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« Previous Page Table of Contents Next Page »Los b:t;indis prosiguieron Se bebió y se habló de lodo, luenos del asunto principal Los padres de la Pah ia, que jamás abrían la boca en las sesio– »eS, aquí sí hablaban como cotorras al calor de la embriaguez Luego pasaron a devorar un panta– gruélico almuelzo que duró luás de ires horas Atardeciendo, dispusielon ir a la mina. En lle– gando, vieron a los habajadores en Iila, ya afuera de las cavernas Lástima Porque denh o de ellas esfaba lo peor del drama Rodeando a los ±laha– jadO! es yacían sus mujeres y sus niños, escuálidos
y pensativos, hechos una irenza de silencio Obser– vando con cuidado, se hablÍa descubim1:o la presen– cia de numerosos malasie±es disfrazados de mine– lOS, encañonando a los quejosos ¡ ay del que ha– bla! a mal de los patrones!
"El Amigo de los Pobles", en vez de acercmse
1:1 la masa sudorosa y esforzada para hablar diret:– ±al'nen±e con ella, dio en considerarla como la Inul– ±iiud pl opicia al discurso:
__"Hemos venido ante el reclamo de usledes a favorecerlos en fodo 10 posible porque somos los verdaderos hombres del pueblo. Pero ustedes no se lo merecen; no 1 econocen lo bueno que son estos señoles (señalando al gerente y demás directivos). La Compaíiía hace un verdadero saClificio pma pa– galles a ustedes más que a los chapiadores de la Costa Norre, más que a los can1.pisfas del Sur y más que a los indios de Intibucá y todavía se están quejando ¡babosos! "
y lo que el padre de la Patria, en su olímpico disgus::'o, Iue pronunciando enseguida, es para no repe:l::irse, y sólo podemos :l:raer al recuerdo el perío– do final de su disculso, el mismo que cien veces ha– bía espetado a sus adversari.os durante la cmnpaña electoral Por cierlo que le había costado un mun– do plepmarlo y aprendérselo de rnemoria, y es±a vez no iba a perdelse de declamarlo anie los hombres
1 ubios, porque éstos eran desde ya sus grandes be– nefactol es:
-"La palda es como un organismo Ese orga– nismo 10 componemos fados Pero mientras unos somos buenos, ofros son pícaros e ingra.tos No les gusta trabajar Sólo viven pidiendo mejm salario para seguir panza arriba Ustedes son los parásitos de la nación Son los piojos de la pairia, y pronto les va a ca81 el peso de la ley por insubOl dinados" La furia del orador cobró contornos at81radOles. Su rostro, su feo rosiro de charol, se fransfiguló, lle– gando al color ceniza Para apagar su llamarada fueron menesler varios dobles de Bucana Sabe– dor del dominio que había loglado sobre aquel ám– bilo de miseria, de ignorancia y estupol-, remachó: -Mejor me voy, no vaya a sel que me foque patear a alguno
La comitiva de empleados acompañó a los 1e– presentan:l:es del pueblo hasía el aparlamento que ocupaban, en el mismo edificio de la empresa Ni los hombres ni las mujeres bosticaron pala– bra Aún no salían del asombro Sólo un panzon– cito preguntó a la india, su madre: -Mama, ¿cómo es la patria? --Pues lUUY buena y muy bonita -¿Así como la virgenci±a de Suyapa? --Así mero
--¡Ahhhl!
Esfaba safisfecho de haberlo comprendido fado Mas, quien nada cOlTlprendía era la nana -¿Por qué preguniás, mijo'?
-Porque como dicen que ese señal es padl e de la palria, yo ienía miedo de que la patria se pare– ciera a él I
La noche -la pelpelua noche- el flío y el hambre, que por momenfos se habían re±hado en contubernio de complicidad, cerraron nuevamente su círculo macabro en la antesala del cementerio.
JU~HILAC~ON
El papel temblaba en sus manos y sentía que la voz le bro1aba cascada y vieja "En fodos estos años dedicados a la enseñanza he aprendido a que– rel, a admirar y a tener fe en la juveniud de nues– tro país"
Cuando bajó de la hibuna, apoyándose en un colega que le ofrecía el brazo, lo envolvía una fibia aimósfera de aplausos. En realidad, fado era vago pata él Aquella fiesia escolar, su propia plesencia allí, la palabra fanias veces pronunciada: .Jubilación Valias lnanos apdsionaron la suya Salió ha– cia la farde húmeda prolegiéndose con la bufanda Con una p81 vada de escolares que agitaban en tor– no suyo palabras en primavera, empezó a recorrer aquel camino lan sabido, fan suyo: la senda del colegio a su casa.
Bajo el umbral que fenía estalactitas de tiem-
pos idos, lo arrolló ofra vez el suave envión del afedo juvenil
-~IFelicidades, Maeshol ¡Has±a plon±ol ¡Vol– veremos a saludarlo!
Aden±ro estaban el fulgor cal comido del quin– qué, el olor amistoso de los papeles queridos y la gracia púdica de las sillas afelpadas, legado fami– liar
Fué a senlarse, con paso fardo, frente a su es– criforio, inmune a la polilla, de tapa corrediza, co– mo son los escritorios de lodos los viejos maestros Con gesto indiferente dejó en él el diploma que le habían enfregado esa tarde, pequeño rollo de papel afado con una cinta
Bueno, ¿no debería senErse un poco más orgu– lloso'? Aquella hermosa fiesta había sido para él Dejaba el servicio de la cátedra, se re±iraba de la
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