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de un elemento nuevo que iba a ser lanzado en la po· IítiCCl de la Union, yola desconfianza que suelen inspi– rar las novedades a la veiez, se añadía en el ánimo del sec.retario de Estado la circunstancia de no poder es– timar con precisian la fuerza y el derrotero del movi–

miento nicaragüense Para hacel ver cuál era el espíritu de Mr Marcy, basta decir que cuando se emitio en Nicaragua el decreto que revocaba los actos de la asam– blea federal constituyente y del congreso federal, Mr Wheeler comunico a su gobiel no el hecho, limitándose a observar que le parecía una buena medida para el Islmo De iuente enteramente iidedigna se sabe que la nota de Mr Wheeler se discutio en un consejo del ga– binete de Mr Pierce Mr Marcy y Mr Cushing insistie– ron en que el ministlo debía sel letirado en el acto; en cambio Mr Davis y Mr Dobbin defendieron a MI Whee– ler, diciendo que no había hecho más que cumplir con su deber, informando a su gobierno del decreto publi– cado en Nicalagua y del efecto que probablemente iba o tener en el pais El secretario de Estado insistió has– ta el fin en la destitucion de Mr Wheeler, y todavía lo víspera de seperarse de su cargo pidio al presidente, como un favol personal, que gestionase la renuncia del ministlo

(on el decreto del 22 de sep1iembre se quiso des– vanecer el error de los hombres públicos de los Esta– dos Unidos ocelco de que NicQloguo deseaba la ane– xion Pala un espíritu pensador ela evidente que me– terse en la Unión federal equivalía a fl ustrar el objeto del decreto, todo vez que las leyes federales prohiben el ingreso dentro Je los límites de su ¡urisdicción de in– dividuos suietos CI traba\ar por un término de años Nicaragucl no podía tener la esperanzo de conseguir su mano de obro en países que ya se quejaban de lo es– casez de la suyo, y los mismos Estados del Sur se ha– brian opuesto a la anexian de un territorio que podía quitarles esa mano de ob,a poro ellos tan necesaria. Sin emhaigo, en el calor de las pasiones de partido, los políticos, de los cuales Mr Marcy ela el tipo aca' boda, no se hadan cargo de estos puntos de vista Es– taban demasiado absoltos observando las corr'ientes de la opinian público o eí .epartimiento de) botín de la guerra de partidos, pOI a ponerse a pensar un rato en el bien público o en una política de verdad y de justi– cia

los políticos de la Unian estaban tan lejos de ver

que con el decreto de la !'lsclavitucl se proponía Walker declarar su hostilidad o la anexian, que algunos de ellos se imaginaron asestar un golpe magistral publicando ciertas cortas en que se le daban a Goicouría instruccio– nos sobre la conducta que debía observar en Inglaterra Walker autorizaba al intendente general para ir a lon–

d~es a tratar de convencer 01 gabinete británico de que Nicaragua no deseaba ser admitida en la Union ome–

ric~na, y se suponía que siendo cubano el emisario po– dna hacerse oír del ministerio bl ¡tánico mejol que un natural de los Estados Unidos En su carta o Goicourío,

~al~er le daba instrucciones para explicar que lo que

NI~aragua necesitaba era "una república basada en pnncipios militares", y uno república de esta clase era claramente impropia pala ser admitida en la Union del Norte ,los in¡;lleses velÍan pronto que el crecimiento de

u.n~ republica tal como ésa, situado hacia los límites me–

ndlona~~s de los Estados Unídos, tendería a restringir la

e~,o.nslon territorial de esta potencia Sigui~ndó esa P 'treo pensaba Walker fomentar el bienestqr, ele su

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país natal tanto como el de su patria adoptiva; porque la adquisicion por los Estados Unidos de todo territorio ocupado por hispanoamericanos sería lo causa de mu– chas molestias y peligroso poro lo Confederacion, así como de sufrimientos y opresión para Jos habitantes del nuevo territo! io La adquisician de territorio situado al sur sería sobre todo fatal poro los Estados propietarios de esclavos, porque así vendría o completarse el círcu– lo formado por las comunidades en que el traba¡o es libre, círculo que ya los rodea casi por todos portes Más fácil habría sido hacer ver en Francia que en Inglaterra el carácter antianexionista del decreto de la esclavitud M Ange de Sairt-Priest, sabio que ha pu– blicado uno obra extenso y valioso sobre las antigüe– dades de México y Centro América, acepto el cargo de consul general de Nicaragua en París, y se esperaba poder establecer por su medio relaciones con el gobier– no imperial La política perseverante de Napoleón III

ha sido la de aumentar el tonelaje de Francia, teniendo así mayores facilidades poro formar marinos Se abri– gaba la esperanza de poder hacer un tratado con el fin de emplear barcos franceses para traer aprendices afri– canos a los puertos de Nicaragua, suministrando así mano de obra o esta república con aumento del tráfico de los buques franceses El mismo emperador ha escri– to una obra sobre el canal de Nicaraguay su conoci– miento del país le permitiría ver las ventajas de llevar a él mano de obro negra Por otra parte, de no tener Frnncia la posesión del Istmo, el mayor deseo del em– perador habría de ser que la ruta del canal estwiese

en manos de una potencia vinculada al imperio por fuertes lazos de interés y de comercio

En realidad, todas las potencias de Europa están ,esueltdmente interesadas en favorecer la política que los americanos se proponían seguir en Nicaragua Con ella obtendrían productos tropicales rpucho más baratos que en la actualidad, y particularmente Rusia necesita proveerse de estos artículos en un pqís que no esté ba– jo el dominio o la influencia de Inglaterra. Hasta la Gran Bretaña, si quIsiera mirar más allá de las ganan· cios inmediatas de sus mercaderes codiciosos, podría ver provechos estables en lél seguridad y el orden que la mano de obra negra daríél ti Nicaragua Ahora que la Corona ha tomado el gobierno de la India de manos de una compañía de comerciantes, tal vez desdeñe de– jarse Hevar de los mezquinos celos comerciales que sa– rrificaron la isla de Jamaica a la Compañía de lo Indio Oliental.

Pero se dirá tal vez que Inglaterra nunca permiti– ría nada parecido al renacimiento de lo trata de negros Sin embargo, quienes observan de cerca las fases de la político británica, saben que la influencia de Exeter Hall va decayendo El frenesí del publico británico contra el comercio de esclavos está agotado y las gentes empie– zan a notar que fueron inducidas en error por el entu– siasmo caritativo de clérigos que sabían más de griego y hebreo que de fisiología y economía política y por solteronas enamoradas de lo humanidad en general, a pesar de que desdeñan poner sus ófectos en cosas me–

nos remotas que el Africa Todos los argumentos adu– cidos por los enemigos del comercio de esclavos se so– coron de los abusos a que éste se prestaba, y el reme. dio verdadero no consistía en abolirlo sino en reglamen. todo En los siglos diez,! siete y diez y ocho se le da. ba el nombre de "comercio para la redención de éauti. vos africanos", y si resucitara esta ar1tigl,Ja denorrii.

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