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lÍ'layor Waters con sus batidores los principales alma· cenes de la proveeduría, la intendencia, el porque y todos los talleres del ejército se hallaban en Granada Dos compañías de infantería resguardaban el río dé San Juan y esta frontera se puso el cargo del teniente coro– nel Rudler

. La mayor fuerza del enemigo estaba en Leon a las ordenes de Belloso; en el mes de agosto comenzo Mor– tínez a reclutar en Motogalpa y hasta en Chocoyas y La Trinidad Las tropas de Belloso permanecían muy cerca de 1.eon; barldores procedentes de Managua so– lían hacer reconocimientos hasta más allá de Pueblo Nuevo sin encontrar señales del enemigo Sin embar– go/ Martínez estaba recogiendo los vaqueros y criados adictos a los legitimistas dueños de haciendas de gana– do al norte de Chontales y en Los L1anos, y como éstos conocían bien la region les era fácil dar a su i~fe noti– cias de todo lo que en ella ocurría Una gran parte del ganado que consumían los americanos se sacqba de aquellos distritos y solían conducirlo a Granada ofi– ciales del país, acompañados de pequeños destacamen– tos de rifleros montados para el caso Uno de los mós competentes de estos oficiales era Ubaldo Herrera, cu– yos servicios durante la guerra civil se han relatado ya A fines de agosto fué enviado Herrera con unos pocos americanos a una de las haciendas de ganado de Los Llanos, y cuando iba descuidado arreando las reses hacia Tipitapa, lo ataco y mato una pequeña par– tida de legitimistas Este incidente fué a pocas millas de Tipitapa y con tal motivo se ordeno al tehiente ca– Tonel McDona\d a~fO'VeSOT el río Tipi~apa y marcnar na– cia Los llanos para saber si había rastros de enemigos por ese lado En aquel entonces los caminos estaban malos y todos los movimientos eran necesariamente len– tos e inseguros ,qebido a las fuertes lluvias de la esta– cion Sin embargo McDonald, el capitán Jarvis y unos cuarenta hombres más salieron para San Jacinto, una gran hacierida de ganado situada a pocás millas al nordeste de Tipitapa Se tenían noticias de que una parle del enemigo ocupaba la casa de esta hacienda y

habiendo llegado McDonald cerca de ella antes del amanecer, demoro el avance hasta no saber el número de las fuerzas enemigas Poco después de rayar el día puso en movimiento su tropa para atacar; pero cuando Iba .avanzando a paso de carga se le hizo un fuegolan nutrrdo y certelo que cleyo prudente retirarse Traje– ron al capitán Jalvis mortalmente herido y McDonald se entero de que el enemigo era más numeroso de lo que había supuesto y estaba metido en fuertes barri– cadas de adobes

, . La presencio del enemigo en San Jacinto era un se– rro Inconveniente para el servicio de la proveeduría, y

01 saberse esto en Granada numerosos voluntarios se ofrecieron para ir a desaloi~r a los legitimistas de la toS? .que ocupaban Por el estado de los caminos era C,SI Imposible mandar artillería a San Jacinto aun en

? d~aso de haber tenido las palas rasas o las' bombas

~n Ispensables para el empleo eficaz de un cañon con– ro defensas de adobes En Granada se tenía general–

~ente la idea de que los rifleros de McDonald se ha. f I~n retirado demasiado pronto, y esto se debía a Id y.

adto tal de disciplina que reinaba en aquel batallan

y I~:S~ el entusiasmo de algunos oficiales y ciudadanos, tud d oso, como esta ba de averiguar con moyor exacti· e qUe fuerzas disponía el enemigo más allá de Ti.

pltapa, Walker consintio en que s~ enrolasen volunta· rios para ir a atacar a San Jacinto .

Estos voluntarios eran en su mayor parte america– nos que habían sido licenciados o que renunciaron sus puestos en el ejército y de ellos fueron inscritos unos sesenta y cinco o setenta en Granada y Masaya En· tre los oficiales que se incorporaron a la expedicion fi· guraban el mayor J e O'Neal, los capitanes Watkins, Lewis y Morris, Jos tenientes Brady, Connor, Crowell, Hutchins, Kiel, Reader y Sherman Salieron de Grana– da en \0 tarde del 12 de septiembre y pasando pot Ma. saya llegaron a Tipitapa en la mañana del 13 En Ti– pitapa ofrecieroh el mando de la fuerza al teniente co– ronel Byron Cale, que había estado visitando varios lu– gares de ChantaJes con el objeto de conseguir ganado para el ejército, y lo acepto. Wiley Marshall, ciuda– dano de Granada, fué nombrado segundo comandante Del espíritu aventurero que reinaba, no solo en estos hombres, sino en otros muchos eh Nicaragua, puede juzgarse por el hecho de que conforme a esta organi– zacion improvisada el mayor O'Neal tonsintio en po– nerse a las ordenes de Marshall, quien no era más que un simple ciudadano

. Cale y su tropa llegaron a San Jacinto hacia las cinco de la mañana del domingo 14 de septiembre, en– contrando una casa bien situada para la defensa en una pequeña altura que dominaba todo el terreno de los contornos Cerca de la casa había un corral cuyas cercas servían para protegerse de las balas de rifle o de fusil Cale hiio alto algunos minutos para dispo– ner el plem de o~aque Di\lidio su pequeño fuerza en tres columnas, poniendo la primera a las ordenes de Robert Milligan, exteniente del ejército, la segunda a las del mayor O'Neal y la tercera del capitán Watkins El ataque contra el enemigo debía hqcerse por tres puno tos distintos y emplear como arma principalmente el re– volver Tomadas estas disposiciones se dio la orden de cargar simultáneamente por los sitios designados para cada seccion Esta orden fué qbedecida con bizarría y Cale, Marshall y Milligan habían penetrado ya en el co– rral cuando fueron barridos por el fuego certero del ene– migo. O'Neal fué más afortunado; tan solo recibio una herida en el brazo, al paso que Watkins quedo fuera de combate de un balazo en la cadera De suerte que casi en el mismo instante y estañdo ya los soldados a unas pocas varas de la casa, todos los jefes y casi una tercera parte de la fuerza total quedaron muertos o heridos Entonces los demos, viendo que nada po– dían hacer en tan corto número, se retiraron llevándose sus heridos, y algunos minutos después iban ya en plena retirada para Tipitapa. 1

De manera que en el intrépido pero inútil asalto de San Jacinto perecio Byron Cale, cuya energía y per– severancia habían contribuído tanto a llevar a los ame– ricanos a Nicarc¡gua. 2 Por primera vez se le presenta– ba la ocas ion de entrar en combate, y apenas había te– nido tiempo de ver el fogonazo de un ,fusil enemigo

1 El combate de San Jacinto tuvo ulla inmens'a resonan– cia en Nicaragua, y no obstarite la cortedad nÚniérica de las fuer~~s que en él tomaron ~arte, contribuyó a des¡jlentar a los fIlIbusteros y a dar árumo a los centroamerioanos

N dclT . - •.

2.BYIon Cole no pereció en el ataque de San Jacinto co– mo lo afirma Walker, sin duda pala realzal la bl.emoria de su amigo. Su fin fué más prosaico Fué muerto por unos labt:i~gos nicar~güenses ~ue lo encontraron cuando, an– dabafugltlvo, dos dlas despues del combate. N. del T,'

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