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« Previous Page Table of Contents Next Page »Ese era conservadurismo del legífimo y to– dos los gobernantes en sus manifiestos y men– sajes, los sostuvieron en el punto de la reli– gión, más preciso y más conservador qne el acápife correspondiente del programa ne sus hijos. Todos los gobernantes, he dicho, aun aquellos cuya fe religiosa había flaqueado. El ilustre dador Cárdenas decía, en el mani– fiesto inaugural de su gobielno: cualquiera que sean mis ideas filosóficas, "no puedo ni debo olvidar que voy a gobernar a un pue– blo católico". Expresión caracterizada, ele–
vadísima, de un verdadero consez vador, y
óiganlo usiedef3, de un verdadero naciona–
lista.
Ln caznbio, yo no puedo negar que en la práctica los hombres de los treinta años se mostraron influenciados por el ambiente del siglo que estaba impregnado de las ideas del liberalismo román:lico que nació de la fi– losofía del XVIII. Con frecuencia perdieron
la dirección en su calulno, y la expulsión de
los Jerui:las y o:lros hechos análogos, son grandes traspiés que exhiben una inconse–
cuencia noiaría entre su programa escrito y
ciertos ac:los, que por cierto fueron fa:lales respec:lo a la perduración de su obra de go– bernantes.
Los hombres de los diez y ocho años,
cualquiera que sean sus impeIfecciones es~
taban inlelec1ualmente mejor preparados que los patriarcas a quienes me complazco en :l1 i· butar mis fervorosos respetos; y por ello en
GUs procederes fueron más consecuentes con
el significado doctrinario de sus afirr(lacio–
nes políticas Merece un largo capí:lulo el
examen filosófico de esa contradicción, de
eSa dunlidad, que se observa en los gobier– nos de los treinta años. Cualquiera que sea su causa y hayan sido sus lamen:lables con– secuencias, no me puedo parar a estudiarlas aquí; pero es claro que deben significar un falseamien:lo de la propia posición, cuando hoy se hace vacilar el juicio de ac:lualidad al llamarlos liberales con bas:lante apariencia de justicia Yo me resisto a adnillir que aquellos hombres merezcan que se les llame liberales, pero an:le el concepto arrojado por un nieto a la media calle de la historia, me afinno más en la corrección de la conduc:la de los que por quererse llamar conservado–
res, han procurado proceder Gorno conserva–
dores esenciales, cuyo pensamiento en este
particular es:lá bellamen:le expresado por Dn. Angel Osario y Gallardo, Presiden:le de la Academia de Jurisprudencia en la Madre Pa-
iria. Lo que ese eminente Jurisconsul:lo, po– lítico y orador dice de España se puede re_ petir sin variar una coma, aplicándolo a Ni–
caragua.
"Habréis de creer que el ca:lolicismo es
España, no una cosa más, ni siquiera una
cosa buena, ni siquiera superior y destacada de en1re las o:lras sino que es la médula so– cial, porque no hay más que una cosa que en Espafla haya subsistido a través de los si– glos, por encima de las con:lrariedades y des– venturas de nues:lra patria, que es el sen:li– mien:lo religioso
l y esto, el que no lo crea por ca:lólico, que lo crea por ciudadano y por po– lHico, porque eso es una verdad española que no se puede negar. Por consiguiente, habréis
de estar siempre ntuy propicios, acuciosos y
diligen:les para impedir que corrompan el al– ma nacional jacobinismos importados y :lra– ducciones francesas que no son del último fi–
gurín, sino de o:lros muy antiguos, porque el último de Francia es rectificativo. No es esto una polHica de in:lransigencia. ¿Quién po– dría vivir en España con :lales a:lavismos? No hay que respe:lar el sentimiento ajeno, la
conciencia ajena. Pero como obra política
social, educadora e insfructiva fenéis que pen~
sar que el ca:lolicismo es lo permanen:le, lo perdurable, y en que los pueblos pueden sub–
si$±ir con unas u otras creencias, pero sin nin–
guna no hay pueblo que subsista La faHa de creencias religiosas lleva indefecliblemen– te a la pulverización, a la destrucción del pueblo, sobre el cual gravita :lal ruina mo–
ral"
Ese hermoso párrafo lo acaba de pro–
nunciar don Angel Osorio, en un discurso an–
le la Juvenlt.ld Conservadora de España reu–
nida en asalnblea. Es un punto de progra– ma feliz'y bellamente e¡<presado. Quien se sale de el no es ni puede ser conservador. Así lo ha comprendido la buena in:leligencia de mi con:lendor, y le alabo el valor de sin– ceridad con que ha ro:lo las amarras. Ya no es conservador, pero la verdad que dentro de las líneas rigurosas de las palabras tras– cri:las, mi contradic:lor tampoco puede ser un buen nacionalista. Su alma, pájaro inquieto, con el :tiempo :lendrá que regresar al vieja nido o volar a posarse a las ramas de las doctrinas disolventes que destruyen y pul– verizan el alma de los pueblos.
De la Hemeroteca del AIChivo Genelal de la Nación, de "El DiRIio Nic81agiiense" de Glanada, No 6579
COll cspondiente al jueves 5 de Septiembre de 1929.
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