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« Previous Page Table of Contents Next Page »siones se le da el nombre de Dios. En otras, de Cultura. ,30uién tiene el derecho de re– zarle a Dios si no ha trabajado con sus ma– nos? ,30uién merece la cultura si no ha aprendido a trabajar con sus manos?
Juan Ramón no hubiera estado de acuer– do conmigo, ni tampoco los demás poetas
que yo he conocido, con la excepción, posi–
blemente, de Roberi Frost. Pieter Breughel el Viejo, yo creo, también hubiera estado de acuerdo conmigo. Pero al fin y al cabo él era pintor, y usaba sus manos de una mane– ra extraordinariamente fértil. Juan Ramón era enfermo y podemos disculparlo por no haber trabajado con las manos.
Trabajando tercera parte del tiempo
con sus manos
Pero los del Zamorano, son símbolos de la misma clase de cultura que es, yo creo, la mejor para cualquier pueblo que quiera per– durar al través de los siglos -trabajando al menos la tercera parie del tiempo con sus manos, y de preferencia en contac±o con la Herra.
"Los humildes heredarán la tierra"
Desde la altura de mis años y mirando hacia atrás, pu",do darme cuenta, con grati– tud, de las costumbres y de las inspiraciones con que contribuyeron mi padre, mi madr"" lps maestros en la escuela, y muchos otros. Dos o tres sobre"al",n en :mi memoria por el
entusiasmo que me com.unicaron; el deseo 4e
alcanzar nuevas cosas. Os invito a pensar en esiás personas. Ellos han puesto algo precioso en vuestro poder. Por espacio de aproximadamente medio "iglo vosotros mis– mos tendréis la oporiunidad de pasarles a otros lo que Zamorano les ha brindado. Nunca se sabe con quiénes se producirá una chispa. Nunca podrán Uds. pagarles direc– tamente a aquellos quienes les han ayuda– do. Y aquellos a quienes Uds. ayudan o ins– piran, nunca podrán pagárselo en la misma moneda, al menos que sea en forma de mo– neda espiritual. Todos le servimos no sola– mente a una cadena infinita de humanidad, sino aún más allá, a lo que Daría llamaba Dios. Todos, como dijo San Pablo, somos miembros el uno del otro. Puede que nues– tros antecedentes sean humildes, como los de Rubén Daría, pero no olvidemos que aún
~uando vengarnos de la nación más peque– na, el Rey David dijo: "la piedra que dese– charan los edificadores ha venido a ser la piedra angular". Cristo dijo que "los humil– des heredarán la tierra". Y D~vid dijo, res-
pecio a los hU:mild",s: "se recrearán con abun-dancia d", paz". "
La paz que trae consigo la abundancia, y que tanto anhelaban los profetas, puede
ser nuestra. Con nuestros conocimientos
lTIO–
dernos sobre la economía y la tecnología la abundancia debería significar paz, y la paz debería significar abundancia. Pero la eco– nomía, la tecnología, las práC±icas de pro–
ducción, y los conocimientos de rnercados no
son suficientes. La Alianza para el Progre– so es buena, pero no basta. Necesita de to– do nuestro tal"'nto. conocimiento, determina– ción, y capacidad si la América 'Tropical ha de alimentar en 1983 el doble de su popla– ción aC±ual, sin destruir los suelos, y sin los conlinuos l",vantamientos violentos y deses– peranzados de los pueblos que se destruyen
a sí mismos en su dolor.
Cálidos corazones, cabezas sensatas,
manos activas
En Zamorano, se han aprendido virtu– des fundameniales: el desarrollo de la buena salud, de cálidos corazones, de cabezas sen–
satas, y de manos activas, se han conver±ido
en una segunda naturaleza. Un poeta poco conocido, E. R. Sill, lo sumarizó todo en for– ma típicamente anglo-sajona cuando escri– brió,
"Mañana y farde y noche,
Mañana y farde y noche,
Mañana y -Qué'?
La canción vacía se repite
Sí, esa es la vida, haced esia mañana sublime,
esÍa tarde un salmo, esfa noche una oración,
y conquistáis al tiempo y ganáis vuestra corona"
Wilson Popenoe, Sam Zemurray, y la se– ñora Doris Stone, han aporiado su magnífica contribución. /Yo creo que lo que han cons– truido es superior a lo que habían soñado, y que los del Zamorano harán iodo lo posible para afrontar los problemas fantásticamente graves que vendrán mano a mano con los extraordinarios dolores de crecimiento que tendrán los Trópicos durante los próximos
20 años. Yo tengo fé en que empleando la pericia anglo-sajona, la perseverancia del in– dio, y el espiritu español, se creará una Amé– rica de la cual Rubén Daría se hubiera sen– tido orgulloso. Será algo único, gozoso y bello.
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