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« Previous Page Table of Contents Next Page »rregidor de San Mateo, de Cagua y Justicia Mayor de todos los Valles de Aragua, fundó la Villa de San Luis de Cura.
Las propiedades de San Mateo constitu– yen la base de la riqueza familiar de los Bo– líVal'.
A lo largo de toda la historia colonial,
vernos a los diversos vásiagos de la fa:m.ilia ocupar puestos promine11.!es en el gobierno:
podría elaborarse una larga lista de Corregi–
dores, Jus±icias Mayores, Alcaldes y hasta
Gobernadores que llevaban el nombre Bolí– var. El arriba mentado Don Juan Bolívar y Villegas, el más ilusire de los abuelos del Li– beriador, llegó a ocupar el cargo de Capilán General de la Provincia de Venezuela.
Los Bolívar se enironcaron con lo más granado de la arisiocracia colonial y el viejo blasón de la lamilia era considerado como uno de los más ilustres de Caracas.
Por el lado maierno, Sim.ón Bolívar, el
héroe de nuestra historia, era de origen ala–
vés, y procedía de ilusiIe linaje de los Bar– berana. Don Beri,abé Palacios y Sojo, -de– sempeñó en Venezuela por los años de 1653 y 1667, respectivamente, los cargos de Teso– rero y Coniador Real. Esie Palacio p llegó a
nuestro país en compañía de su lío, don Fran–
cisco de Sojo, Tesorero de la Real Hacienda. El primer miembro de la familia nacido en Caracas fue don Feliciano de Palacios Sojo. Personaje de gran figuración en su época. Ejerció los cargos de Síndico Procurador del Ayuniamiento de Caracas, Alcalde Ordinario y Regidor Perpeiuo. Esie fue el padre del P18sbítero Pedro de Palacios y Sojo, herma– no de don Feliciano de Palacios Sojo, abue– lo maierno de Bolívar. El Padre Sojo, corno es sabido, fue el fundador de la primera Aca– deIDia de Música de Caracas y iambién muy versado en este arie. Al Padre Sojo se debe
el florechnien±o en el arte .m.usical de que
fue testigo la ciudad de Caracas duranie las últimas décadas del siglo XIX.
De la rama de los Palacios habrá de he– redar el fuiuro Libertado el amOr a la mú– sica, a la danza y las aries en general así como la profunda sensibilidad de que da muestras en sus carias. algunas de las cua– les nos lo revelan como un rornánfico apa– sionado. De la parie paterna le venía el es– píritu de empresa, la constancia en llevar a cabo sus propósilos y la firmeza en sus deli– beraciones: viriudes todas características de
la raza vasca.
Nace un niño con destino
Las familias de los Bolívar y de los Pa– lacios se unieron, por los vínculos de la san– gre, mediante el matrimonio de don Juan Vicente Bolívar y de Doña María Concepción Palacios. La pareja era muy dispar en cuan-
to a edad: él tenia cuarenta y seis años, ella,
apenas quince. Del l1.1.a±rirnonio nacieron
cuairo hijos: dos varones: Juan Vicente y Si~
món, y dos hijas, María Anionia y Juana. El hijo menor del mairimonio vio la luz en Caracas, el 24 de Julio de 1783, en la casa de la esquina de San Jacinto, propiedad qUe la farnilia poseía por herencia de la abuela
paierna de Sis.-nón Bolívar, María Pe±ronila
de Ponte y Marín de Narváez.
La Caracas de la segunda mitad del si– glo XViII era una ciudad de apacible y gra–
to vivir. Su delicioso clima, sus plácidos coniornos, sus calles reciangulares, sus pla~
zas bien proporcionadas, sus igJ esias, sus ca~
sas de hennosa y sólida construcción, hacían
de Caracas, según iesiirnonio del Conde de
Seguel" ,una ciudad linl.pia, eleganle y bien
consiruida. Iluslres viajeros que la visitaron
en las postrimerías del siglo corno el Barón
de Humboldi, o en los comienzos de la nUe–
va ceniuria, COITlQ el viajero francés Francis~
ca Depons, se complacen en describir con lu–
jo de detalles la vida de los caraqueños de la .época. Todos concuerdan en realizar la belleza de sus mujeres, el agudo ingenio de
sus hOITlbres; la afición por el lujo, las artes, en especial, el .teatro y la rnúsiua, así corno
el espíriiu religioso de los caraqueños.
Humboldi apunta:
"Hallé en muchas familias de Caracas
una afición a ]a cul±ura, un conocllnien±o de
las obras maesiras de la literaiura francesa
e italiana, un gusto por la rrtúsica, que se cul±iva con éxito y, C01UO suele suceder con
las bellas aries, une a iodas las clases de la sociedad".
Dauxion Laviasse añade: "tanto lujo hay
en Caracas COITlD en las capitales europeas, y un refinarrtielJ±O y una cortesía exagerada
debidas a la gravedad española y al ¡-nodo de ser criollo, amigo del ocio".
La casa donde nació y se deslizó la in– fancia del Libertador, era una de las princi. pales mansiones de la Caracas de su época. Con su sólido y claveieado portón, su escudo de piedra, sus anchas ventanas, sus solea– dos patios, esiilo andaluz, sus amplias habi– taciones, su salón principal y sus dependen– cias para los esclavos, aquella casa de San Jacinto era asiento y hogar de una adinera– da y linajuda familia, cuyos miembros ha– bían influído en el curso de la vida colonial. En aquel marco apacible y lleno de calOl" fa– miliar se fueron abriendo a la vida los ojos y el espírilu del niño de iemperamenio vivo y de carácier un ianto díscolo y rebelde En el salón principal de la casona, colgados de los muros, podía el rapaz coniemplar los re– tratos de los abuelos que, por varias genera– ciones, habían dado lustre al apellido Bolí– var. Con curiosidad infaniil se iría infor– notando, por la madre y los hermanos mayo-
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