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Nicaragua y lo Integración

eentroamerica.Ha

vistos por un profano

F. E. GUANDIQUE

Abogado nicaragüense

Constantemente se habla en las esferas del Go– bierno y en los periódicos, no sólo de intereses partida– ristas, sino principalmente de cuestiones relacionadas con la Integración Centroamericana Se habla entre nosotros de la prosperidad nacional, del auge de los ne– gocios, de la industrialización del país y de otros tantos tópicos semejantes, todo con gran entusias l11 o, procla– mando confianza, fe y esperanza. No cabe duda de que para hablar con buen éxito de esos problemas, se requiere poseer instrucción especializada, pero al mis– mo tiempo cabe observar que todos esos temas no pue– den ser de consideración exclusiva de los técnicos, ni pueden afectar solo a determinado grupo de sabios,

sino que atañen a todos, sin distinción de sexo, color

ni raza Todos tenemos que resolver los problemas de la vida, todos tenemos que enfrentarnos a un buen o mal Gobierno, o a un buen o mal Gobernante Des– de ese punto de vista, debería ser muy claro que, así como todos los habitantes de un país tenemos que estar interesados en las cuestiónes de carácter general, tam– bién tenemos derecho de participar y opinar sobre las cosas públicas y tenemos que dar la pauta de todo Go– bierno, di extremo de,que si éste no nos gusta o no nos conviene, le negamos el voto y lo cambiamos Así tam– bién en todos estos asuntos relacionados con la situa– ción económica, todos debemos opinar y todos debemos

expresar nuestras opiniones, sin permitir que tal cosa

la absorba y decida en forma exclusiva y dogmática, un solo grupo, que bajo el pretexto de decirse técnicos, quieran asumir la sola dirección y pretendan ser los únicos que pueden dictar las reglas que deban seguirse Por ese camino, estaríamos entrando en una dictadura, mucho más peligrosa que la dictadura pública, porque más fácilmente se somete a un hombre por la necesi– dad, que por la compulsión corporal De seguir por esa vía, entraremos a la formación de castas y regresa– remos a edades primitivas.

No se crea que soy enemígo de los técnicos, ni se piense que pretendo que no se les oiga lo que pra– clamo es que no los dejemos a ellos para que solos y exclusivamente den la solución de toda cuestión eco–

nómica, sino que debemos dejarnos oír aunque seamos

ígnorantes en esa materia de finanzas públicas. Si el enfermo padece de un mal para poder ser curado debe decir como le sientan las medicinas y si le Caen mal, no debe callar El médico no puede llegar a ex– perimentar cual medicina puede convenir o no al enfermo. El público no debe ser campo de experimen– tación, como hasta hoy lo ha venido siendo en nuestro

país. Vaya tratar de justificar mis palabras, y para ello presentaré los numerosos casos de fracaso y de incapacidad para resoiver una necesidad nacional

Comencemos por nuestra moneda A principios del siglo, era extremadamente variable y los diferentes cambios se aprovechaban por quienes estaban en po– sición de predecir o saber las fluctuaciones levantaron así respetables fortunas Después, bajo la ayuda

americana, la moneda fue estable y cuando cesó aque– lla dirección, volvió a ser variable, enriqueciendo a unos cuantos y empobreciendo a los más. Después ha vuelto a buscar un canal de ficticia estabilidad, pero solo con la ayuda de entidades extranjeras. En el mo– mento en que un Banco extranjero retire esa ayuda,

nuestra moneda va al suelo, nuestros negocios se vuel~

ven malos y todo el edificio nacional cae En ese aspecto, debemos ser francos y reconocer que lo que hoy llamamos prosperidad, se asienta en el apoyo ex– tranjera y sin él nuestra moneda bailaría a diario y nos destruiría

Recordemos a este respecto, que los nicaragüen–

ses, por síi solos tratamos de encontrar una solución a

ese problema y todos sabemos que el Gobierno dictó más de cien leyes sobre control de cambios, sobre res– tricción de importaciones, sobre prohibición de negociar

en moneda extranjera, etc

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etc

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etc

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etc. Todos los años, teníamos que cambiar esas leyes, que dictar nue

M vos réglamentos, que prorrogar otras y aunque es ver– dad que algunos aprovecharon esa situación, ello no fue en interés general ni en beneficio público Con– clusión en este respecto, es que la estabilidad de que

gozamos hoy en materia cambiario! no es obra nuestro/

sino par gracia de la dirección y ayuda extranjera

Otro ejemplo. Hace muchos años que se introdu– jo en nuestra Constitución Política un Artículo permi– tiendo decretar un Estado de Emergencia Económica, con la suspensión de algunos derechos, entre otros los de la libre contratación y del libre comercio Desde que aquella regla se insertó en la Constitución, no ha pasado un solo año, y son muchos y muy largos, sin que dejemos de utilizarla y de que nuestro Congreso, en forma rutinaria y sin darse cuenta de ello, dicte cada año, el Decreto declarando fa existencia en Nica– ragua de un Estado de Emergencia Económica No resulta contradictorio para cualquier hombre razonable,

que si el país! como dicen! está próspero, que si está

floreciente, que si tiene gran pujanza económica, no

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