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« Previous Page Table of Contents Next Page »El mestizo
Este mestizo se mueve en difel entes ambientes En Argentina y en Uruguay, que es donde le vemos aparecer por primera vez, debe afrontar, en el momen– to mismo en que cobra conciencia de su propio ser el contacto con extlaños venidos de tierras lejanas y que llegan a su pI opio país asistidos por todos los privile– gios legales Las consignas de Sarmiento y de Albeldi que proclamaban respectivamente "gobernar es po– blar" y "gobernar es educar", se vieron planto expre– sadas en el teatro en una dolorosa confrontación que mostraba a esos mestizos desmañados e inseguros ante los inmigrantes europeos que llegaban a esas vastas tierras sudamericanas a construir un mundo nuevo, opOlentemente sin ataduras ancestrales ni atavismos
colonialistas Lo mejor de la obra de Florencia Sán–
chez esté¡ motivado por esta circunstancia Así, en '!La gringa", vemos al mestizo, unificado con los inmi– grantes después de un choque violento y doloroso, ca– paz de construir lino lealidad mejor para todos ante el estímulo de una mentalidad moderna y canstrLlctiva En "M'hija el dotar" es la oposición de la cultura cam– pesina ancestral y de las nuevas fOI mas de civilización contemporánea La más importante obra de Roberto Payró "Marco Severi" recoge el dlama de estos inmi– grantes visto desde dentro, sin fa ideafizClción, que de ellos hacían los criollos, su aparente ruptura can el pasado que no es suficiente para identificOl los total– mente con la tierra nueva Inadaptados en ese suelo virgen deben padecer siempre una desolada enajend– ción de sí mismos.
Bastaría la obra dramática de estos dos autores para testimoniar la transformación que los paises de! extremo sur de América sufrieron con la lIegadá de los ii1migrantes europeos Pero ellos no fueron los úniCos. La misma problemática origina obras de otros como el chileno Eduardo Barrios, cuyo orgulloso criollismo ex– presodo en comedias como "Lo que niega lo vida", y "Vivir", se erguía en contra de "el cosmopolitismo traído en maletas" o las obras del uruguayo Ernesto Herrera, que aplicó procedimientos de introspección psicológica de índole general para definir los rasgos y
las formas de expresión de los mestizos uruguayos, con el ánimo de un investigador que aspiraba a recoger to– do el vocabulario popular, para dejar testimonio de él en los diálogos que hicieron perdurables a los persona– jes de obras como l/El estanque" y l/El león ciegot/
Teatro de Costumbres
Perp si en los países de América del Sur se efec– tuaba rápidamente este procesóde transformación, en los de Centroamérica y del Caribe la imposición de tiranías locales entorpeeí'a el desenvolvimiento del Teatro de Costumbres que iba adquiriendo en todo el continente un carácter de crítica que ayudaba a [a rectificación de nuestras formas de vida Sólo algunos autores lograron hallar una forma para burlar esa vi– gilancia, mediante un tono irónico que conciliaba la amenidad de la acción dramática con la intención crí-
tica del conflicto. Así, el portorriqueño Ramón Mén– dez Quiñónes logró obras como l/Un jíbaro como hay pocos", que recogía el color del idioma de la isla y ponía de manifiesto la gravedad de los problemas ra: ciales que tanto han preocupado a muchos países de nuestro Continente El cubano Salvador Salazar mos– tró la vida de la clase media oprimida de su país en su obra "La torpe realidadl/ y como del ivado de esta pos– tura apareció después el autor costumbrista más im– pOI tante de Cuba, Marcelo Salinas, que coincidía con los uruguayos Florencia Sánchez y El nesto Herrera en la abundancia de dones naturales, en su sinceridad, en una instintiva sabiduría para expresar sus ideas liberales en un diálogo eficaz, nacido de los hechos y nunca de las tesis del autor
En Centroamérica
E:.stas ideas liberales que animaron el Teatro de Costumbres hallaron repercusión en Centroamérica en la obra del costarricense Raúl Solazar Alvarez y en [a del salvadoreño Francisco Gavidia, que en comedias como "El Encomendero", expresaba su tierno apego a las cosas y motivos inmediatos, para hacer una vió. lenta acusación en contra de la permanencia de ele– mentos feudales en todos los países de Hispanoamérica; ésta misma inspiración animó e[ teatro de costum. bres mexicano, aparecido en el momento mismo en_ que estallaba la
I evolución de 1910, que trajo a lá vida nacional una diferente información ideológica. En este teCltlo, que había tenido sus antecedentes inme– diatos en el drama rUlal de Federico Gamboa titulado "La venganzci de la glebql/, los autores mexicanos pu~
sieron en juego elementos panfletarios para aleccionar clcerca de los fines positivos de la revolución. . Juan BLlstilto Oro én su obra "Masas" y Maurido Magda[eno en Id suya I/Einiliano Zapatal/, crearon personajes por– tadores de ideas elementales, fácilmente comprensi– bles a los públicos mayoritarios;
Preocupación fundamental
Todo este período costumbrista estaba dotado de
una preocupación fundamental, la de señalar la vitali– dad de la clase media y de la campesina, formadas por el mestizo indohispánico, y de las adversidades que debían vencer poro su crecimiento Los autores ex– presaban concientemente su descontento ante los he– chos que el prolongado coloniaje había propiciado las diferencias de castas, el desprecio por la incipiente CLIltura local, etc Manifestaban así su deseo de libe– loción de esas ataduras, pero en la forma de expresión permanecían aún obedientes a los dictados del teatro español de los finales del Siglo XIX La misma gracia ingenua e intencionada que Bretón de los Herreros y
sus descendientes habían impreso en su creación dra– mática, la misma lucha sorda entre personajes pode– roso e inestables y otros pobres, nobles de corazón, siempre dispuestos a ofrendar su vida en salvaguarda de la justicia y de [a dignidad.
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