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Hispánica expresadas en el Teotro del Siglo XX
call1LOS SOLORZANO
Guatemalteco, PlOfesor de la Universidad de México~ .
El teatr'o, crónica de un pueblo
El Teatro es la crónica testimonial más dÍ! ecta de lo vidq ele un pueblo Siempre que queremos saber de la índole de lm conglomerado humano, de su compor– tamiento, de su problemática, recurrimos a su teaho para conocer fa que se manifiesta por la vía consciente que la razón explica, o por otra, no menos precisa y
certera en su proceso de exteriorización, que es la sub– consciente
El teatro griego y la psicología
No es casual que toda la psicología moderna haya recurrido 01 teatro griego y a sus persoflajes para explicarnos las complejidades del ser humano, hacien– do uso de fábulas e historias recogidas en el preciso momento en que el hombre se toma a s~ mismo como centro del universo y pretende explicar todos los fenó– menos que le rodean en relación consigo mismo, con sus orígenes, con su crecimiento, con sus impulsos de creación y destrucción Edipo y Electra, Antígona y Orestes se han convertido en símbolos de la búsqueda humanística introspectiva, que pretende desentrañar la historia de cada individuo, para formar con la suma de' estas historias individuales la totalidad de la Histo– ria de una época o de un país De ro misma manera habrían de convertirse en símbolos Pantalón y Colom– bina, OteJo y Desdémona, Segismundo y Rosaura, Fausto y Margarita, que son síntesis de una filosofía que busca la explicación del hombre dentro de sus pro– pios límites, para descubrir que nada de lo humano es totalmente reprobable o idealizable, que el bien y el mal constituyen la esencia misma del hombre y que de la lucha de estos dos elementos resulta su aniquila– miento o su redención
Esta posibilidad de inclinOlse hacia el bien o hacia el mal, hacia la plenitud o la fl ustración proviene de la certidumbre de que el homble, según la máxima re– nacentista, es dueño de su propio destino y para reali– zarlo totalmente debe luchar contra fuerzas que lo anclan en un pasado nebuloso o loglar la definición de sí mismo, que sólo se logra en la afirmación de su pro– pia identidad.
El teatro de la Amél'ica Hispánica
Para examinar el crecimiento del teatro de Amé·
I ica Hispánica recol demos, en primer Jugar, que este género literario expone mejor que cualquier otro la evolución histórica de los países americanos de habla española y qua se nos presenta durante el Siglo XX como testimonio de LlIla psicología que desea liberarse de sus raíces coloniales, de su dependencia original, que quiere encontrOl sus propios pel files, pero que al intentar hacerlo muestra cierta indecisión ya sea porque la vigencia de sus antecedentes coloniales resulta de~
masiado amenazadora todavía, o porque el rechazo de los mismos ocasiona una distorsión y una negación de las fuentes vitales que nos dieron origen
De manera general podríamos afirmar que el teatro Hispanoamericano del Siglo XX, es la exterio– rización de un conflicto COmLII1 O todos los escritores cuyos países han tenido un origen colonial y que buscan una E;,xpresión propia sin eludir ni imitar sus fuentes originales. Pero al mismo tiempo, la lucha por esa independencia que se ha librado y que sigue librando de diversas maneras crea, a su vez, uno nueva temá_ tica, una motivación diferente que es la expresión que singulariza nuestra literatura dramática entre todas las del mundo
El costumbrismo
El principio del siglo nos muestra el tímido comienzo de un género que traza sólo los rasgos más externos de la fisonomía hispanoamericana Sin embargo, aún en ese momento se presentan n.uevos problemas ojenos a los ancestrales del colonialismo Apenas consolidados los regímenes liberales que esta– blecían el sistema republicano en todo el continente, vemos aparecer como tema central de este teatro la de– finición y análisis de ese individuo desplazado en cuatro siglos de sumisión, el mestizo, cuyos rasgos físicos y cuya conducta y forma de expresión se manifiesta por vez primera y cobra el lugar principal dentro del drama como protagonista de conflictos particulares Este es el período al que hemos llamado costumbrista, en el cual los autores comienzan a mostrar a su público algunos caracteres, comienzan a señalar algunas defi– ciencias y van construyendo un personaje dramático elemental, con el cual pueden identificarse los compo– nentes de esa clase media concentrada en las ciuda– des, formada también por mestizos, cuyo carácter, sintetizado en breve trazo, anima a los personajes de esas ingenuas comedias de gusto aún romántico.
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