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« Previous Page Table of Contents Next Page »Es el día 15 de Agosio de 1805. Pleno verano romano. El calor es intenso. En compañía de Rodríguez y Toro, Bolívar as– ciende a aquella Colina, consagrada por la Historia de Roma corno símbolo de rebeldía
y de lucha por el derecho y la libedad.
A sus pies se extiende la visión maravi– llosa de la urbe eterna, con sus templos, sus
gloriosas ruinas, sus arcos de iriunfo, sus ±er–
maS, su historia toda de gran señora y domi– nadora del orbe. El joven caraqueño siente que en sus venas se agolpa poderosa la onda de aquel pasado de gloria y, en un arranque
de emoción, pronuncia el solemne juramento
de consagrarse definitivaxnente a la causa de la libertad de su patria oprírrlida.
En carla escrita desde Pavivilca, a Don Simón Rodríguez, el 19 de Enero de 1824, Bo– lívar evocaba la escena así: ¿Se acuerda Ud.
cuando fuilTloS junfos al "Monie Sacro" en
Roma a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la Patria? Ciertamente no habrá Ud. olvidado aquel día de eterna gloria para noso1rosl día que anticipó, por decirlo así, un juramento profético a la m.isma esperanza
que no debíamos tener.
Rodríguez narra de esta manera el epi– sodio del juramento: "Húmedos los ojos, palpitante el pecho, enrojecido el rostro, con una animación casi febril nle dijo: "Juro que no daré descanso a mi brazo ni reposo a nU alma hasta que no haya roto las cade– nas que nos oprimen por voluntad del poder español".
Este acto de transcendental ·importancia en la vida de nuestro héroe, pues marca el comienzo de una nueva etapa en su ca– rnina, es interpretado por uno de sus biógra– fos en forma aviesa y mezquina.
Para Madariaga, "Bolívar se coron6 a sí mismo en presencia de un mundo imagina– rio que su fantasía evocaba a sus pies; se co– ron6 mártir o héroe, según la suerte decidie– ra. Hacia afuera, hacia las vastas mulUtu– des que se extendían hasta el horizonte·, ju– ró dar libertad a su patria. Hacia adentro, en los abismos de su aln1a, que ni aún su propia mirada podía vislunlbrar, jur6 a Si– món Bolívar emperador del Nuevo Mundo".
Pero la verdad hist6rica, sin la niebla de la pasi6n, se encargará de desmentir el aserlo de Madariaga. Ya tendremos oportu– nidad de ver cómo Bolívar jamás pensó en
coronarse. Despreci6 a Iturbide porque 10
hizo y, en todo momento, se =osfró contra– rio a la idea de ceñirse una corona. El titulo de Libertador, que le habían otorgado los pueblos, fue sie=pre para Bolívar su :mayor Hnlbre de gloria. Sen18jante ±í±ulo estal::>a por encima de cualquier afro que pudiera ofrecerle el =undo del halago o de la adu– lación.
En co=panm del enlbajador español, Bolívar hizo una visita al Pontífice Pío VII. Según O'Leary, el joven americano se negó besar la sandalia del Pontifice. Episodio sin importancia que todos los l::>i6grafos del Li–
bertador se cOInplacen en repetir, pero del cual, según apunta Lecuna, no tene=os nin– gún docUInen1o.
Es probable, según refiere Boussingault
en sus Meznorías, que Bolivar hiciera una vi–
sita a Nápoles, no en 1804, co=o apunta el sabio francés, sino a fines de Agosto o a prin– cipios de SepHe=bre de .1805. En dicha opor– tunidad ascendería al Vesubio en co=pañía de HUInboldt y el físico Gay-Lussac.
El regreso de Bolívar a París debió pro– ducirse a fines de 1805 o a principi"s del si– guiente. En aquella ciudad habría, de p",r– =anecer durante casi todo ese año.
En Octubre de 1806 sale para Harnburgo con el propósito de enlbarcarse para los Es– tados Unidos, donde permanece por espacio de varios =eses. Visita varias ciudades de la floreciente nación, recién libertada por la espada de Wáshington a quien 11a=a: "el Néstor de la Libertad". En 1807, no sabernos la fecha exacta, se embarca para Venezuela.
Habían pasado exactamente cuatro años desde qüe salió de su patria. Regresaba
ahora, con ITIayor experiencia, lTlsyor xnadu–
rez y una conciencia =ás clara de su desH– no. Estaba en la mitad del ca=ino de la vi– da. Los veinticuatro años que le quedan por vivir habrá de dedicarlos a la realizací6n de una idea: el CUInpli=iento del jura=ento que hiciera en el Monte Sacro.
Pero aún no ha sonado la hora de po– ner en práctica ese sole=e voto. Le que, dan aún varios años de oscuridad que dedi– cará a las faenas agrícolas y al =anejo de sus haciendas. Mientras tanto, en el aIn– biente irá =adurando lenta=ente la con– ciencia de la e=ancipación. Y Simón Bolí– var estará allí para cu=plir ese jura=enfo en la hora exacta que le =arcara el destino.
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