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lio de unos sujetos que en aquel entonces pudieron ser peligrosos en Granada

Sin embargo, el decreto de 22 de septiembre era el paso de que más se podía esperar para la reorgani– zacion del traba¡o en el país Ero el acto en tOlno del cual giraba toda la política del gobierno, y como ha sido muy criticado será bueno insertar el decreto en en–

tero Dice así:

"Considerando que la asamblea constituyente de la República, el 30 de abril de t838 declaro al Estado li– bre, sobel ano e independiente, disolviendo el pacto que la constitucion federal establecio entre Nicaragua y los demás Estados de la América Central;

"Considerando que desde la fecha mencionada, Ni– caragua ha estado realmente exenta de los deberes que le imponía la constitucion federal;

"Considerando que el decreto de la asamblea cons– tituyente del 30 de abril de 1838 dispuso que los de– cretos fedelales anteriores a esa fecha quedasen vigen– tes, con tal que no se opusiesen a las disposiciones del mismo decreto;

'Considerando que varios de dichos decretos no convienen a la presente situacion de la República y son contrarios a su bienestar y prosperidad, lo mismo que a su integridad territorial,

"Se decreta:

"Artículo ]9-Todos los actos y decretos de la asam– blea fedelal constituyente, lo mismo que del congreso federal, se declaran nulos y de ningún valor

"Artículo 2 9-Ninguna de las disposiciones aquí contenidas podrá afectar los derechos poseidos hasta el día en virtud de los actos y decretos que pOI el presen– te quedan derogados"

Uno de los primeros actos de la asamblea federal constituyente fué la abolicion de la esclavitud en Cen–

tro América, y como ese acto quedo derogado, entre otros, por el decreto del 22 de septiembre, se supuso generalmente que éste restablecio la esclavitud en Ni– caragua Cnbe dudar que tal deduccion sea estricta– mente legal; pero la derog¿ltoria de la plohibicion abría claramente las puertas a la inh oducciori de la esclavi– tud la mente y el propósito del decreto eran claros; tampoco pretendio su autor disimular el ob¡eto que se propuso al emitirlo Por este decreto debe juzgarse ItI administracion de Walker, porque es la clave de toda su política En realidad, la cordura o la insensatez de este decreto implican la cordura o la insensatez del mo– vimiento americano de Nicaragua; porque del restable– cimiento de la esclavitud africana dependía la estabili– dad de la ram blanca en el país Si no era juicioso el decreto llamada de la esclavitud, Caboñas y Jerez es– taban en lo cierto al querer servil se de los americanos tan solo para levantar una faecion y derrocar a otra Sin una mano de obra como la que proporcionaba esa ley, los amel icanos solo habrían podido hacer en Centro América el papel de la guardia pretoriann en Roma o de los ienízaros en el Oriente, y para prestar selvicio tan degraclante estaban mal preparados por las cos– tumbres y ti adiciones de su raza

La diferencia entre el sistema colonial de las Co– ronas de inglaten a y de España explican los resultados distintos en los dominios ingleses y españoles en Amé– rica Las cofonias de la Gran Bretaña fundaron sus plO– pias formas de sociedad; se dieron a sí mismas todos

(os estatutos y reglamentos que su nueva sítuacion re– quería, y por lo tanto echaron los cimientos solidos de una civilizacion peculiar y origina!. Sus instituciones nacieron de sus necesidades y fueron por consiguiente adaptadas al clima y al suelo que se encontraron en el Nuevo Continente Pero en las posesiones españolas la cosa fué harto distinta las Leyes de Indias eran

decretados por la Cotona, y estas leyes, algunas veces buenas, pero COII más frecuencia malas, eran el resul– tado de la voluntad del monarca En el caso de Cuba, Isabel se dejo influil en su resolucion por los conseios del benévolo Las Casas, y si España posee actualmen– te la isla, lo debe a la sabia filantropía del sacerdote de buen corazon La esclavitud de los negros es sin duda la causa de la presente prosperidad de la isla, así como de la conlinuacion del régimen cotonial, y Cu– ba contrasta hermosamente con Jamaica y Santo Do– mingo y ostenta con ventaia la superior sabiduría de España, en comparacian de la falsa humanidad de Fran– cia e Inglaterra Sin embargo, en el continente no fué España tan afortunada como en la isla siempre fiel A la conquista no siguio un cambio estable y radical de la organizacian política Llevo allí el derecho romano; pero éste no modelo la nueva sociedad ni infundio a sus instituciones un espíritu nuevo Así por ejemplo, los únicos combios de verdad efectuados en México y

el Perú los hizo la Iglesia Los paganos del continente fuelon convertidos al cristianismo y los padres misione– ros redujeron las tribus salvajes, enseñándoles Ja agri– cultura y los artes más rudimentarias de la vida Fue– ra de la proteccion dada por la Corona a la Iglesia en su obra de reconstruccion de la sociedad, poco hizo el gobierno español en favor de sus vastos dominios con– tinentales La esclavitud no pasaba de ser en el conti– nente lo que los fisiologos llaman una "señal", y pronto cedio ante las pasiones que surgielon a raíz de la inde– pendencia de las colonias

Los hombres que concibieron la constitucion de los Estados Unidos no estaban libres de las influencias que en Francia llevaron a los horrores de Haití y en Ingla– terra a las miselÍas de Jamaica Los ingenios y filoso– fos de Jo convencion constitucional - el robusto talen–

to de Flanklin, el genio brillante de Hamilton y el alma excelsa de Washington - no estaban exentos de los errores de los reformadores franceses de la época Las rapsodias locas de Rousseau, el sarcasmo incisivo y amargo de Voltaire habían infestado a los lectores de aquel tiempo con una especie de hidrofobia: una aver– sion mOlta) q la palabla esclavitud. Hamilton y Wash· ington, aunque batallando contra las ideas francesas, estaban todavía hasta cierto punto bajo la influencia de los delirios del ginebrino soble la igualdad y la frater– nidad Mr Jefferson no solo seguía las modas france–

sas en la maneta de pensar y de sentir, sino que las consideraba como los verdaderos frutos de la razon y de la filosofía A la vez que estas causas obraban en el ánimo de los caudillos americanos de aquel tiempo, el pueblo estaba inficionqdo de fas ideas de los ingle– ses Buxton y Clarkson los disidentes de la Gran Bre– taña inculcaron sus opiniones sobre la trata de esclavos a sus religiosos hermanos de América, y así fué como mediante la union de la filosofía franceso y del huma– nitarismo inglés, se echo sobre fa constitución de 1787 el peso de cláusulas cuyos malos efectos se hacen sen– tir constantemente en las comunidades que son dueñas de esclavos en los Estados Unidos

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