This is a SEO version of RC_1965_01_N52. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »Se quedaban sentadas cuando los VISI– tan±es entraban, pero correspondían gentil– mente a los saludos de iodos. T ayuda– ba en el cumplimiento de las un tanto ridí– culas formalidades. En el centro de la sala había una ntesa con dulces, vinos, chocola– fes y debidas frias y del cielo raso colgaba una araña de luces, que había sido prestada, especialmente para el aC±o, de un vecino aco– modado que la había traído de Trujillo. Terminada la ceremonia de las presentacio– nes, los caballeros se agruparon a un lado y las damas a airo, y, desde ese momento has– ±a que principió el baile, hubo una esiricla separación de sexos. Cada grupo mantenía entre sí animada conversación, entremezcla– da con sonoras carcajadas y el único medio de comunicación entre ambos gnlpos era por telégrafo ocular, y los instrumentos: los aba– nicos y los ojos relucientes. Se repartieron cigarrillos y puros, con los cuajes se había formado una piráxnide en el centro de la me– sa. Los cigarrillos de papel eran preferidos por las damas, quienes los sostenían entre los dedos preciosos ntieniras los fumaban; ni una .tan sola vez lo romántico del acto se afeó con una expeC±oración.
Después de ntedia hora de esiar así, el dueño de la casa, aciuando corno su propio sirviente en unión de varios mielllbros de su familia, con bandejas de plata llenas de co– pas de chantpaña obsequiaba a la concu– rrencia, cosiumbre ésta que sientpre es pre– ferida a la inconveniencia de emplear sir– vien±es, cuyos pies descalzos y sus maneras torpes, desdoraban de seguro la brillaniez de ioda reunión. Corno es contún cuando de champaña se iraia, la deionación al descor– char unida a la charla, convi±rió luego la sa– la en un barullo. La señora R. z fue in– vitada por numerosos adrniradores para que cantara. Un señor bardgón, esirafalaria–
menie vestido, cogió una guitarra, se senió
frente a la dama y después de unos punteos preliminares, comenzó el canio.
Esie era el mejor que hasta entonces ha– bía yo oído en el país, pero siempre con el fono lenio peculiar de las voces de los can– ian±es ceniroantericanos. La tendencia de los hispano-antericanos a lo sentimental iras– pasa los lintites de la melancolía, la mirada, el 1Imbre iodo es decididantenie pesaroso, desconsolado y ±risie. Nunca escuché una canción alegre en Centro América a no ser entre las genies cantpesinas. Si esio se debe a la consiguiente depresión en que vive el Estado por Jos asunios políticos, nunca pude saberlo. Hacía faHa cultivo en iodos los in– ±en±os ntusicales que había oído, hasta en los mejores. No faltaba gusto, pero para los ex– tranjeros, el estilo es un tanto desagradable. La canci6n fue vivanten±e alabada y aplaudi– da Canto si fuera un concierto público, y iodo el mundo vitore6 fuerte. Mien±ras tanto, la
muchedumbre de los descantÍSados atisbaba, sin cortapisas, a través de las rejas de las ven– tanas y se unía en. los aplausos con requie– bros claramente perceptibles, como: "¡Qué
hermosa' ' '. "¡Qué voz más pura!" Yr de
cuando en cuando, se oían grifos de aproba– ción. Esta actitud de pararse a las puertas y ventanas es aqui prerrogativa de las mul– ti±udes.
La esposa del General Morazán (11 ±oc6 una selecci6n de Linda en un piano Coulard
& Coulard y cuando cesaron los aplausos, se despej6 la sala para el baile. Ya para en– ±onces las aprehensiones del principio empe– zaron a desaparecer ante los efecios del champaña, y el Padre Ugarte (2) "hombre– cillo de Dios. rechoncho, gordo y zalantero", se sentó al piano y toda la concurrencia se dio luego a ese placer que para la raza his– pana constituye una segunda naturaleza: la
danza.
Si las formalidades de la conversaci6n habían intpartido un es:lirarnien±o a la esce– na hasta estos ntOlnen±os, cierto es que nun– ca ví una ntul:li±ud más alegre confundién– dose en los remolinos del animado vals. Es muy raro enconirar entre las ntuchachas ceniroEllnericanas alguna que sea indiferen– ±e al baile. Por lo general son todas sueHas, naturales y flexibles en sus movimien.tos; danzan. con un garbo augusto, I"\1.ajes±uoso pero a la vez animado, sin la menor ±enden.– cía al salio. Los hombres, con. pocas excep– ciones, también. bailan bien. Siguieron des– pués los coiillones y, en realidaq, iodos. los demás bailes de moda elccép±o las polkas, que aún no habían llegado al país.
Durante la noche varias ve<!:es fui agra– dablemente sorprendido al esclichar varios valses del día, brillantemente ejecutados por las damas. El único ntaestro de música en Tegucigalpa eS un alemán, sumamente es– timado por sus alumnos. A medianoche, cuando el baile decayó y las forntalidades llegaron a deInos±raciones afectuosas debido al efecto de los refrescos en varios de los ca– balleros ntás entusiastas, dejamOs a nuestro digno anfitri6n, a su señora, y a l(¡ls digna±a– rios nacionales allí presentes. Ya lo más granado de la concurrencia se había retira– do. Tarde de la noche lleg6 una banda de músicos, y como el cielo estaba estrellado, anduvo hasta el amanecer por las calles, in– quietando a todos los perros de la ciudad
(1) Parece que IIC! ldiele R Dñn. Cnrmen Venerio, IMpo:!a de D. Fran– decll Moraz:í.n hijo, n quien WeHa llama Gen~ral Pero no ee p'ued~ excluir In p05ibiUdnd de que por "(¡ucllos dlnll se encontrarn cll Tcgl,lell1t\lpa Dita lllin in Josefa LtlsUri. vhlfln del Gemera) Fr.o.nclsco l'tIorallñn, 7 lJarl~nte de
lo~ Lrndizábal
(2) El Padre Sime6n Ugortc llorlcnccln a una familia de músicos, en la que soblesalieloll BUS hCrmalt03 :MIguel y Felipe. Fue Secretario de IR Universidad en 1863 Siendo Cura de Ojojona falleció en Tegucigalpa a fines de Abril de 1876 V Apuntu por D Manuel U¡rarte, tnédiwll en po–
der de D Manuel Díaz Uaarte
-89-
This is a SEO version of RC_1965_01_N52. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »