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chispas de oro hasta en la superficie. Más allá, en aquellas serranías de las que sólo pueden verse las cimas azuladas quedan ves– ±igios de viejos laboreos y aún ahora las mujeres van y tienen mediano éxito. Bajo sus pies, donde usted está parado, puede en–

confrar oro, sencillamente lavando. Arran–

que una mata de maíz de aquella planJación

y nueve veces de diez hallará polvo amarillo;

y mire los adobes con los cuales aquella ca– sa está construída: usted puede hacer polvo cualquiera de esos bloques de lodo y rara– mente fallará en encontrar, después de la– varlo, unas pocas chispas de oro en el fon–

do". "Oro'" con±inuó mi amigo agarrando

nerviosamente el cigarro que tenía firme

enire sus dedos, "loro!". "I-Ia y fanio aquí,

Don Guillermo, como en California. Noso–

tros sólo necesitamos la energía, la empresa

y el trabajo de la gran raza norteamericana para extraerlo. Hasta los muros de nueslras casas están impregnados del metal"!

Dejé a mi bondadoso amigo y me esca– bullí a una poza de la quebrada para bañar– me. Aquí observé sinsontes chapaleando con el mismo objeto y agitándose locamente aquí y allá ahora zambulléndose de cabeza en el plácido elemento o apartándose un momento para llevar a cabo un pleito jovial en algún árbol cercano, desde el cual des–

cendían oira vez, aparenferrl.en±e con un

deleite n,ayor, hacia el baño. Varios de ellos, posados entre el follaje amenizaban el

tedioso proceso de secar sus alifas con su concierto matufino, cuyos arpegios la gan-–

chuda y torpe guacamaya interrumpía con

su áspera voz Y, luego, COITIO insatisfecha de su cOlnpe±encia infeliz, se componía su plu–

maje vistoso y volaba hasla que sus colores radiantes se desvanecían en el obscuro azul del cielo.

En mi ansiedad por llegar a ,Juticalpa

rehusé la íenladora invitación que me hicie–

ron para que me quedara en Galeras, y tem-

prano todavía salimos del patio en compa– ñía d" los tres hermanos mayores y varios miembros jóvenes de la familia Zelaya. Deseaban acompañarme unas pocas ncillas

en el camino. Mien±ras pasábamos rápida– lTlenfe en la brisa fresca de la ITlañana, los

tres viejos caballeros se apodaron un n,o–

lTIen±o para conversar gravemente. Una

mirada ocasional me decía que eslaban ha– blando sobre mis propuestas a fin de que suscribiéramos un contrato y estaban lal vez discutiendo mis puntos de vista. Después de un rato, dándole rienda a sus caballos iban a trote largo, se acercaron y Don José Manuel, el mayor de ellos, me dijo:

"Don Guillermo, hemos observado que algo le molesta a usted; tal vez sea el temor de que no estemos dispuestos a entrar en un mreglo con usted. Usted ha venido desde

lejos y está sin duda, asociado con personas

licas y pudientes del Norte. Ellas esperan que usted tenga todo éxito, y 10 tendrá. Va– ya a Juticalpa y pase la función festejando y bailando, y cuando haya visto el departa– mento, venga a donde nosotros y el General firmará un contraío con usted para que em– piece la explolación de sus minas de oro.

Todos estarnos de acuerdo en que éste es el

único modo de mostrar al muñdo entero 10 que es Olancho, y si pudiéramos volver a ser

jóvenes iríamos personahnen±e allá pala conocer sus grandes progresos con el objeto

de hacer por nuestra tierra lo que creo que

los norteamericanos evenlualrnen±e llevarían a cabo".

En este respecto estos hermanos de no– ble corazón me alentaron. Después de an–

dar unas pocas ITIillas a mi lado, frenaron y

deseándome buen viaje, dieron vuelta y se alejaron por el llano. Quedé inmóvil con– templándoles hasta que se perdieron dé vista

en el bosque. Entonces. con una sensación

casi de nostalgia, volví hacia el Este y con

Loo., y los dos sirvientes proseguimos hacia Juticalpa.

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Lavadoras de oro en el Juticalpa.~EI camino.~Arboles de "Lignum Vitae".-Monte del Aguacate.-Quebradas secas. MamisaCCl.-Mcís lavadoras.-Comprando oro en polvo.-EI Monte Encantado.-La Campanilla.-Paisaje en el camino. Sembradores alados.-Juticalpa.-Vista desde la montaña. Primeras inspecciones.-La iglesia.-Presentaciones.-Don Francisco Garay.-Uno de los hidalgos de Olancho.-Los Pa~

dres Cubas y Buenaventura.-Ofrecimientos Iiberales.-Dibu– jo de mapas.-EI c1ima.-Juticalpa en los viejos tiempos.– Don Apolonio Ocampo.-Una aventura con los "chanchos de

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