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La enfrada, desde algunos años, se va hacien– do mas dificil; un vapor se quemó en medio, ..¡

su aqnazon sirve ahora de apoyo á las are– nas para formar allí un bajío peligroso.

Al Sur de San Juan la costa presenta va– rias puntas, de las cuales la mas saliente es el cabo de Natan. Allí empieza el golfo de Pa– pagayo, que se extiende hasta el cabo Elena.

En el fondo del golfo se encuentra la ba– hía de Salinas. Esta es Ull puedo casi circu– lar, de 6 á 8 millas cuadradas de superficie y 35 á 80 piés de agua sobre fondo de laja. No le entra ningun rio, y por consecuencia no recibe sedimentos; el cabo Descades la prote– ge al S. O. y hace que sus aguas estén al abri– go de la Tasca y de las arenas invasoras. Sus márgenes son alias y de un acceso tan fácil, que un buque pudiera arrimarse á ellas y des– cargar corno á lo largo de un muelle. En me– dio de la entrada hay una isla en que hemos visto terminarse el límite con Costa Rica, se– gun el tratado de 1858. Los valles que se abren sobre la bahía son amenoS y fédiles y la re– gion sana, de modo que es difícil comprender corno puede ser que un instrurnento de circu– lacion tan perfecio no posea ninguna pobla– cion en sus riberas, ni aun en sus cercanías.

Entre la punta Deseades y la bahía Elena hay una hermosa rada llamada Sant? Elena. En la punla empieza el golfo de la Culebra, que se extiende hasta la punta Velas. Es te– mido de los navegantes, pero, sin embargo, sus costas ofrecen un puedo muy hermoso, llamado ±arnbien de la Culebra

IX

CLI~ y METEOROLOGIA. - Las causas q",e tienen una influencia mayor en las dife– rencias notableS que pueden observarse en el climf'l. de las varias parles de la República de Nicaragua, son, de muchas clases que exami– naremos .separadamente.

La primera es el viento. El que domina es alisio del Nordeste, que se llama vulgar– menie el "Norte" (1). Por lo regular da orí– gen á un tiempo rela±ivamenie seco. Cuan– do cesa, el viento que le sucede mas general– mente el Monzon del S. O., que sopla en sen– tido diametralmente opuesto, y acarrea infa– liblemente la lluvia. Vulgarmente este últi– mo se llama el "Sur" Los vientos que soplan de otros rumbos son raros, los mas frecuentes son los del Este y del Oeste, pero no ejercen sobre la atmósfera sino una influencia muy moderada y son siempre variables.

Es debido á la pennanencia del alisio del Nordes±e que las costas orientales de Nicara– gu,a están mas cerca de Europa para un bu– que de vela qtie cualquier otro país que se en-

(1) El norte es el viento nOllllal; un nOl te es una tempes. tad de un caráctel particular cuya desclÍpcion se encontrará mas adelante.

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cuentre á igual distancia pero en otra direc– cion. El alisio es una fuerza corno el vapor, y es ciedo que hasta ahora no ha sido utiliza. do corno lo merece, sea para venir de Europa á la América Central. sea para alejarse de es– ia en direccion á Asia ó a Australia.

No solamente el alisio es una fuerza, sino que su suavidad y su regularidad hacen de él una seguridad. En±re las Azores y Nicara– gua no hay tal vez un solo ejemplo de una desgracia maríthua que no haya sido debida á

la negligencia ó á un accidente, pero nunca al viento propiamente dicho, y esta navega– cion, mucho mas agradable y cómoda que la de los mares helados de la via de Nueva York ó del cabo de Hornos se efectúa sin el menor cuidado á bordo de los grandes vapores ac– tuales.

Con respedo á los huracanes (cordona– zos) su mayor accion se limita generalmente á la parte N. del archipiélago de las An±illas y al estrecho de Bahama, y se evitan casi constantemente cuando se pasa por las esta– ciones ordinarias de Colon, Cartagena y Mar– tinica. Es fácil reconocer esto por el exámen del mapa publicado por el profesor Jonhston en el "Standard physical AfIas", mapa que re– presenta el trazado gráfico de la esfera de ac– cion de todos los huracanes que han tenido lugar en el mar Caribe durante los úlfimos 150 años. Por lo que toca á los huracanes :te– rrestres puede decirse que son desconocidos en Nicaragua.

La proximidad de los mares hace que es– ±e país goce de la misma regularidad de tem– peratura que una isla, y, su calidad de con±i– nente hace que aquella temperatura sea mas baja que la de las Antillas situadas en la mis– ma latitud.

La aHura, sobre el nivel del mar, de las altiplanicies colocadas enfre las cumbres de la cordillera, hace que aquellas planicies po– sean una temperatura media, mucho menos elev;;tda que la de las partes bajas y' vecinas de l~ costa. Es fácil reconocer, en Nicaragua corno en todo lo demas de la América intertro– pical, la existencia de una tierra caliente, así corno de una templada y de una fria. La zo– na glacial es desconocida; ninguno de los vér– tices·de la cordillera ó de los volcanes tiene la elevacion suficiente para cubrirse de nieves accidentales ó perpétuas.

La influencia de la latitud se hace sentir en la fierra caliente por las pocas variaciones que experimentan los barómetros, y aun los termómetros, fenómeno propio de la zona in– tedropical Hay relativamente poca diferen– cia en1re los meses de Diciembre y Junio, co– mo ±ambien entre las doce del dia y las doce de la noche de un inismo dia. Lo qUe acaba– rnos de decir, se refiere á la teluperatura ab– soluta acusada por un termómetro colocado

á la sombra y al abrigo de toda perturbacion accidental. Porque, en el dia, y sobre todo en los meses caniculares, el calor radiante

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