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ñana, cuando el rocio está todavía fresco en las hojas de los plátanos y los empedrados de la ciudad no han recibido el calor del sol. Nada puede superar a las sensaciones del madrugador cuando sale y se encamina con el aire fresco, hacia la Plaza, o si le agrada la emoci6n, cuando va a algún sitio rec6ndi– to, fuera de la ciudad, y se agrega al grupo alegre que chapotea en las locas aguas del río. De allí se puede ir a la cumbre del Za– pusuca. (1) al Noroeste de la ciudad, desde donde se dom.ina Comayagüela y las vegas del Río Grande. Al regresar, una taza de café o de chocolate, y luego dar un paseo o deleitarse con un libro, o con La Gaceta de Guatemala, hasta el desayuno. Este liene lugar alrededor de las diez de la mañana, aunque a menudo se demora hasta cerca del mediodía.

El almuerzo consiste comúnmenle de arroz cocido y frijoles, ensalada, pan, mante– quilla y queso, tortillas, café con leche y fru– taS y mienlras permaneci en el país rara– me'nte varió. En la cena se sirve sopa de fi–

deos, carne asada, ensalada y muchas de las legumbres que en los Estados Unidos Son co– munes. Además de esto, hay "carne de

olla", picadillo de carne, con aceite, arroz y

plátanos, "hígado", salchichas fritas en man–

teca y con ajo, nacafamales. carne cocida,

caldo y por último, arroz cocido en mante– quilla y chiles. Las "verduras" acompaña– miento imprescindible, son los plátanos, pe– dazos de ayote y repollo. Estas son las vian– das sólidas y corrientes en el país, pero hay, a menudo, sopa de pan y una mezcla de arroz con legumbres cuyo nombre local se me ha escapado. Este es el menú usual en el interior de Honduras. En la costa, a juz– gar por un relato dado por Henderson, Pág. 134, es más variado y quizás igualmente su– culento. En una comida se sirvió a un gru– po de ingleses: gelatina verde de tortuga, manatí en salsa curry, sopa de galápago, pastel de carne de lora, venado asado, pecari ahumado, conejo cocido a la india, hicotea estofada y gelatina amarilla en eaparacho. El autor agrega más abajo:

"Nec sibi canarum quivis temere arroget

lartem, Non prius exacta tenui ratione saporum".

IHor. Sato

El descontentadizo extranjero hallará po– e?s licores en cualquier parte de Centro Amé– nea. Los vinos, por lo general, son una bur– la a su nombre. En los días de la domina– ei.ón española. el cultivo de la vid se prohi– bIÓ y desde esa prohibición dictada por la madre patria, la vid no se ha vuelto a impor-

(1) Dice el Dr Membieño que ZapUIUCIl 8e llama el "cello situado al

tl(!;¡le de In ciuuad de TcguciIl"nlpa. y al pie ue] cual está la población Si¡:_ III ca t!n mejicano "lugAr de tierlR de :wrro3" Se compone dé tlRlIi, ticlra,

POCOI1I, :::ono. y tlln, lua-a}"" Nomb'rctl I'coa-ráfJcos indÍlten.8. p 116

faro Los vinos consisfen, en su mayoria, de

imitaciones baratas traídas de Belice, Truji– 110 o de la Bahía de Fonseca adonde llegan barcos ingleses e italianos. El St. Julián Me– doc, el Jerez. el ChaInpaña y una variedad de mezclas etiquetadas Elixir d'Amour y con otros nombres parecidos se encuentran en las tiendas. El "aguardiente" del país es quizás el licor más inofensivo que Se pueda tomar en Centro América. Los médicos, ex–

±ranjeros y nativos, recomiendan su uso cuan..

do se viaja. Este, generalmente, Se pone en

la mesa durante las comidas, en una peque..

ña garrafa de vidrio y sirve como pousse– café.

El chocolate que se prepara en la Amé– rica Central es algo parecido al que se im– porta desde México, pero el método de pre– pararlo es diferente. Después de un viaje

en un día caluroso, no conozco nada :más

confortable y al mismo tiempo más delicio– samente agradable, que una taza de choco– late de Honduras. Ordené que me fabrica– ran una caja especial para llevarlo fuera del país y tomé debida nota de c6mo es que se prepara. Primeramente se pone a secar una libra de cacao en grano; se le tuesia tenien– do cuidado de agitarlo de cuando en cuando hasta que la cáscara cruje; después se quita ésta frotando los granos enlre las manos. Luego se le muele en el metaie, igual como si se prepara maíz para tortillas, reduciendo la sustancia a una pasta oleosa. Poco a po– co se agrega a ésta como una taza y media de vainilla. con suficiente canela en polvo al gusio de la persona que lo prepara. y por úllimo se le añade azúcar si se quiere. Cuan– do, por el continuo movimiento todo queda reducido a una masa espesa, se la derrama haciendo pequeños panes redondos que. des– pués de que se endurecen, cada uno de ellos dá dos tazas ordinarias de chocolate, simple– mente disolviéndolo en agua hirviente y cre– ma. La parte superior de la taza se cubre con una espuma fragante. Los vapores que viajan entre San Francisco de California y San Juan del Sur, han traído últimamente excelente calidad de chocolate de Nicaragua. pero nunca había paladeado yo nada igual al que se hace a la medida en el Oriente de Honduras.

El pan blanco, en pequeños bollos, se vende en las esquinas de las calles o se deja a la puería de las casas por un panadero que en pernetas, anda ambulante con su provi– sión sobre la cabeza. Las tortillas son prefe. ridas por todos y se encuentran calienies y humeantes en toda mesa. Durante la cua– resma los devotos católicos se abastecen de ostras de la Bahía de Fonseca, de donde las traen en sacos a través de las sierras, y se venden por libras. Estas ostras se comen con papas.

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