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modifica profundamente el estado de las co– sas. Pero aun cuando se hace intolerable andar al sol, basta ponerse en la sombra y al abrigo del calor radiante para sentir fresco, lo que no se logra, ni en Paris, ni en Nueva York, donde los calores del verano persiguen á uno hasta en el interior de las casas y du– rante las noches.

La naturaleza del suelo con los inmensos bosques que lo cubren, casi en sus dos terce– ra paríes, contribuye á entretener una hume– dad perpetua, que, aun al fin de la estacion seca, mantiene el higrómetro á un grado casi permanente de saturacion. Esta humedad tendria graves inconvenientes si la atmósfera no estuviera constaniemente purificada por las grandes corrientes de los vientos regula– res pero, gracias á ellos, no ejerce sino una accion bienhechora sobre la organizacion hu– mana, sin dejar de comunicar á la vegetacion una intensidad incomparable, y de hacer rea– lizar a la tierra maravillas de fecundidad. Cuando cierías circunstancias rneteorológicas vienen á aurneniar esta humedad, y que, á la vez, cesan los vientos regeneradores, combi– nacion que se presenta á veces en la es±acion de las lluvias, se declaran entonces fiebres in– termitentes, mas bien molestas que peligro– sas, y que son el único inconveniente que pre– senta este clima, cuyo carácter esencial es la salubridad. Aunque esta afirmacion contra– dice creencias erróneas, tradicionales en Euro– pa y otras paries, no se puede demasiado re– petir que, para el que observa las reglas y la moderacion que aconseja la higiene, el clima de Nicaragua es uno de los mas sanos que puede ofrecer la zona iórrida. Tendremos que volver al asunto del clima, considerado bajo el punto de vista de su influencia sobre los hombres, cuando trataremos de la pobla– cion y de la inmigracion.

Los movimientos de los asiros ejercen con notable energía su influencia sobre el clima de Nicaragua. El pasaje de la luna de un cuarío á oiro determina ineví±ablemenie una modificacion en el tiempo. El pasaje del vien– io del N. O. al rumbo opuesto, coincide gene– ralmente con los solsticios, y los vientos irre– gulares soplan mas especialmente en el mo– menio de los equinoccios. Debo consignar aquí, que de conformidad con la posicion as– tronómica del país. los dias son casi iguales á las noches, y que el crepúsculo es muy car– io.

Muchas airas causas locales influyen so– bre el clima de Nicaragua. Por ejemplo los vérfices agudos de los volcanes hacen obede– cer la electricidad del suelo ó la de las nubes á la ley de física llamada "poder de las pun– tas", 10 que, acumulando sobre cieríos puntos una tension eléctrica considerable, comunica una intensidad especial á las borrascas acom– pañadas de truenos. Los terremotos ocasio– nados por los volcanes que están todavía en actividad, no dejan, por lijeros que sean de

ejercer su influencia sobre los instrumentos meteorológicos. Ciertas lluvias excepcionales pueden determinar inundaciones parciales, ó convertir en pantanos cierías paríes del suelo á donde no encuentran desagüe, 10 que au– menta las superficies de evaporacion, y dis– minuye la pureza de la aimósfera, sin hablar de los inconvenientes que resultan de esto pa– ra la circulacion. Suelen encontrarse dispo– siciones topográficas, que colocan una frente á aira, en la direccion del viento, gargantas de la grande y de la pequeña cordillera, y el viento adquiere en esie caso un aumento par– ticular de fuerza. El valle del San Juan, y la depresion que sigue al Orosí están en este ca–

so; ambas se encuentran casi en línea recta,

y cuando el vienio sopla entre ellas, la paríe del Pacífico que les corresponde está expues– ta á violentas ráfagas que han sido causa de la mala fama del golfo de Papagayo. La vio– lenta resaca llamada "Tasca", que aflije toda la cosra occidental, no tiene otro orígen que la pequeña altura del relieve que la separa del valle de los lagos. Esta barrera no es su– ficiente para contener el alisio, el que, soplan– do demasiado cerca de la costa, contraría los movimienros de la marea, que precisamente son muy pronunciados. Esta lucha ocasiona un choque, proporcional á su violencia, que constituye la Tasca.

Poco á poco, helnos pasado del exámen de las causas que influyen sobre el clima al de los efecios que producen. No seguiremos adelante sin decir que, en Nicaragua, hay so– lo dos estaciones bien distintas. La de las llu– vias que se llama en el país "invierno", y la estacion seca, ó "verano". La época en que cada una empieza y acaba es variable segun las localidades. La mayor diferencia en S'U,

distribucion es la que existe de cada lado de la gran cordillera, enire el declive occid~;mtal

y el oriental. En este úHimo, el alisio perma– nen.l:e del Nordeste llega del Océano cargado de vapores al estado esferoidal, y luego se encuentra con selvas, en las cuales, á la som– bra de árboles gigantescos, reina una hume– dad y frescura perpétuas. A este contacto, esos vapores se condensan y caen en aguace– ros irregulaes; eso Se llama el verano, y dura desde enero hasta mayo inclusive. Duran.l:e los otros siete meses del año, la lluvia cae en forma de un diluvio compleio, y solo en agos– to y oc.l:ubre se presentan in.l:ervalos de tiem– po Seco, llamados "veranillos". La costa pro– piamente dicha. siendo muy plana y baja, se vuelve pantanosa y enfermiza; pero alejándo– se de ella hácia el interior se encuentran lue– go comarcas muy Secas, á pesar de la hume·· dad.

En el declive occidenial de la cordillera las lluvias empiezan por lo regular el 15 de mayo, para acabar hasta el 15 de noviembre. Hay muchas veces un "veranillo", ó varios ve– ranillos, en agosto. El agua cae por lo regu– lar en la farde durante algunas horas, pero

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