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En ~ste mes de Octubre cumplen SETENTA Y CINCO AfilOS de labor misionera y educativa en Nicaragua, las Misioneras del Sagrádó CoraJ:ón de Jesús, Hijas de la santa Fundadora, Madre Francisca Javier Cabrini; elevada a la gloria de los altares por Su Santidad el Papa Pio XII.

Misionera como San Pablo, sufrió los peligros de tierra y mar en sus c:mdanzas por el mundo; Fundadora como Teresa de Jesús, fue dejando a su paso los obros fecundadas de su zelo; Escritora como la Avilesa, ha dejodo en sus Relaciones de Viojes la C1sombroso experiencia de haber atravesado el Océano 30 veces en Ul'\ perí~do de 35 años, de haber escalado la Cordillera de los Andes, de haber recorrido las inmensas Pampas argentinas, de h(lber estado desde New York a le! Patogonio, y hober fundodo centenares de casas de educación e institutos de benefi-cencia. . "Ero un espectcículo digno de la admiración de los ángeles y de los h!)mbres", dice uno de su$ bi6grafos, "que en donde se hubieron abatido expertos violeros y robustos capitanes de naves, esta muler permanecía siempre tronquila y serena". .'

, Nuestra patrio fue honrada con la presencio de esta insignia Fundadora, nuestra ~iudod de Granada fue per~

fumada por el hálito de esta gran Santa, que en la casa solariega del Doctor Juan Ignacio Urtecho, fundó su pri– mer Co\e9\0, 9'atia~ al apoyo benefactor de Doña Elena AtellaRo y del mismo Doctor Urtecho. He oqui c6mo ella misma dl!scrl/le su IIl!gada a Granada en Odubrl! de 1891:

75 afiLo¿,c1e labor

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Wl{~{Ol1era

, Mientras conversamos, el tiempo vuela y llega– mos 01 final del Viaje En lo mañana del 25, el vapor entró en uno de los golfos más hermosos que' hayamos visto hasta 'ahora; era, el de NiCaragua, junto al pue– blo .de Corinto. Se detuvo la nave hacio los siete a Id

distanci~ de cerca de ochenta metros del puerto, y

luego, en medio de los sonidos de una bonda drmonio– so, .. "it:"los dos barcas embcinderadas y dirigidos por militares, venir, antes de las demás, hacia nuestro va– por Al llegar junto a fa naYe, un sacerdote y un se– ñor anciano subieron las escaleras, después otros sacerdotes y otros señores que acompañaban á los an– teriores Eran el representante del Presidente de la República y el representante del Obispo, enviados a nuestro encuentro, todos hicieron lugar para que lle– garon hasta nosbtras;~ue' e'st6bamos aparte, bien lejos de pensar que semejantes' honores fuercin para nosotras Una Yez presentados los saludos en nombre de los principales personajes de la República, nos pi– dieron fuéramos con ellos, dejdridoles la preocupciCión de todos nuestros equipajes 'Después de sáludar al Capitán del barco y' 6 los pasajeros; ólg¡jnos de los cuales Horaban' di dejarnos, bajamos a las dos barcas, dirigiéndonos hacia el puerto En Corinto se había