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por los demócratas (11. Las circunstancias,

sin embargo, eran propicias pala diciar :me–

didas rigurosas, así que Casiellón y la ma–

yor parie de sus an'Úgos de influencia fueron expulsados del Estado (2). Sé marcharon a Honduras en donde, a los pocos meses, con la a yuda del Presidenle Cabañas de aquella república formaron un pequeño ejércilo in–

vasor, y en Mayo del mismo año el General

Jerez desembarcó en El Realejo y proclamó a Castellón en ese lugar y en Chinandega, en donde, corno iambién en León, el pueblo se declaró a su favor.

Chamarra salió al cam.po inmediaÍa– menÍe, pero fue denoiado en- dos con'1bales y rechazado a su nativa Granada perseguido por las huesies victoriosas de Car<Íellón, en

donde se fortific6 reteniendo sus posiciones

a despecho de los vigorosos ataques de los sitiadores. El esiado eniero, con la sola ex– cepción de Granada, estaba al tiempo de mi arribo a León en manos de los demócraias que tenían esperanzas de que Granada sería tOlnada durante el mes de Septiembre. 101

ideal envuelío en esia lucha, que duró iodo el año de 1854, no era el éxito 'enire los lide–

res rivales sino el predominio ele los princi– pios liberales o derrtocráficos en Nicaragua;

ChaInorro, siendo uno de los hacendados más ricos de! país, ienía corno parlidarios suyos a las familias aristocráticas y al Clero. Castenón siempre fue considerado corno hom– bre del pueblo, pero en caso de haber triun– fado no se hubiera SO'ilÍepido por mucho iíem– po en el poqer porque era débil y vacilanÍe, aunque uno de los políticos más capacitados de la república. Los subsiguientes aconÍeci– mientas ál arribo de Walker, han dado a las cosas un cariz no previsto por ambos parti– do" en los primeros días de la revolución.

E~ eSÍa lucha Honduras abogaba por la cau– sa de los liberales, siendo el Presidente Ca– bañas uno de los más distinguidos dirigen– tes de ese partido. Cosía Rica y El Salvador se constiiuyeron en especiadores inactivos; la primera, embozadamenie al lado de los con– servadores a través de su órgano La Gaceia,

mieniras Guatemala, francamente en favor

de Chan'1orro, no tOl1'1Ó paríe activa, excepio

para desplazar sus agentes secreios en el tea–

tro de la guerra. Más tarde, sin embargo, el General Guardiola (3), con un considera– ble coniíngenÍe de guatemallecos, abrazó la

causa de Chamarra y se enfrascó ac.tivamen–

fe en la lucha. Tal era la posición relaiíva de los estados centroamericanos en 1854.

Durante esta revolución el comercio de

(1) El paltido dCln6ereta era pledominante en Le6n N del E

(2) Soble ei>to3 hechos pueden eonsultnl"'Sc 1tl3 MemodclI liara la IIllItdrla

do la Reloludún de Nicaragua y de la Gue~ra Nac~onal contra los Pilibuste.

ros 1854 a lSá7. por el Llc Jelónimo P61(?e Manflgua. 18liS, pp 9 y 10; y

lu ReAeña Histérica del DI LOlenzo Montdre.r. t VII, p S

(3) El general hondureño Santos Guardio!a. rnful tarde Pre¡;idente de

Honduras

la república se paralizó por completo. Los pocos barcos que entraban a El Realejo y a San Juan del Sur apenas podían operar, l'!"\ientras la v igilancia de 1 a flota demócraia coríaba en el lago iodo tráfico activo con Granada. Con este panorama no sorprende que un estancamiento general prevaleciera en iodo el país. Hasta los pocos esfuerzos agrícolas se desalentaban por el inevitable reclutamienio de cualquier grupo de seis o

rrlás campesinos que se encon:l:rara en una

hacienda. Los ricos se retiraban a sus fun– dos para evitar coniribuciones forzosas y los pobres sufrían perennemente la amenaza de ser enganchados en el ejército. Ninguna consideración se tenia a la propiedad. Al arriero que era sorprendido por las tropas de cualquiera de los partidos Se le privaba de sus anÍlnales y él mismo era reclutado a la fuerza y llevada al cuaríel más cercano. Po– cos días antes de mi anibo a León se había enviado una escolla a la hacienda de un nor– teamericano de Texas, con el p1 apósito de prender a un grupo de nativos allí congre– gados para mole,' caña. Al saber el objeto de la visita. Sam reunió a toda la peonada en su casa de adobé y iomando su rifie, se colocó al frenie de la puerla. El iefe llegó y le exigió la entrega de los hombres. Sam le advirlió que al primero que traspasara el patio lo mataría. El oficial reconvino, Sam per.maneció firme y con tal mirada de reso–

lución, que la escolta, finahnen±e, se retiró)

y el capítán al informar a Castellón, le dijo:

"Con esÍos americanos no se bromea!". Y

estaba seguro de que Sam hubiera hecho fue–

go. "En ese caso", dijo gravemente el Pre–

sidente, "Uq. hizo bien en retirarse. Son hombres muy violentos éstos americanos".

Poco más o menos veinte nor±eamerica–

nos estaban participando en los dos ejérci– ios coniendientes. A los de la causa de Cas– tellón nunca se les pe1mifió colaborar en una

cq.rga o en un a±aqu~; su pericia era fenida

tan en allo, y su estimación corno rifleros era ianta que no se les exponía en campo abier– to. La punfería de tiro adquirida por algu– nos de estos auxiliares se convirli6 en objeio de gran admiración, y hubo sobornos en am–

bos bandos para asegurar sus servicios. Ha–

bía también italianos y franceses empleados torno artilleros y rifleros. La regi6n allende Granada y la parie Norie de León eslaban in– festadas de guerrillas y de cuerpos de explo– radores que mantenían a los habitantes en consianie estado de alarma. Jamás había sufrido Nicarágua ianias desdichas corno en este tiempo.

Los cimientos de la presente ciudad de León fue10n colocados unos ochenta años después de que se abandonó la vieja capifal fundada por Francisco Hernández de Córdo– ba en 1523. Las ruinas de la vieja ciudad compitiendo en aniígüedad con Granada, aÚn pueden verse cerca del lago de Mana-

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