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EN UN POETICO DISCURSO
DE
AYER
alOSE ANDRES URTECHO
Ingeniero de West Point, Ministro de Relaciones Exterjolcs, Candidato a la Presidencia de Nicalllgua, 1920
l\lo fuela plopio ni galante paro un miemblo del "Comité Oarío" como lo soy yo, declinar la \isoniela designacion ,conque, no obstante mi manifiesta incapa– cidad se sirvio favorecerme, para abrir este acto dedi–
cado a la venerada memoria de aquel extraordinario ingenio nac;iona! que fuera honra de la Patria y de la intelectualidad humana; y al aventurarme desconfiada– mente en el IígeJo y general desempeño de semejante empresa que lleva aparejadas la dificultad y el honor en glcldo para mi imponderable, debo y quiero acojerme de plevio a vuestla 'indulgencia que antemano agla-dezco 'y que de todas 'veras invoco '
Señores:
Dijo tcJmartihe ésta estrofa que, en fuerza del mo– mento, he osado profanar vertiéndolel al molde de lo
pi osa:
, E"
fl ío de I(J Muel te calla mi laúd, pulsad los vues– tlos, amigos,míos Y alce el vuelo mi alma de un mun– do al otro Al son de sus piadosos acordes"
No palece sino que esta onda olmoniosa del canto intitulado "El Poeta moribundo" hubiese cruzado por la C1ngustiada mente de Rubén, con la tristeza de los úl– timos recuel dos, pela también con la virtud milagrosa de la resignación que suavizó las sombrías exaltaciones de su fantasía, desvaneciértdolas en las t1anquilas y aún plácidas contemplaciones de la inmOl talidad
y así, en aquella hora infausta de conturbadola re– soncmcia pOlO la generosa alma latina, cubierto el poe– ta de blanco; reclinada en lo mullida almohada lo lau– leada y soñadora frente; velados tos ojos de mirar atra– yente y plofundo, cerrándose al invenciple peso del sue– ño que no tiene despertares en el mundo; caída al pié del lecho, la multicorde y novado ro lilO como escapada de las gentiles manos que ávidas se plegaron sobre la imagen de "Cristo incompawble perdonador de injlJ– rias"; iniciada en los labios lo inef()ble sonrisa, cual si rimara su postrer pensamiento, c0lT,\o el' Tasso, en un salmo de cristiana submision ..,-in m(lnus tuas, Domine-emprendi,ó s\J· espíritu el soberqno vuelo a lo infinito, al brqi-ar de esas otras notas que la emocian clistaliza el') las pupllqs y que I vedan por las pc)lidasmejillas pla– ñendo el' ~on~o y silencioso duelo, como una doliente elegía sin palabras, como una Sinfonía en grís moyor
del corazen, sollozada al fatídico paso de esa "reina invencible -vestida de negro ropaje- la Muerte"
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Dos años ha que oyéramos lepercutir por todos los ómbitos de nuestra culta Metrepoli, de allí extendién– dose a los confines de la Patria, el largo y vibrantEi re– sonar de ¡as doradas trompas de la lírica elocuencia solemnizando aquellos regios funerales que por obra de mi evocacien repasan ahora por las yermas vías de
mi memoria, camino de la basílica del corazan Oíd! Es el grandioso c.orteio que ya vienel Ya 'entonan los claros clarines 1(1 Marcha que anuncia el C1dvenhniento
de la Gloria Llego la: ti iste Victoria, y oh! ya pasa debajo del alco triunfal el fúneble corro que lo fama conduce vestida de luto Ya viblan del fondo de las sagradas naves de Catedral, las bendieiones de la Igle– sia, en la solemne salutación del dignísimo plelado dio–
cesario al Príncipe de la rima Ya se hunde un sol en medio de las vanas pompos humanas, en la oscura y mísera fosa abierta al pié de la fUerte columna de San Pablo Ya esplenden eternalmente sus últimos deste– llos _el cielo luciente de la Patrio Paso! Glol ifiquemos la imprel;:edero memoria del compatriota i1ustle que, na– cido en humilde villa nicalaguense, bi<:o oír a su muel– le el toque vacante desde todas las torres de marfil del mundo; que bellas y aristocráticas manos de mujer, las de las estimables damas, merecedoras de la calurosa loa, que honron "El Comité DalÍo", labrasen y erigiesen en el Parque de su nomble, como lo será en breve, el málmo\ glorificador de su aplaudido genio; y que uno, en fin, de los más gallardos vates peninsulares lanzara esta alada y resonante voz de rauda circulación pOI to– das las tierras del habla de Cervantes, siendo a la velo como una advertencia y un lamento y una consagración:
"Nadle esta lira taña sino es el mismo Apolo, Nadie esta flauta suene si no es el mismo Pan"
Renovado y robustecido, como si dijésemos, en es– ta celebracion recordatorio el eco languideciente de aquellas sentidas y hermosas declamaciones en 1'001 del Poeta nada podría añadí, a la magnificenciQ de tan
justa Apoteosis sino es )0 brasa del torozón en el in– censario que mezcla hacia la celest~ altura las espira– les de miadmiracion y de mi afecto, mientras la mente imp'esionadq recuerda y repite la feliz y noble oracian con que el Rey Francisco I saludara las cenizas de tau– la, la Musa del Petrarca: "Oh, alma sublime! A ti el le– cogimiento del silencio Tributo estéril me pareciera la alabanza para quien fuera enaltecida por el públicc aprecio más allá de la explesión"
TerminOla aquí mi homenaje con esta breve y sen
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