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« Previous Page Table of Contents Next Page »cilla glorificacion del Rey Cabollero, sí mi propio insufic ciencia, estimulada por ascendrados moviles personales, no se afanase también en venir o dedicar esto noche, o lo memoria del amigo y de poeta, su modesta ofren– da floral de capullos que aspiran a reventar en rosas en una ánfora de Epicuro: La de la forma imposible que no encuentra el estilo; la de la palabra que escapa; la de la iniciClcion melodicCl que de la flauta fluye; la de la barca del sueño que en el espacio boga.
La aérea barca del sueño! Boguemos en ella treinta estaciones atrás, hasta donde alcanza mis primeros re– cuerdos del poeta; hacia aquella brumosa lejanía, cuando un prestantísimo varon que también hace dos años descendio a la tumba, de aquellos de valor !ntrín– sico que bien pudieran destacarse con natural gallardía de la entalladura de un Plutarco, rodeado de un brillan– te séquito palatino, llego en busca de salud a la bella tierra de su nacimiento, a aquel ubérrimo suelo meridio– nal que ora esconde la más exquisita de las mieles den– tro de la corteza de su fruto; ora, dentro del corazon de sus mujeres
Crucemos el jardín Que deslumbrante coloracion de lucesl Como vienen los olas de la brisa pasajera recargados con los trémolos sollozantes de la orquesto! Que espléndidos desfiles de beldades! Es la gran fiesta de la Sociedad rivense presidido por lo inolvidable y me– ritísima per.sonalidad de Don Evaristo Carozo, en honra de otros de sus esclarecidos miembros, el entonces Pre– sidente Dr Don Adán Cárdenos
Un joven, como un paje de las Cortes medievales, pólido, delgado, zahareño, está en pié en medio del sa– Ion de baile, con la mirado encendida y vagaroso, den– tro del hola de luz que circundo su apolíneo formo Es Tamiris cantando su reto en el Parnaso? Es Píndaro, el de la lira sagrada, celebrando o los vencedores de Delfos y de Olimpia? Es el trovador de los modernas justas provenzales recitando la cancion que le valiera de blanco mano, lo violeta de oro? Es Rubén, el poeta niño, adolescente, que llamado a improvisar versos al batir de cien palmas femeniles, copia en su inspiracion los reflejos de aquel cielo de Mahoma, ya celestes co– mo la blanda caricia maternal, ya negros como el fu– gaz y tímido relucir de unos ojos de gacela que des–
p~erta a la alborada del amor, y vencido y temeroso y tnuhfador 01 fin, si más afortunado que París en el jar– dín de las Hespérides, acude presuroso o los sagrados vergeles de su lica fantasía de poeta, y arranca los f10–
re.s a puñados, y 'la, mago admirable de la rima, pren·
dlendo los milagrosas gemas de su ingenio, en cariño
y los dones de su admiracion
, Sigámosle rápidamente en su huella luminoso. Nos– talgico de lo anchura inconfundible del espacio, revue–
~a del brioso aguilucho por la floresta centroamericana
and~das de gaviotas que pasan cortando nuestros aires Con giros caprichosos de vistoso y firme pluma, le traen murmurios excitadores de tritones y nereidas del dilo· todo mar, remedo de los cielos; hínchase el pecho de
~rovocada altivez; prueba animoso lo recia musculatura e sus olas, clava al sol las interrogantes pupilos, y envuelto en sus propicios royos tentadores, alzo el gi– gantesco vuelo sobre las ondas del Pacífico; cruza lenta
y provechosamente los enhiestos Andes chilenos aterri– zo o ro vera de las vastos pompos argentinas, en aque– lla hospitalaria cosmopolis del Plato, o la que entonala el himno lapidcirio de los grandezas patrias, Buenos Aires, encanto de la América y orgullo de la roza Sa– lud ilustre patrio de Sarmiento y Mitre y San Martín! Dejad que a fuerzo de ciudadano nicaragüense, embo– que el roldánico bronce del reconocimiento popular y haga resonar hosta allá dentro de vuestros fértiles' ri– beros, el canto errante que os enviara el Poeta emocio– nado, desde las soledades de las pampas, al c1C1mor de las cien bocinas del pampero: Argentinos, Dios os guar– de,
Sigámosle aún por el camino que le lleva hacia la Esfinge. Aguila caudal de gran volar con ICl Aurora por gula- se cierne de paso sobre las principales capitales europeas, en los elevados círculos del arte, y viene a posarse 01 fin sobre el cornisamento del monumental Arco de Triunfo, en aquella inmensa y esplendorosa ur– be de los consagraciones del genio; en aquel pequeño universo de fulgurantes constelaciones en donde nues– tros propios y mil extraños ostros se nutren de su inex– tinguible luz, 01 través de los siglos difundida en todas las esferas de la mentalidad y del esfuerzo humanos; y
en donde se mueven en atrevidas elipses o en ¡nmedi– bies parábolas, esos cuerpos visitadores que arrostran luminosas, luengas caudas imperiales, inflamables o
más potente y visible magnitud al cruzar por la radiosa
atmasfero de la antigua sede de la civiliz.ocian mundial
Pensó rose de Rubén, por estotro comparacion, el lucero errabundo, cautivo en la nébula de su evolucion, la que, en no tardado día, viniera a condensarse, al rápido gi– rar por su alto trayectoria, en sol flamante de lo poesía española, extinto ya paro siempre, bajo el horizonte de
la vida, paro intenso duelo de las letras castellanos
No es ésta ocasion apropiado, ni fuero tampoco dado a mi modesta palabra, acometer la audaz empre– sa de juzgar la obro literaria de Daría Otros de gay saber y de diserto frase la emprendieron ya con la opor– tunidad y reposo que ha menester toreo de tamaños alientos Yo solo tiendo a esbozar a grandes pincela– das lo descollante tollo del Poeta, bosquejándola con el variado colorido de lo comparacíon ,iluminada siquie– ra vagamente con los tonos del afecto y la verdad
Las luces matinales disuelven los brumas de lo cús– pide y bajan bañando cual flamígero alud, la falda es– maragdina del vieio Momotombo El aroma de sus frondas, Id exuberancia de sus vírgenes montañas, la magnífico imponencia de la Naturaleza en asombroso accion, deleitan nuestros sentidos cuando nos llevan a discurrir por los amenos senderos de sus plantos La inhollada cumbre rozo el azul con el plúmbeo penacho de Vulcano Salve grandiosa cima, solo alcanzada por el ola púgil o la flotante nube! No otra coso expreso mi desvalido acento que el franco homenaje de ingenua admiracion a lo grandeza Salve támbién o ti, Rubén, altísimo poeta de los excelsitudes del espíritu, conquis– tador de tu propio fama que legos a la Patrio, en el no descrito canto de valía incomparable que traspasa sus fronteras y cubre de inapagables reflejos a todo un continente, y allende al Océano, a todo lo noble y pres– tigiada España: el de la armonía, en la melodica sona-
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