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« Previous Page Table of Contents Next Page »Este es el gran desafío de nuestro tiem– po. ~ para enfrentárlo con éxito ?-~be~os
empenarnos en superar nuestras deÍlclenclas, antes que en volver a un estéril proteccionis– mo nacionalista. Ahora nos queda un solo y radical deber: poner a Nicaragua en situa– ción de igualdad o ventaja en el Mercado Común Centroaznericano. Teneznos, por tan– to, que modernizar nuestra indusiria y nues– tra agricuHura; elevar la calidad y el volu– men de nuestra producción¡ convertir, en de– finitiva, a nuestra patria en una nación di– námica y prpgresista.
Esto significa que debemos cambiar fun– darnentalmente la mentalidad nicaragüense. Abandonando viejas preocupaciones y pre– juicios, hemos de aprender a conducirnos en un mundo económico cambiante y conira– dictorio Necesitamos prepararnos en todos los nilTeles, formar nuevas promociones de dirigeníes y empresarios, capaces de conce– bir, planear y realizar los programas de de– sarrollo que nuestro país demanda con ur– gencia inaplazable.
Como en muchas ocasiones he subraya– do, es imperativo que un nuevo espíritu ani– me a nuestros capitalistas. No se trata sólo de la función social del capital, que debe orieniarlo a promover la riqueza común; si– no más bien de un cambio más profundo. Nicaragua requiere empresarios que se sien– tan entrañablemente unidos a su tierra, que planeen sus fac10rías y sus establecimientos agrícolas con visión del futuro y afán reno– vador, aledas a las nuevas exigencias de la economía y del progreso técnico. Esta es nuesira Patria y esiaznos aquí para siempre. Nuestros hijos habrán de continuar mañana lo que nosoiros construyamos hoy con nues– iro esfuerzo y con nuestro sacrificio. Es la lección que nos enseñan los países más ade– lantados que, con método y perseveranciá, han ido forjando a través de las generaCio– nes su poderío material y espiritual.
Esta es, a mi juicio, la meta que debe– rnos conquistar. Sin ánimo avasallador ni ambición monopolista, debemos ir alcanzan– do nuestro desarrollo sin desmedro de los otros pueblos centroaznerícanos. Un espíritu de cooperación antes que de rivalidad debe guiarnos en el campo de la Integración Eco– nómica. Y si hemos de destacarnos, que sea porque somos los mejores, porque sepamos aprovechar los recursos que, la Providencia puso en nuestras manos, porque pongamos nuestra inleligencia al servicio del engran– decimiento colectivo.
Con satisfacción, declaro que mi Gobier– no cumple con la tarea que le corresponde en este momento decisivo de nuestra histo– ria. Construye y moderniza carreteras, fe– rrocarriles, puertos y aeródromos. Perfeccio-
na la educación y ofrece nuevas perspecti– vas profesionales a la juventud. Emprende vasias obras de infraestructura, tales corno la electrificación y la irrigación. Concede cada vez más liberales condiciones de crédi– to a las actividades básicas. Favorece la ins– talación de nuevas industrias, con generosos incentivos fiscales, que significan una reduc– ción apreciable en los ingresos regulares del Estado. Todo esto, en fin, gracias a una sana administración y a un honesto y exigente ma– nejo de los fondos públicos.
A esta labor del Gobierno debe respon– der el sector privado, con un renovado im– pulso que nos libere, en el más breve tiempo posible, de las carencias del subdesarrollo. Quienes tienen a su cargo la responsabilidad de las empresas, están obligados, hoy más que nunca, a conocer la complicada adicu– lación de los instrumentos que norman la in– tegración centroamericana, a analizarlos e interpretarlos, en todos sus aspecios para po– der derivar el znáximo de ventajas que ellos puedan ofrecer a nuestro progreso económi– co y social.
Por estas razones, considero digna de aplauso la feliz iniciativa de la Universidad Nacional de Nicaragua, que, con la valiosa y entusiasta colaboración del Insti±uto Nica– ragüense de Desarrollo y de la Cámara Na– cional de Comercio de Managua, ha convo– cado a economistas y empresarios para es– tudiar en conjunto los alcances y proyeccio– nes del Mercado Común Centroamericano.
El hecho mismo de que la dirección de este importante cónclave esté a cargo de nuestra Facultad de Ciencias Económicas, es índice relevante del rigor científico con que serán tratados los diversos asuntos del tema– rio y del criferio técnico que prevalecerá en las deliberaciones, lo que, en síntesis, respon– de a esa nueva mentalidad que nosotros de– seamos se imponga en Nicaragua.
Me complace sobremanera la participa– ción de prominentes expertos de los otros paí– ses del área centroamericana, qUE;! con su inestimable concurso contribuyen a dar ma– yor jerarquía a este Seminario. Su sola pre– sencia en nuestra Patria, simboliza el supre– mo anhelo de todos quienes alentarnos en nuestros corazones el noble ideal de una Centroamérica fuede y respetada, solidaria en la paz, en la justicia y en la libertad.
Al declarar solemnemente inaugurado esíe Primer Seminario sobre la Integración Económica Centroamericana, felicito efusiva– mente a sus organizadores y participantes, formulo mis votos porque el mejor de los éxi– tos corone sus patrióticos afanes, y me con– gratulo de que nuestra Universidad, una vez más, asuma la misión que le corresponde de orientar y proznover la cultura nacional.
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