestro pequeño grupo en una nu– be de humo y dejándonos sordos por el es– tallido. El dodor les echó una mirada ira– cunda, a la que la muliífud respondió Con

un fuerle: "Vival".

León en 1854, como las demás ciudades de Nicaragua, presenfaba un aspedo lamen– table. En realidad, la ciudad decae rápida– mente, y desde hace tiempo ya ha cesado ±?do progreso. Con las revoluciones frené– hcas que sucesivamente han barrido el país, las n:':ejores residencias de las viejas familias espanolas han sido quemadas o destruidas

al grado que siendo la primera ciudad de la república, no es sino una sombra de 10 que fue ayer. Pasé por una calle flanqueada por arcadas y muros derruídos, enteramente cubierios de maleza y dando el aspedo de unas ruinas precolombinas. En 1823 esta parte de la ciúdad tenía cerca de dos mil ca– sas, que fueron destruídas por el fuego. Los jardines que otrora llegaban hasta el fondo de los solares, están ahora invadidos por hierbas y escombros. No conozco nada más fris±e que el aparente convencimiento con que estas gentes parecieran precipifarse por sí mismas a la ruina política. Sin hacer el recuento de la maraña de revoluciones que desde la declaración de la Independencia en 1821 han tenido lugar en el pals. brevemen– te retrocederé a las causas y principales in– cidentes de la presente.

En Noviembre de 1853 se llevó a cabo una elección presidencial en Nicaragua, sien– do candidaios los señores Fruto Chamarra, en otros tiempos Ministro de la Guerra y perteneciente a la facción de Granada, y Francisco Castellón, un Licenciado de León, sucesivamente Ministro de Nicaragua en In– glaterra y en Francia. Una vieja enemistad ha existido entre estas ciudades rivales, la cual ha distanciado a familias vincúladas por matrimonio, y amargos celos han dado ori– gen a guerras continuas. La elección a que me he referido resuHó favorable a Chama– rra, aunque, como afirman los leoneses, de– bido a fraudes. Al reunirse las Cámaras, Chamarra intentó llevar a cabo varias refor– mas parciales de la Constífución, de tal na– ±uraleza que provocaron las sospechas del pueblo. Se aseguraba que había pruebas de una conspiración de parte de Cas±ellón y sus amigos. Esto fue vehementemente negado

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