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« Previous Page Table of Contents Next Page »gradual. Desde Cofradía el panorama es excelente: la IVrontaña de Las 1IIloras rodea el horizonte hacia el N. N. E., Y la de "Cantoral" hacia el N. O. La primera Se denomina así por la gran cantidad de moras que hay en ella durante la época de cosecha. Anies de trepar por la montaña e inmediatamente después de que salimos de Río Abajo, vadea– lnos el Río en el paso "Hernando López",
punio donde, según se me informó, se ha–
bían ahogado nmchas personas al haiar de cruzarlo.
Llegamos a la casa de ]a señora Soio, que es la mejor del lugar, y al ofrecerle unos pocos "reales" la señora mandó por leche y pollos, que comimos con deleite. Aquí ví la planta de "chichicaste", una especie de legu– lninosa. el Mocuna pruriens. Cerca de la casa había unos pocos arados rústicos y otros instrumentos de labranza, pero todo estaba ocioso y, al parecer abandonado. Allá lejos en una colina desieria pude divisar dos for–
mas humanas, pero con estas excepciones no
había señal de vida, salvo unos pocos niños enflaquecidos. Los espesos y susurranies pinares cerraban la vista hacia el Este y el
Norie. La sensación con que uno se mueve
á. iravés de estas monótonas soledades es de iris:leza indescriptible. La hierba es baja y el con:lrasie enire la florida riqueza de las :lierras calien:les de Nicaragua y esias eleva– das regiones es bien marcado y sorpren– den:le.
Al dejar la pequeña alelea continuamos nuestro calnino rumbo al Noroeste y después de viajar dos leguas, a través de un aparen– :lemente interminable laberinto de montañas empinadas, llegamos al Río Grande. Lo
cruzarnos y arribamos al pie de una intere–
sante colina de piedra caliza que, irguiéndo– se como los escalones de una cadema de
Inontañas _en miniatura, fonnaba tina bella
fortificación naiural. 1:1 camino la circun– vala gradualmenie, siendo del color y de la consistencia del yeso brillaba a los cí;mden:les rayos del sol como si recientemente hubiera sido pintada de blanco, era difícil verla fija– mente por un lnomenio. El paso de las mulas ha hecho una serie de gradas tan re– gularmente rnarcadas, como si hubieran sido cortadas artísiicamente. Desde su cima contemplarnos más allá las "Montañas de
los Ranchitos", hacia el Este, con sus CUIU–
brea distantes delineadas perfectamente con– :Ira el éter azul.
Hay una bajada suave en la colina antes de subir a los arrogantes picos. L... hizo un bosquejo de esto, corno iambién de una inte– resanie roca que corona el Cerro de Teuste– rique, por el cual pasamos a una legua de andar. Aquí hay una cueva cons:lruída, al parecer, por una raza ya ex:lin:la. Las pie– dras de granito se hallan colocadas regular-
mente como si fuera por manos de arquitec– ios. Den:lro de éstas hay bloques cuadrados y iodo está cubierto de musgo. La parte exterior se halla densamenie cubierta por lianas y arbustos. Ninguno de mis mucha– chos sabía de su origen ni si se había hecho investigaciones al respecto. La dificultad del ascenso y la falta de tiempo me impidie– ron darle la debida atención. El inierior es– tá frecueniado por numerosos murciélagos que han mordido gravemenie a algunas de las mejores mulas de la región. Una legua adelante cruzamos una corriente rápida y cristalina llamada "Río Zorrillo". Las aguas ruiilantes dan un mentís a su nombre, fluye del noroeste y desagua en el Río Grande". Las montañas de "El Ranchito" todavía se dejaban ver. Al otro lado de ellas se extien– de el llano de Talanga, en el que se asienia la población de ese n.ombre. El terreno in– termedio es de fonnación granítica y piedra caliza, intercalada con una piedra color rojo que fácilmente se desmorona en pequeños 1rozos cuadrados. Lo abrupto de ]13. colina, sin elnbargo, en muchos lugares las ha ex– puesto a la acción de las lluvias que, des– prendiendo las substancias blancas, forma franjas grandes y secas que brillan desde le– jos sobre el caliente y silencioso suelo. La serranía está escasamente poblada con pinos
'1 robles.
Una vez que atravesall1.os estas serranías
del "Ranchito" vimos en frente el gran valle de Talanga. El descenso es abrupto y es– carpado. En iodas direcciones vimos mu– chos pinos caídos cuyas raíces todavía con terrones de arena y caliza penetran apenas un pie en el suelo, que es poco profundo. El catnino, alrededor de un promontorio o es– po16n de la montaña, ofrecía una vista bella del valle extenso y fértil, todavía húmeda por las recientes lluvias. Seguimos por una fangosa senda a 10 largo de la Quebrada de Talanga, llamada también Río Salado. Es uno de los afluentes del Sulaco, que desem– boca en el Humaya.
El camino que hasta entonces era por
"cuestas", duro y árido, era ahora lodoso,
pesado y obstruído por raíces y plantas ras–
±reras La vegetación torna una apariencia
exuberante y el limo negro alimenta a miles de plantas de verdor brillante e infinidad de atractivas flores. A la izquierda bordeando el camino, pantanos impenetrables por sus densos maiorrales, y a la derecha ásperos bosques. Nos cogió la noche en estos loda– zales desesperantes a pesar de haber acele– rado nuestras cabalgaduras. El zmnbido de miríadas de insectos y el ruído de los reptiles nocturnos llegaban claramente a través del aire. Por último, empezamos a ver lo que en la obscuridad no parecía ser un claro y nues– iras mulas resbalaban y caían en el lodo y resoplaban ansiosas ante la perspec:liva de
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