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Preparativos de viaje.-Caballeros.-EI Puente.-Escenas en el rio.-Modales en público.-EI juego.-Mendicidad.-Sas– trería.-Cabañas a caballo.-Una visita al Cuartel.-Acade– mia Literaria de Tegucigalpa.-Un examen.-Baile en la alta sociedad.-Un bautizo.-Una visita al Cuño.-Una guerrilla en Honduras.-Pescando en el Río Graride.-Encuentl'o con un norteamel'icano.-ArquitecturCl.-Mobiliario.-Las mujeres de Honduras.-Cambiando elogios.-Diversiones públicas.–

Juego de gallos.

Los preparativos de un VlaJe en Hondu– raS se atienden con todas las ceremonias de los viejos tiempos. El asunto se discute por una semana y el novato, después de saber que la proyec±ada partida será la mañana

siguiente, ve al supuesto viajero una semana

después vagando todavía por las calles o me– ciéndose tranquilamente en su hamaca, y al fin se convence que proponer y hacer son co– saS enteramente dHerentes en Centro Améri– ca. Una persona que tenga intención de via– jar a un lugar distante del país frecuente–

mente demorará su salida varias semanas por cualquier cuestión insignificante, corno

un "día de fiesta" o por esperar a un amigo que le acompañe en el camino.

Varios salvadoreños dispusieron salir cierto día para San Miguel y deseando yo en–

viar allá varias carias, me apresuré a escri–

birlas y sellarlas a la hora debida, para en– tregarlas al animado gl upo, CU Vos movimien– tos indicaban que saldrían temprano a la ma– ñana siguiente. Dejé mi paquete y cambié

un formal "adiós" con todos ellos; mas, al

día siguiente los encontré platicando indife–

rentes en diversas "Hendas" de la ciudad.

Cuatro semanas después decidieron por fin salir, habiendo oCl.l.pado el ínterin en hablar sobre el probable estado del camino, la últi– ma revolución y el tiempo.

Una mañana muy temprano, cuando re–

gresaba de tomar un baño refrescanie en el

río, observé que había un rrtovimiento inusi–

lado en la "Calle de la Concepción", (1) Y al aproximarme ví a mis amigos ya monta– dos y lisias para emprender su viaje. En la puerta de un Henda estaba el canoso don

P ., viendo el cortejo. Un grupo de hol– gazanes, atraídos por el ruido de las pisadas de las cabalgaduras en los empedrados, se pusieron en todas las aciitudes a contemplar la escena de los preparativos. Una docena de mujeres vestidas con trajes ligeros y cu– biertas con "mantillas", atisbaban ansiosa–

mente desde las ventanas circunvecinas y

cambiabn silenciosos adioses con los amigos --

e

(1) Debe ser la mislna que nctualmente se conoce con el nombre de !lIJe Real o segunda avenida de ComayagUcln

o novios que partían. Las estrechas aceras se hallaban repletas de personas conocidas, casi ladas fumando sus cigarros y en marca– do cOlttraste con una escena similar entre franceses, donde el ruido hubiera sido ensor– decedor. Aquí todo era sosegado y apaci– ble. Había ocho caballeros, cada uno mon– tando una andadora, que valdría por lo me– nos $ 150.00. Los arreos eran de plata y va– rias bridas y gamarrones tenían de adorno chapas de plata virgen martillada, sosteni– das por correas de cuero. Cada quien, al montar, lo que hacía de un solo impulso y con la mayor gracia, se pavoneaba por la calle un momento par demostrar el brío de

su anhnal; inclinarse ante las damitas; luego se col,?caba su "sarape" eeñidamen±e alre–

dedor del cuerpo pero sacando una 1nano Cerca del pecho para permitirse el libre uso del cigarro encendido, uniéndose después al grupo de los demás jinetes.

No hay gerde que monte a caballo me– jor que los hondureños, obligan a una mula a ande,r con paso gracioso y agradable, cuan– do un noVato apenas sería capaz de hacer que la bestia lo llevara sin provocar una car– cajada general. Cada jinete Hene su sirvien– te de viaje, que monta en un "macho" fuerte y sigue a su 51no cual otro Sancho Panza. Cerca de una hora transcurrió en el cambio de saludos y de frases de "buen viaje", cuan– do a la voz de un joven enérgico y vivaz, al parecer el jefe del grupo, salieron iodos des– pacio fuera de la ciudad, cada uno empeña– do en exhibir algún rasgo peculiar de su equi– tación, en el cual el sable brillante o la fun– da adornada de plata de la pisiola, se veían parcialmente, protegidos en los pliegues del sarape. Bailar y monlar bien a caballo es parte de la educación en Ceniro América, no sobresalir en 51nbos deportes es la excepción a la regla.

El panoraTIla que se contempla desde el puente que cruza el Río Grande, es intere– sante para un extranjero. Desde alli se pue– de ver un poco de la vista de Tegucigalpa. La mayor parte de las frutas y provisiones de las montañas circundantes y de los llanos ba-

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