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mos observado los atisbos de tristeza y de melancolía,

de fatalidad y de resignacion Hay, más allá de estos climas eroticos y carnal, una desespelacion fundamen– tal, un agudo mal de vida Es lo que trataremos de mostrar ahora

IV. PROYECCION POETICA DE

UNA DUALIDAD

¿Es justo afirmar que la poesía de Rubén Darío es unívoco y monocorde? ¿Qué se reduce a un ob¡eti– 'lo: lo erotico carnal? Es lo que ha intentado hacer Pe– dro Salinas en su estudio sobre la obra del poeta Quie– re demostrar de manera sistemática casi, que la evo– lucion del drama intel ior de Rubén DalÍo pasa por las siguientes etapas, que van del amor platonico a la exaltacion de la posesion carnal:

a) El poeta divierte su mirada y se divierte él mismo ante las bellas muchachas que la imaginacion

y el pasado le presentan Amor completamente espiri– tual;

bl La exaltacion de la mujer, musa de carne y hueso;

cl Deificacion de lo carnal: sacrilegio de compa– rOl la calne y 10 mujer a la Eucaristía;

di El delirio de fa posesión total, tal como se expresa en el soneto "Mía"

Salinas exagera excesivamente al afirmar que esta es la orientacion indudable del tema vital en Darío Niego todo valor a los hechos biográficos y cronologi– cos; pero pretende, por otra parte, explicar lo persona– lidad del poeta a través de su obra Tiende a querer c.1asificar demasiado, y los atributos que asigna al poe– ta, (panerotismo, hedonismo, furor erotico, pan-afro– ditismo, erotlsmo frascendental, etc J, lo convierten en una suma de abstracciones, le quitan toda vida y todo drama Parece que Salinas hubiel a intentado consti– tUÍ/ una metafísica del Eros, apoyándose en la obro de Daría

Sabemos bien que las fechas de publicación de los libros de poesía no pueden presentarse como prueba real e irrefutable Cieltos poemas pueden haber sido redactados antes que otros, y haber sido publicados muchos años después que éstos Sin embargo, las fe– chas contradicen a Salinas: Mía (1896), Carne, celeste carne (190S), "Balada en honor de las Musas de car– ne y hueso (1907L etc La progresion del drama inte– rior de Daría, tal como nos lo presenta Salinas es, si no se toman en cuenta estas fechas, absolutamente arbi– traria ¿Por qué no invertir el orden de estq evolucion, que tal vez sería entonces una expresion más adecuada de la orientacion genelal de la obla poétiCCl en cuestion? Para no dejal nos llevar a conclusiones tajantes y a afir– maciones demasiado excluyentes, hasta ahora hemos destacado tanto el aspecto platonico de su amor como el sensual, erotico y carnal Es que nos parecía que la obra de Rubén DolÍa no se limitaba a los estrechos marcos de una definicion, de una etiqueta, por muy es– tilizadas y poéticas que fuesen las que nos ofrecía Sa– linas Al contrario, la obra de nuestro poeta refleja una lucha, un duelo ininterrumpido entre la carne y

el alma, entre la nostalgia del amor espiritual y de la poses ion carnal, entre la pureza soñada y el estado de pecado Refleja esta dualidad desgarradora y dolo-

49 "Lo. llaros", Obr•• C<>mplet•• (cd Aguado), t JI, pá"" 285.G

roso que conforma todo el drama de la vida de DolÍa

Intentaremos mostrar brevemente que esta evolucion, si no se verifica absolutamente desde la carne al alma, por lo menos consiste en una concepcion aisladora de los dos términos de una dualidad

¿Qué tiene de extraño que las poesíos más sen– suales de Darío hayan sido compuestos en su juventud? ¿No es comprensible que la lucha entre la carne y el

alma, que esta dualidad solo venga a revelarse en sus obras posteriores? Es preciso decir que en esto Daría se parece como un hermano o Verlaine Conocidos son su admiracion y simpatía por el poeta flancés Encon– traba en él lo imagen de su propio sel, pOI lo menos la imagen de lo que él se imaginaba sería algún día Así como Verlaine hizo su camino poético y existencial desde las "letanías" hasta "Sagesse", así Rubén Darío hace evolucionar su vida y su creacion, que la refle¡a, de "Mía" a "El reino interior" Es interesante citar aquí lo que él pensaba de Verlaine: "De los tres Ene– migos, quien menOS mal le hizo fue el Mundo El De– monio le atacaba; se defencJía de él, como podía, con el escudo de la plegaria Lo Carne sí, fue invencible e implacable. Raras veces ha mordido cerebro humano con más furia y ponzoña la serpiente del Sexo Su

cuerpo era la lira del pecado (l y ese carnal pagano aumentaba su lujuria primitiva y natural a medida que acrecía su concepcion catolica de la culpa". (49) Este testimonio es una confesion, y figula entre los mejores retratos literarios dibujados por nuestro poeta, letrato que podría apliCCllse al propio Darío

Veamos, pues, como se expresa esta dualidad, cuá– les son sus síntomas, cuál su intensidad y qué lugal ocupa en el mundo poético de Daría

El poema alegorico "El Reino interior" traduce es– ta lucha interna, empleando simultáneamente procedi– mientos pictóricos y dramáticos Asistimos a su desen– volvimiento, espectadores y testigos Es el drama de un alma que se contempla, asiste a su propia dualidad Nada falta al decolado para sugerirnos el sentido de esta alegolÍa: está la torre (el cuerpo), y el alma que es su bello prisionela; la selva lel complejo de los ins– tintos), las dos procesiones 110 dualidad proyectado fue– ra de sí mismo), que son la guerra entre los vicios y las virtudes, etc Algo en este cuadro recuerda la pin– tura prerrafaelista

He aquí el olma que trata de ver lo que pasa en ella, y todo lo que ocurre en ella es proyectado en el cuadro del paisaie que rodea la tOI re: Mi (lIma frágil se asom(l

(1 la ventan(l oscura de la torre terrible en que ha treinta años sueño.

(50)

Fuera es primavera, y el alma exclama radiosa:

¡Yo soy la prisionera que sonríe y que canta! Esta prisionero de la torre se presenta como una joven infanta, muy pura, sobrecogida de asombro ano te el espectáculo que se le ofrece:

Y las manos liliales agita, como infanta real en los barcones del palacio paterno.

Pero es entonces cuando va a comenzar el drama La prisionera se mira en el espejo de su conciencia -a

-JO-.

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