Page 86 - RC_1965_01_N52

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respaldándolo con un bonito caballo ensilla– do que espera a la puerta, usted an-iesga la pérdida de la buena voluntad de todo el ¡nundo por ,ehusarles la pequeña habilidad médica que pueda poseer. En esta ocasión,

por consiguiente, me apresuré a ir a la casa

del viejo señor, donde la madre de la enfer– ma esperaba ansiosamente mi llegada. La callada incertidumbre con que la señora me miraba mientras tomaba yo el pulso de la pequeña en delirio, se me fue diredamente al corazón. Yo tenia que recetar a pesar de ¡ni aseveración de que no era médico. Ellos tornaron lo dicho por mi como prueeba de mi modestia y verdadera pericia. Asi, recu–

rrí a una pequeña caja de lTIedicinas que se

me preparó en California, le di mis remedios

rogando en rni interior por que resuBaran eficaces, ya que sabía que al :menos eran

innocuos. Se siguieron mis indicaciones al pie

de la letra; al siguiente dia, con gran satis– facción Y sorpresa de mi parte, la fiebre ha· bia cedido y antes ele que yo partiera la en– ferma estaba iotalmente restablecida Des–

de entonces n1.i reputación :me precedía a lo

largo de mi jira. Era yo un "médico muy

grande" de incógnito y m.ien±ras :más a me–

nudo lo negaba más se aferraban las gentes a pensar lo contrario. No mucho tiempo después cayó enferma la señora Caret mien– tras me hallaba ausente de la ciudad. "El Dador don Guillermo" fué llamado élP,esu– daramenie. Un gran tumulto en la casa

anunció mi regreso y fui llevado a presenci.a

de la enf81ma con la debida formalidad. No

podría ahora asegurar cuáles fueron ías me–

dic~nas que le di, pero la prem~ra cpu que dona Mercedes se las irago me lnfundió ial confianza que hasiq los médicos más viejos

n1e bubieran envidiap.o. La 8nfellna se res–

iableció y yo, a difeliencia del Dr. Sangredo

t

' _.,

no engo por que responder de mis irata–

mientos' erróneos.

Na9aome ha sido escenario de uno o dos agudos 'conflidos revolucionarios; aqui el Ge– neral Cabañas perdió algunos de sus más bravos oficiales. El clima del lugar y el de sus alrededores es deiesiado por los exiraños.

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Hasia los naiurales no sobreviven largo tiem– po en su ambienie húmedo y calienie. El calor en el verano ha llegado a ser prover– bial.

Cuando ya habia resuelto hacer nü via–

j~ solo, al séptimo dia de mi arribo llegó por Í1m;ra desde. San Miguel mi amigo T. (1 ) ; ,,;1 lnsiqnie _hlcimos los preparativos para sa– hr. La senara preparo su mejor almuerzo y de una hacienda vecina nos irajeron mu– las. El General Escobar y su séquito me vi– sitaron trayéndonos airo paquete de carias de preseniación, que dijo pondrian las me– Jores casas de Tegucigalpa a mi disposición. Duranie la noche me desperté al oir un po– bre rasgueo de cuerdas y un melancólico ge–

mido de voces a mi puerta. Era una serena–

ia para el "dador don Guillermo". El canio

consistió en un violento esfuerzo de cuairo voces, ,en el cual los cantanies aumentaban

en rapidez y en ruido en la úl±ima linea de

ca~a verso, Inomen±o en que el conjunto pro–

fen!" un alto alarido; luego siguió un inter– ludlO de guiiarra y se canió después la úl±i– mil. canción. Varios perros y un toro bravo que. esiaba amarrado a un poste en el patio

veCIno agregaron sus sonidos. Un Inaníaco que vivía en la casa opuesta a la mía abrió

su pueria y los acompañó imitando a una l?e,:sona a p~nio de ser estrangulada. Por ulhmo, la cSlda de gruesas gotas de lluvia despachó a sus casas a los músicos trasno– chadores Pronto el pequeño pueblo cayó en su acostumbrado silencio. A la mañana siguiente supe que el conjunto musical de la serenaia habia sido contratado para feste– jar un bautizo y, no poco orgullosos de sus habilidades, sus componentes dispusieron dar prueba de ellas al extranjero.

. (1) Don ~st<2ba.n. Ttavieso flie hijó legítimo de don Estebil.1l '1'raview RIvera y de don:1 Marm Jo5efa. Lastiri Lozanó, casada en segundas nupcias

~on el G~neral Francisc? Morazán el 30 de Diciémb1e de 1825, en Comaya~

gua, segun C01lsta al fóltó 71 v. del Libro de la administración del Sagrario de esta Sta Yga. Cathedl de Comayagua en que se mentan las partidas de

los (IUe se casan en esta. ciudad y dio principio a los diez y ocho días del mes de Octe riel año del Sor de ll\il ochocientos catorce por mi el CUTa Rector del Sago .de ~3tl1 Sta Yga. Y lo firme. Josef Ramón Dllbladó Este dócu. l'10nto, uoscuLnwfo por el anots,lor ¡Je esta úbla el1tre los librOil parroquiale;¡

~e l~ ~atcdra! ?e C01~~yagUa en Febrero de 1943. prueba que don Eliteban

rlavle~o Lastlll fUe IUJusho. no yerno. del Oenou11 Moraz1í.n

Cruzando el Moramulca y el Nacaome.-Viaje por las sierras. -Consejo a los viajeros.-Mulas.-Sillas de montar.-Arren–

damiento de servicios.-Placeres del viaje.-Bañaderos.-Cu– biertos.-Cómo complacer a don Fulclno.-EI llano de Naca– ome.-Una cascada.-Vista restrospectiva.-Pespire.-Un al– caide gentil.-Mujeres hermosas.-Oración.-"No hay para vender"!-Competencia de natación con las bellas pespireñas.

-"Adiós".-Productos naturales.-Pájaros.

r Aunque al parecer todo estaba listo pa- nueve de la mañana siguiente cuando diji– a nuestra salida, no fue sino después de las mas adiós a nuestros amigos de Nacaome;

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