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El tercer Nocturno que comentamos aquí poro ilus– trar la conciencio trógico del tiempo vivido, figuro en– tle los menos perfectos desde el punto de visto formol, pero retoma los motivos y los elementos del segundo, acentuando aquellos que expresan el desgarramiento Todo en torno 01 alma es silencio y misterio Todo parece anunciar una muerte inmediata -el si lencío absoluto- si no fuera por el batil violento del corazon o el flujo de \0 sangre por las venas Surge entonces la gran pregunta, uno cuestion de vida o muerte: "¿A qué hora vendrá el alba?":
Silencio de la noche, doloroso silencio
nocturno.. Por qué el alma tiembla de tal manero?
y me digo: ¿A qué horo "endrá el alba? Se ha cerrado una puerta.. Ha posddo un tronseúnte.
Ha dado el reloj tres horas. iSi seré! Ella! (65)
Más que en los Nocturnos precedentes, el clima poemótico corresponde en éste a la mós pura tradicion simbolista, impregnado de matices, de contornos inde– finidos Hay algo de Verlaine y de Maeterlink a la vez El rasgo final, iSi será Ello!, ¿qué significa? Probable– mente el temor de la muerte que roza la puerta, así corno la Ella al final del primer Nocturno sigllífica cier– tamente la Muerte
El mal de vivir (mós profundo que el mal del si– glo de los romónticos, más terrible que el tedio de vi– vir de P Valéry), una vida en continuo insomnio y ca– rente de reposo, las eternas interrogantes del hombre !¿de dOhde vengo?; ¿Cl donde voy?), he allí el tema de Lo Fatal, que termina los Cantos de Vida y Esperanza. Esta pregunta, en el momento en que escribe Daría, es ciertamente un lugar común de siglos; pero bajo la plu– ma de nuestro poeta se convierte en una cuestion ne– cesaria e inevitable, recibe una resonancia y un tem– blor tan humano, que no podía dejar de ser plantea– da
Todo este mal de vivir proviene de lo que el hom– bre piensa Para evitarlo, sería necesario poder dor– mir, ser insensible, o bien reír. Mientras vive en los límites del presente, en la densidad del "ahora" epi– cúreo, y agota los placeres, sin prejuicios, puede vivir feliz y libre de toda inquietud existencial Desde el instante en que toma conciencia de si, se sitúa de gol– pe en el Tiempo, y en relacion a él se desdobla entre el pasado y el porveniJ, es atenaceado por la angus– tia, si no sabe evitar el insomnio, si no sabe ausentO! se de sí mismo Este mal de vivir es más profundo, más absorbente y existendal que el "mal del siglo" de los
románticos Cuando Darío escribe: "no hay mayor pe– sadumbre que la vida consciente", resume claramente esta situocion Querer ser árbol o piedra es un sueño viejo como la Humanidad: el deseo de ser insensible, o por lo menos inconsciente, de no estar o merced de lo conciencio, o fin de evitar el dolor de vivir, Es el rechazo o ser Narciso y contemplarse en el estanque, para no caer, llegado la tarde Pero el deseo de ser objeto o cosa, de evadirse de las redes que tiende la conciencia desvelada, no es más que una i1usion Se
OG "Nocturno", p 1018
66 • Lo f:.o.tnl", p 040 El proCesor l1 Péri llamó lni ateneión l50brc la
r.éJt.'hr~ ;m¡cripción que puso Miguel Angel pma sus Nl1ches: uc'<tlO
está condenado a ser consciente, de allí el titulo: Lo fatal
Dichoso el é!rbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente, pues no hay dolor más gronde que el
DOLOR DE SER VIVO NI MAYOR PESADUMBRE QUE LA VIDA
CONSCIENTE 166) "Lo fatal" es el único poema en donde Dario ex–
presa con tanta intensidad el temor de la muerte, su presencia omnipotente en todos los instantes de la vi– da; la muerte obliga al homble a situar se en relacion a ella, a instalarse conscientemente en el Tiempo Es lo que da 01 Tiempo su contenido de angustia y de tragedia Sin esta conciencio de la muerte presente, ¿qué sería el tiempo? Un eterno presente, una beati–
tud sin caídas, y el hombre, ante ese discurrir viscoso de eternidad, no sería mós que un árbol, o menos to– davía, una piedra Pero la muelte estó presente y es un acicate Ella es quien do esta nueva resonancia a la poesía de Darío, ese temblor a sus estl afas líricas la desesperacion no tiene salido, aurora u horizonte: Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto y el temor de haber sido y un futuro terror.
y EL ESPANTO SEGURO DE ESTAR MAI'lANA
MUERTO
y sufrir por la vida y por la sombra y por Jo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne qlJe tienta con sus frescos racimos,
y lo tumba que aglJClrda con sus fúnebres ramos,
y no saber C1dond~ vamos, ni de donde venimos... (ibid 1
¿Constituye esta nota de desespelacion la última palabra de Daría? ¿No hoy ninguna esperanza de cla–
ridad, ninguna posibilidad de encontrar una lazon de vivir y de sustraerse o esta existencia sin salida? Ya hemos subrayado la dualidad fundamental de su sel Aquí, otra vez, hay dos en él Aquel que iba de Ja pasion carnal a Jo desesperacion y el que evo– lucionaba del amor espiritual hacia lo "sagesse", ha– cia la redencion Igual que Verlaine Trotemos, pues, de ilustrar ahora con algunos ejemplos ese otro tema frecuente: el arrepentimiento, el remordimiento, el de– seo de perdon, la nostalgia del silencio y de la paz interiores
El poemita No obstante revela ya los síntomas de una primera rebelíon contra esa pérdida de sí mismo en el reino nocturno de /0 muerte Es /a voluntad na– ciente de ser vencedor, de no ser víctima Para pintar– nos esta situacion trógica sobre lo cua! quiere triun– far, Darío recuerda o Pascal y el BCludeloire, el uno contemplando el abismo y la nada, pero allí descu– briendo a su Dios; el otro rozando las alas de la muer– te en los paraísos artificiales:
De Pascal miré el abismo,
y vi lo que pudo ver cuando sintio Baudelaire "el 010 del idiotismo"
Hay, no obstonte, que ser fuerte: pasor todo precipicio
y ser vencedor del Vicio, de la locura y la MUerte. (67)
mió il sonno e piú l'eESiier (li aaaBO lohntrc ch'l danno e la. verglJgna
dura Non vcder, no t>entir m'é Clan vcnturll Percjó non mi destal J
DQh, parla bnsso!".
ti? "No OJ¡~tólJlM"t lJ !'OS
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