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El teatro metafísico

Otro acontecimiento, también de índole universal, que ejerció un poderoso influjo en la vida de todo el mundo, vino a cambiar los cauces que el movimiento dramático de Hispanoamérica seguí'Cl en los comien· zas de la cuarta década del siglo y este 'fue el estallido de la segunda guerra mundial, su consumoción y sus consecuencias, que no pasaron inadvertidos a nuestros países.

El teatl'O político

pública nacional y las deformaciones psicológicas que ocasionaba #ln los gobernados. El autor ecuatoriano Demetrio Aguilera Malta enjuició la justicia conven– Cional en Su obra "Honorarios" y los portorriqueños Manuel Méndez Ballester y Francisco Arriví trataron Ja inadaptación de los personajes de su país, ante algunas forjTlas de vida extrañas a ellos, a las que de– ben asimilaise sin lograrlo nunca, lo cual ocasiona una enajenación de su propia identidad

José Antonio Ramos fue quizás el primer drama– turgo cubano que supo ver la cercanía de una revolu– ción que hqbría de transformar totalmente la vida de su país En su obra "Tembladera" expresa los pro– blemas creados por una independencia tardía, a los que casi np encuentra resolución Pcira concluir la revisión de este importante capítulo nacionalista, recor–

demos que dos autores centroamericanos supieron dramatizar hechos doloroso de esa parte: del continente tan largamente oprimida por diversas: presiones El nicaragüense Pablo Antonio Cuadra, eh su obra "Por los caminos van los campesinos", puso' de manifiesto la estéril lucha partidista, liberal y conservadora, que ignola los ploblemas urgentes motivado$ por la ocupa– ción extranjel a, y el guatemalteco ~anuel Galich, quizós el mós severo crítico entre los aytares dramáti– cos de nuestro continente, de las tiranías caudillistas, y de la sumisión de esos Opl imidos

La obra de todos estos autores mu~stra, como he– mOs visto, una comunidad de propósitos y también ,una semejanza de procedimientos .literarios Los !,!ufemismos de Jo Jjlodaljdad unjversalista ceden el pa–

,~o a la visión objetiva y escueta de IQs hechos La 9cción ocupa, dentro del drama, una dimensión mayor que la reflexión El lenguaje, sin ser reproducido, se -dñe estrictamente a la realidad Auñque conceptuo–

,so, es claro, y en algunas ocasiones demostrativo, co– mo conviene a un teatro que intenta fa comunicación por medio de problemas políticos

El teatro nacional

La necesidad de meditar acerca de los problemas que habían originado fa guerra, hizo que la literatura del mundo entero adquiriera un sentido trascendental, que pretendía una interpretación total de Ja existenCia La Humanidad descubría en su condición misma, un Con igual intención crítica otros autores des- impulso destructivo capaz de desencadenar una cruel– cubrieron los vicios ejercidos por la administración dad sobrehumana. El teatro recogió una problemá-

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Los perfiles que los estudiosos habían precisado son aprovechados por los dramaturgos para construir caracteres concientes de su función dentro de la vida nacional, imbuídos de una capacidad crítica anteS desconocida en el teatro de Hispanoamérica.

Al lado de estos fenómenos de índole social y po– lítica, vemos también, por primera vez manifestados en el teatro, numerosos elementos del arte popular de cada país, que recogen una abundante mater ial míltico, mfÍgico y religioso que subyace en la conciencia de nl.lestlos pueblos En este caso se busca una interre– lación entre los fenómenos sociológicos y la persistencia dé un mundo mógico, motivado por el aislamiento de Ciertos grupos humahbs, que permanecen al margen de la vida nacional de cada país

y de esta manera sé inició una diversIficación de las culturas nacionales en cada uno de fas países hispano– americanos Todos los intelectuales del continente se ven entonces solicitados por una preocupación mayor' La definición y la afirmación de los rasgos caracterís– ticos de cada país Aparecen por entonces, entre la tercera y la cuarta década del siglo, numerosos estu– diós que precisan con abundancia de argumentos filo– sóficos, políticos, económicos y culturales los elementos que determinan la vida individual de cada país y pos– teriormente el material que había sido recogido en estos estudios se convierte en algo mós vivo y dinómico, como son los personajes dramáticos

Este Ciclo del teatro nacionalista nos muestra un rico material dramático' Desde el deslumbrante desfile orgíasticb que el autor argentino Juan Oscar Ponferra– da has muestra en su obra "EI Carnaval del Diablo", o')a exposiCióh de la leyendo viva, síntesis del alnia de lina naciór.t, que el uruguayo Fernón Silvá Valdés hos presenta en su poema drómáticQ "EI Burlador de la Pampa", o el análisis lúcido y a la vez apasionado, que el chileno Antonio Acevedo Hernóndez hace de las insuficiencias económicas de su país en obras como "Chañarcillo", o la enérgica acusación nacionalista del paraguayo Jaime BestOld que en su drama "Arévalo" narra un episodio de la Guerra del Chaco y con él pone al descubierto algunos graves problemas de la convi– vencia americana Los héroes de nuestra historia son reconstruídos por los dramaturgos con un criterio anti– histórico y como afirmaci6n de la nacionalidad. El autor peruano Bernardo Roca Rey escribió, dentro de este e'auce, su obra "La muerte de Atahualpa" y Ro– daifa Usigli, con un acendrado afán de rectificación, recreó algunos célebles personajes como el Emperador Maxlmiliano y su eSposa, la Princesa Carlota, en su tragedia "Corona de sombras" mientras que, en otras obras iniciaba la crítica de los procedimientos revolu– cionarios y de la hueva burguesía nacida de la revolución como en "El Gesticulador"

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