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algunas veces no le obliga a lespetOlla en todo su gran– dor

POI el caso, si un chiste se le viene a las mentes y al escribirlo algún amigo suyo queda bajo e) pie de su smcasmo, allí se debe acostumbrar a la herida porque el aguijon no se O/ranca de su víctima Hoy se ve can

tOlva ceño con los mejoles camaradas que tuvo en su juventud, y tentados estamos a creer, conociéndolo como

10 helnos conocido, que causante de todo eso, de que eses lazos estén rotos y acaso para siempre, es el hombre que figul a a la cabeza del movimiento intelectual de su país Esta que aquí manifestamos se lo debe decir a sí mismo ingenuamente Guzmón, cuando arrojando una mil ada hacia los tiempos ele ayer, su conciencia le dice que él fue el primero en arrancar girones de la enseña de la concordia, y el primero también en no ser indul– gente para las debilidades de los que estrechaban su

mano con sincero cal iño No debemos queiarnos de los atlas mortales si estos nos protestaron en las horas del pClsaclo seguridad en sus afectos y hasta con hechos han querido probarlo y si luego nosotros, ingratos o deliron– les, hemos ido a profanar con acciones o con palabras la dignidad de esas personas que se levahtaron a recibilnos cuando entróbamos a sus casas; que nas tenían un IU901

preferente en sus corazones y cuya lengua nos reservaba siempre palabras de alabanza; no, no debemos quejar– nos si esos mismos ya nos miran con desprecio o con disgusto y han cesado de llamarnos sus amigos; no, no debemos quejarnos cuando nosotros olvidados de que para que los nobles vínculos existan se necesita de pru– denck¡ y de hidalguía, no hemos tenido para 105 contra– rios de hoy que fueron nuestros aliados sino muy poco de ton indispensables condiciones

Hubo amistades que existieron en la vida del señor Guzmán, las que no debían haber desaparecido ni con el cambio de sus políticas ideas, porque ese consorcio de sentimientos que se obtiene desde las horas de la niñez o desde los primeras años en que el hombre comienza a entrar en el imperio de su razon, podría mantenerse como ha podido en otros muchos casos, aunque los amigos personales difieran en sistemas y en apreciaciones gene– rares Güelfos o gibelinos, no ímpota qué, dos corazo– nes que se estiman y se aman se saludan perpetuamente u trovés de las dificultades en que las circunstancias les colocan y aún con el sable en la mano sobre los campos de batalla, cuando van a degollarse en él por sostener distintos ideales, los qué privadnmente se han hecho un flanco voto de aprecio y de CClriño, se envían una mirada ele grcmdeza y de ternura, antes de precipitarse en la tormenta de la lucha

En esta vida es preciso sabel llamarse amigo Nunca seló bastcJnte lo que sobre tal cosa se repita en su favol Quien con falsos eslabones forma cadenas de solido CIpO! iencia paro tener el gusto de romperlos des– pués cuando ya ha logrado interesar a los corazones que ato con sus nudos conedizos, p\ocede entre los hombles de un modo injusto y se acarrea muchas dificultades que /e servirán de estorbo para coronar casi todos sus prin– cipales anhelos; y ante Dios que se levanta sobre todo se hace acreedor a que la memo prepotente le recuerde con o)guna f, ecuencia que la fidelidad es el sello mQs her– moso con que los mortales pueden adolnar sus acciones Enrique Guzmán, mós que a su corazon, mós que a sus instintos, debe a su indolencia en \0 constancia, a su afón

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de movel el mundo con el acicate de su mofa volteriano, y sable todo a lo deficiente de su pi imela educacion, el tener que lamentar en su interiol la pérdida de relaciones que él tasa en mucho todavía, cuando ya entre él y sus viejos conocidos media un abismo de odios que se han levantado del seno de la amistad, osi como de pronto del fondo de una noche serenCl sur gen los nuban ones

OSCUIOS de la lluvia y del rayo

Trabajadol'

La abeja es el símbolo· más pelfecto del traba¡o (on sus débiles pelo altísticas patitas labIa uno a uno los alveolos donde eleposita su líquido tan Quite El panal solo se forma después ele muchos días de una tarea cons– tante, y el orden que leina en aquéllas habitaciones en que viven las abeias, es casi un factor tan principal en la estl uctura de las células donde lel miel ~e acendl u como el mismo dial io trabaio que tienen pOI oblígacion los %das insectos de la colmena En la vida del hom– bre la laboriosidad es una virtud magnífica que lo llevo a la coronación de muchas empresas que a primera visto parecen imposibles de realizar Sin esa laboliosidael no se alcanza nada, absolutamente nada; sin ella no habl ía

sabios ni seres útiles, porque jamás la pereza y el aban– dono han construido ninguna casa medianamente dUIQ– dela Casi puede asegurarse que ningún homble de mérito ha dado al mundo alguna obla de buenas con– diciones sino por medio de la loboriosidad, sin la cual el mismo genio quedaría sepultado en las tinieblas de lo ignOlancia y de la indolencia

Nlinucioso

En! ique Guzmón no se está nunca mano sable mo– no Sin temor de equivocarme podemos decir que jamás se entra a su casa sin dejar de encontlar1o con algún libro abierto ante sus ojos, o sacudiendo empolvados manus– critos, o escribiendo con el mayor cuidado Solo así se aprende como él ha logrado aprender; solo así se ade– lanta como él ha logrado adelantar Dijimos que el or– den contribuye de manera inmensa a solidificar cuanto se emprende con afán; pues bien, Guzmón tiene el arte de mantener todo cuanto ha de necesitar para su oficio sometido a una estricta disciplina, a un reglamento in– quebrantable Desde el último papelito, desde el más insignificante recorte que sus tijeras sepOlan de cualquier peliodico por encontrarle algún interés, hasta sus libiOS de consulta, tocio lo mantiene como en fila, y es cosa

1010 ver que se le olvide el sitio que cada cosa tiene asig– nado eh sus gavetas o estantes Se levanta de su sil\on para buscar lo que ha menestel y va derecho al lugar donde se encuentra lo que desea Para cualquier duda historica o literaria, tiene una solucion por medio de unas cuantas líneas impresas que ha recogido de algún perio– dico, o que posee marcadas en especial volumen Sumamente escrupuloso y pudiéramos decir amuina– do, Guzmón se fija en nimiedades antes ele dar principio a correr su péñola sobre las páginas que debe de lIenal con sus pensamientos Con su escritorio un poco menos ordenado que de costumbre, con menos simetría en la colocacion de los dicciona' ios y papeles que estón onte su vista, le es imposible a este temperamento hecho de chispas y de sensaciones múltiples dedicarse a emprendel ninguna de sus ocupaciones intelectuales Le sofoca el mós ligero contratiempo en ellas y se encuentra tullido en

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