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La gran erupción del Cosigüina.-Fenómenos en el inte¡'ior de Honduras.-los volcanes de Centro América.-Erupción del "San Miguel".-"Minerales de Plata".-Preparativos de via– je a Olancho.-La región aurífera del Guayape¡ su accesibi. lidad.-Obscuridad.-Cuentos fabulosos.-Resultados favora– bles con el Gobierno.-Ho! por el GUClyape.-Partida.-Ca– balgata.-Reclutando soldados.-Río Abajo.-Otra vez el Dr. don Guillermo.-Cofradía.-Camino a Talanga.-Una fiesta

en Talanga.-San Diego intoxicado.-Las Cuevas.–

El árbol de la pimienta.

Entre los muchos e interesantes informes que obtuve de mi amigo Lozano estaba su relato de la famosa gran erupci6n del Cosi– güina en 1835. En toda esta secci6n del país, aunque a muchas leguas de~ ,,:olcán, las montañas temblaron hasta sus cImIentos,

y se sintieron fuertes sacudidas ocasionales; las gentes repentinamen~e sufriero:, ná~seas

mientras el aire se cubrla de cenIzas bnas, tantas, que parcialmente obscUl:ecieron el sol y los lejanos rugidos y exploSIones en la

gr~n cadena que costea el Pacífico. Muchos creyeron que había llegado el Juicio Final. En las paries alias de Honduras, sin embar– go, las sacudidas no se sintieron como en las otras secciones de Centro América. Ante– rionnen±e, al cruzar por las lTIontañas se me había mostrado un río que corría hacia la bahía de Fonseca por un campo otrora fériil y ahora desolado a causa de los enormes rnontones de ceniza arrojados por el volcán. Las explosiones se oyeron de parie a parie en el continenfe y las cenizas llegaron a una disfancia de varios cienfos de millas.

El Señor Lozano me dijo que por fres días consecutivos el aire esfuvo lleno de un polvo impalpable que enfraba por fodas las hendiduras y griefas de las casas producien– do una sensaci6n sofocanfe. A las fres de la farde de los días del 20 al 22 de Enero de 1835, la obscuridad cubri6 fado el interior de Honduras (1) Y era fal que las luces de las

velas que estaban en mesas arrimadas a la

pared, apenas podían ser distinguidas por una persona colocada en el cenfro del cuario. Las comidas se servían a la luz de candela– bros. Los pájaros, afemorizado.s por la. obs– curidad, volaban alocados haCIa las CIuda– des y se lanzaban confra los muros de las casas encontrando la muerie. En las aldeas los venados y afros animales salvajes corrían en las tinieblas cerca de las viviendas de los hombres. La más grande consfernación se apoder6 de la genfe. Los esfruendos del vol-

(1) Con relnd6n a. este fen6meno l'JUede consultarse la obra de Víctor

Miguel Dfaz tituludll Conmociones terrutres en lB América Centrnl, DP 131

o. lGO.

cán se oyeron claramenfe en Guafemala y

las vibraciones alcanzaron hasfa México. En las secciones más apartadas del país, las de– fonaciones intermitenles del volcán se toma– rOn como descargas entre ejércifos confen– dienfes.

".lCree usfed, -le dije al narrador- que el Cosigüina vuelva a hacer erupción?".

"¡Quién sabel", me respondi6 don José María encogiendo sus hombros y dando un chupelazo a su "cigarro". "El volcán no po– drá aguantar una J;lueva erupción sin desha– cerse completamente en pedazos, pero aquí creemos que en su gran esfuerzo quedó ago– tado para siempre".

Los ruidos más fuertes, jamás oídos an– tes por el hombre, fueron los rugidos del Co– sigüina duranfe dos días y sus noches!

Los cenfroamericanos fodavía ven con desconfianza al Cosigüina y abrigan menos femor de viejos, fmniliares, mejor parlados y más pequeños volcanes, como los de San Mi– guel, Conchagua y Omefepe. Durante los últimos diez años solo ha habido unas pocas erupciones en Cenfro América. Los volca– nes, que en larga fila se yerguen contra el cielo y son mojones para fado viajero en to– da la exfensión de la cosia del Pacífico, pa– recen estar definitivamenfe extinguidos. Con la excepción del ferremofo que en Abril de 1854 desfruyó la ciudad de San Salvador, y de unas pocas sacudidas de menor cuantía experimentadas en afros lugares, la activi– dad volcánica ha dado poco o ningún moti– vo de alarma. Las erupciones casuales en Gualemala y El Salvador pocas veces han si– do de serias consecuencias. Los volcanes ca· nacidos como Volcán de Agua y Volcán de Fuego se hallan enfre los más elevados en Cenfro América, el úliimo, al Sur de la ciu– dad de Guafemala. todavía emife llamas Y

humo. Algunos bien conocidos surgieron re– penfinamenfe de superficies planas, hecho que aún recuerdan en El Salvador varias pero

sanas.

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