This is a SEO version of RC_1965_01_N52. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »varias horas, iorné mi rifle y escogiendo a dos de los honilires más aciivos de la iripu– lación vadeamos hacia la playa y avanza– mos runilio al inierior. La cosia se dirige hacia el Noroesie preseniando una larga ex– iensión de márgenes arenosas por las que se– guimos hasia que deiuvimos la marcha al llegar a un arroyo fresco llamado El Agua Dulce, cuyas aguas iennales se hallan im– pregnadas de sustancias volcánicas (1). Con– iinuamos por el curso de este arroyo enrre zarzas y arbusios, la mayor parte desnudos de hojas, hasia alcanzar una eminencia que Se encuenira al Sur de su orilla, la que subi– mos y allí examinamos los efecios terribles de la gran erupción de 1835, que rompió en pedazos al volcán y por varios días cubrió de humo y cenizas a ioda Centro América y paí– ses vecinos Esta erupción Se describe como la más violenia y desiructora que se conoce en estas regiones.
En Tegucigalpa, muchas leguas adentro, y a miles de pies sobre el nivel del mar, la ciudad Se obscureció con la lluvia de cenizas. El rugido del volcán se oyó en Guatemala y la tierra iembló hasta en México. Fue tan extraordinaria esia erupción que los habitan– tes la usan como referencia cronológica} fre– cueniemenie oí que un hecho, nacimienio o muerte se calculaba haber sucedido tanios años anies o después de la erupción del Co– sigüina (2). Antes, de aquel suceso su pico era a1±ivo y cónico como el de los oiros vol– canes de la parte central de Nicaragua. Aho– ra da la impresión de haber sido violenia– menie despedazado. El volcán se halla equi– distanie enire la bahí ll y el océano sobre una península de poco más o meJ;los doce millas de ancho. Un panorama de desolada gran– deza aparece a los ojos del especiador que levania su mirada hacia el cráier, del cual no hay descripción fidedigna desde la erupción. La altura: se estima en' dos mil pies sobre el nivel del mar (3)
1 la pendiente gradual de su cima a la bahía esia revestida de una es-o pesura impeneirable, inierceptada por hon-' donadas espantosas. Estas soledades muy raramenie son visitadas y en ellas abundan los animales salvajes. Mis dos acompañan-
(1) Indudablemente CiltC lU-l0YO e~ el mcnciOnltdo POI" Master Wafer, (iulén navegó algún tiempo con Dampicl' y se BCPRIÓ dI:! él en Realejo en 1685. de donde sr:- dirigió al Golfo de Fonsc\:a l\. bordo del Dathelor's Del1ght
El úice: "Estandu cxtrenmdnn¡cnle ~SCIlSO de provi!\ionll3 micntrll.s anclamos
ullf, dcselTlbalClllllos pnra l;uplir nUl"3tTas ncc~idadcil en un l'ancho gn.nadQl'o
en el Continente, 111 Sm del Cabo de la nahía, el CUll1 se encOllttaba CQlTlO u
1lC$ miJIaB del Jugar dI!' d('9(·mbnTco En nlJestra rula tuvJmO:!l que cTUXül un rlo calienle en una sabana alllelta. lo cual hicimos COl\ dificultad n CllUlln de au temDeruturll bJle tio br<.o(.abl'l de 111 lJa.re de una colina IIl!lO no eHI de oriv.cn vole:inico. nuuQue en la ctnta habla vnrioo de elle UDú. 'fu'e la eu– rlooirlnd de at!entrnrrne en In f\l~ntc hosta donde: me alcan~6 In lu~ del día El agua. clR clara y poco prolunua. pelo 100 vapOl1$ que despedla dcnllo de
la caverna ",ran como los de un caldero hh viente. haLiéndomC' mujl'.do el en–
bello Al salir al extcriol, el agun humeaba en un MJ'JUI Irecho" A ncw Voyage l\nd Dcscription oC the IIthmulI uí Ameriea, p 190. N del A
(Z) En Hondul'n$ I>l:'t' una cosa del año del Dolvo significo. que es de
!ie:l'n.PO inmemorial o muy antiguo Todnvía llamnlnos silo del polvo al de 1835; refiri~ndolo r. 111. gran erupción del COiigüina. QUe dlspers6 ceniz.ai'i en un elreulo de 1,500 militLs de diámetro: V Levy, Notas treoeráflcaa, p 8~
(3) ~vy dice que el cono truncado del CO!Iigilina mide 3,836 Dies. ib Según mapa de la Fuerzo. Aérell de fOIl E U A la altura ce de Z.11G píes
ies atravesaron el sitio conira su gusto y pa– ,ecían considerar toda la región corno peli– grosa y maldita. Se encueniran grandes de– pósiios de lava y cenizas, lanzadas del cráter hasta las mismas orillas del agua.
Un año después al navegar por esta ba– hía hacia San Juan del Sur, aproximé mi bo– ie a la orilla Oesie, frente a punta Cosiguina, que aquí presenta una superficie rocosa, es.. carpada y blanca hasta el mar, y comprobé que los depósitos de lava llegan hasta el océano. El Cosigüina no se halla ioialmen_ ie extinguido aunque no ha habido otra erup_ ción desde 1835. En Diciembre de 1852 una nube de humo salió del cráter, acompañada de leves trepidaciones. Un polvo rojo im– palpable cayó .en Amapala y a lo largo de las costas de Honduras en el Pacífico, pero los moradores no sintieron temor alguno de nuevas erupciones.
Unas pocas garzas blancas pennanecían iranquilamenie en la playa, casi entre los ri– zos del agua, y visias desde nuestro punio eran una nota blanca en el azul de la leja– nía. Nuestro bongo se hallaba quieio a po– cas brazadas de la orilla y de su proa salía un festón de humo, lo que indicaba que Ra– fael había aprendido, al fin, a
hacer café a la California. Un monótono bramido desde un vecino valle nos indicó la presencia de algún ioro Padrón vagando en un silencio imperiurbado en las moniañas y los llanos, pero aparte de ésio, el hlgar aparecía de– sierio de iodo Ser vivienie. El panorama comprendía las rnontaflas de Honduras el brazo meridional de la bahía de Fons-;'ca tranquila como una alberca, la verde fal/). d~
manglares y sauces que borciean. la ribera opuesta y los gréind.es monies pantl'lnosoS' del Esiero Real, de donde acabábamos de saIir. Extendiéndose se vElía una planicie inclinada hacia el inierior, escasamenie cubierta cón yerba tierna, y más lejos parches de lava c y
escorias volcánicas, grupos de pequeños rn,op.– ies y lugares desolados y desnudos en las fal– das de, la m<;mtaña dista~1±e.· MiS compaae– ros tenIan mIedo de los tIgres que, según de– cían, abundaban aquí y aunque no me falia– ban deseos de perder todo el día para hacer el ascenso al volcán, toda la. tripulélción se opuso ciiando las más fidedignas autorida– des locales sobre el iema de la exisiencia de culebras venenosas y animales salvajes.
Al volver a la playa hallamos la marea iodavía baja, los miembros de la tripulación se quitaron sus ropa.s y "arrastraron" el bon– go a lo largo de la ribera, algunas veces hun–
~iéndose hasta el cuello al cruzar las peque– nas ensenadas que se fonnan deniro de la bahía. Sabiendo que los cocodrilos abundan en esias aguas, estaba yo preparado para ver uno de estos monstruos al emerger del lodo, pero el ruído y el chapoteo que hacían los hombres seguramente los ahuyentó. Una
-48-
This is a SEO version of RC_1965_01_N52. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »