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« Previous Page Table of Contents Next Page »De manera que tan prontl;l como se montaron los obuses en sus cureñas baskm~~ toscas y se cliitribuye– ron en los varios cuerpos los recién venidos, convenien– temente armados y equipados se dio la orden de mar– cha.
En la mañana del 11 de octubre salio Walker para Mas aya con unos 800 hombres Era cerCa del mediodia
~YI~n~o ~! primero de rifleros sé .tormo en Jalt~va y de
I SlgUIO a Masaya por el camino de Enmedlo A IG vanguardia de los rifleros iba el mayor Waters con dos compañías ~e batidores y tras él la guardia cubana del
~tner~1 ,en ¡efe Eh seguida de la guardia mdrchabó 11 cagltan 5chwartz con los obuses, luego las mulas que r eva an las municiones Seguían el segundo de rifle– g:5 y liS dos batallones de infantería mandados por el
rrab~a Hornsby. Un pe9ueño. c~erpo de .batidores Ce·
la marcha, que fue tranqUila y no mterrumpida,
y poco después de las nueve de la noche acampo la fuerza en los linderos de la ciudad de Masaya, ocupan– do las alturas a uno y otro lado del camino de Grana– da, en el sitio por donde penetra éste en la plazuela de San Sebastián Durante la noche hubo algunos tiroteos entre exploradores montados del enemigo y piquetes amel icanos; pero estas escaramuzas fueron ligeras y sin importancia Poco después del amanecer del 12 el ca– pitán SchwOltz disparo algunas granadas sobre la pla– zuela de San Sebastián; en seguida el capitán Dolan avanzo con su compañía de rifleros a paso de carga pa– ra ocupOlla y la encontro enteramente abandonada por el enemigo Belloso había replegado todas sus fuerzas a las casas situadas en al plaza mayor y sus inmedia– ciones, y las bocas de todas las calles que a ella con– dudan estaban solidamente atr incheradas Después de que el grueso eJe los nicaragüenses hubo llegado a la plazuela de San Sebastián, se ordeno a unos pocos za· padores y minadores que habían sido organizados de prisa por el capitém Hesse, ingeniero civil, que fuesen abriéndose paso por entre las paredes de las casas si– tuadas de ambos lados de la calle principal que iba de la plazuela ó la plaza mayor Hesse trabaio con todo empeño apoyado por los rifleros, a la derecha de la ca– lle, y por la infanter ía a la izquierda De vez en cuan– do trataba Schwartz de hacer caer granadas en medio de la plaza, pero las espoletas eran demasiado cortas y la mayor parte de los proyectiles estallaron en el aire Además del inconveniente que ofrecían las espoletas, uno de los obuses quedo desmontado después de algu· nos disparos y la cureña del otro resu1!o impropia par'o el obús que se la destinaba.
Con todo eso, los riflelos y los de la infantería, precedidos de los que iban trabajando, avanzaban sin cesar hacia la plaza; algunos veces se encont~aban con el enemigo, obligándolo siempre a retroceder. De Jos ;rifleros, el capitán Leonard con los capitanes McChesney
y Stith eran los que iban adelante y los más activos; a la izquierda de la calle, Dreux, de la infqntería, se man· tuVo siempre a la cabeza Al anochecer, las casas si" tuadas frente- a Icr plaza eran ya lo único que separaba a los americanos del enemigo, y la tropa, fatigada por el tt'lllbajo del día, tuvo que suspenderlo hasta la maña· na siguiente Entretanto los batidores que estaban en el .. camino de Granada dieron parte de que se oía un fuego nutrido en direccion del lago El coronel Fisher, comisal io general, acompañado del teniente coronel lai– né, del mayor Rogers y de una escolta de batidores tué enviado a Granada para procurarse algunos pertrechos
y también con el objeto de averiguar si los caminos es– taban libres I'oca después de \a medianoche regreso Rogers con la noticia de que el enemigo había atacado el Granada y ocupaba gran parte de la ciudad, con es– peranzas de apoderarse de toda ella
Parece que cuando ZavaJa-el cual con sus guate– maltecos y algunos legitimistas ocupaba Diriomo, pe– queña aldea situada entre Masaya y Nandaime-supo que Walker había salido de Granada, resolvio atacar esta plaza suponiendo que había quedado enterqmente indefensa; pero el general Fry mandaba en ella, y aun– que la tropa de línea que tenía a sus ordehes era pe– queña, con los avecindados en la ciudad y los funcio– narios civiles del gabierno, el número de los americanos llego a unos doscientos la fuerza de Zavala no baja– ba de setecientos hombres cuando entro en la ciudad, y es probable que alcanzase a novecientos por la ma·
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la reunion de Martínez y Belloso, o cuando menos ha– berla estorbado; pero una campaña contra guerrillas dispersas era para los americanos más extenuante que un conflicto con el enemigo reunido en masas. los Aliados eran menos temibles estando juntos que cuando operaban con diferentes columnas en puntos distantes De aquí que no se le pusiese ningún obstáculo a Martí– nez en su marcha hacia donde estaba Belloso En rea– lidad, la mejor manel a de curar un movimiento revolu– cionario en Centro América, es tratarlo como un divieso: se le deja que madure y luego se le mete la lanceta pa– ra que salga de una vez todo el pus A los america– nos les convenía que todos los descontentos de Nica– ragua se juntasen con los Aliados para que la cuestion pudiera resolverse definitivamente En efecto, poco fué el aumento de fuerza que recibio el ejército de Belloso con la llegada de Marfínez, si es que recibio alguno Entretanto las tropas que estaban en Granada fue– ron reforzadas el 4 de octubre con la llegada del Co~
ronel Sanders, el capitán Ewbanks y unos setenta reclu– tas de California Tles días después desembarco el coronel John Allan con cerca de cien hombres de re– fuerzo, y al mismo tiempo se recibieron de Nueva York dos cañones Howitzer de montaña, de a doce, con una pequeña cantidad de granadas y cuatrocientos rifles Mi– nié; pero a consecuencia de un error garrafal, los calio' nes no vineron acompañados de sus cureñcis y pasaron varios, días antes de que el cqpitán Schwartz pudiese hacer fabricar otrás, destinadas a servir provisional-
I mente Con 'ansiedad sé habían estádo aguardando los obuses y las granadas, porque se tenia la esperanza de que con su ayuda ~e pOdría ¡:lesalo¡ar más pronto al enemigo de las poblaCiones en lllue Gcostumbraba atrin" cherorse con adobes, lo cual hacía difíCil tomarlas por asalto, como no fuera perdieni1l0 mucha gente
Se hizo. Venir al, general Hornsby del departamen– to Meridional, a Gra,nada con su tropa y así quedaron concentradas"en esté lugar ca~i fodas las fuerzas de la República, que sum~ban uno~ mil hombres efectilios, comprendier'ld,g en e~ta cifra a todos los empleados en las oficinas del ejército y los '~ue servían en las. filós; pero estos últi,tnos. eran en grcim porte recién llegados al país; mudjos de ellos no tenían ninguna instruccion militar y todavía eran más nuMerosos los que en toda su vida no habían visto enemigos de ninguna clase Sin embargo, ,se necesitaba asestar un golpe a los Aliados, aunque solo fuese para hacer ver que los americanos no estaban enteramente reducld,os a la defensiva.
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