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El nuevo Clcadémico encuentra la respuesta de esta interrogadon, no obstClnte de que se nego pertinazmen– fe Cl mezclClrse en bandcríCls políticas. en la circunstan– cia de que su pensamiento estaba penetrado de una preocupacion políticCl superior Le interesaba el proble–

ma político, dice, como cuestion teorica impostergable de como decidir el destino de nuestros pueblos, de co–

mo lograr que las naciones latinas afrontClran el desa– fío victorioso de las razas sajonas, de como estatuir una sociedad equilibradCl, libre de odiosidades y rencores, en donde florecieran las artes, y el artista, entregado

al libre ejercicio de su inspiracion, recibiera apoyo y es– Ilmulo de la colectividad. Y en este otro plano, en– cuentra el nuevo Clcodémico, con su acuciosa erudicion, aue existe en Rubén un pensamiento político coherente, s'oterrQdo a veces, ex()lícito otras, pero ClI que siempre se mantuvo fiel.

¿Cuál es ese pensamiento político del poeta? Nues– tro nuevo académico cree que su platonismo funda– mental que debio al influjo dél Profesor Leonard que ejercio un lorgo rnagisterio en nuestro país, está en la base de sus concepciones políticas. De Platon, segú n él, deduce su creencia de que deben ser los sabios, los entendidos, 105 moralmente superiores y capaces quie– nes rijan la cosa pública

Pero según la mognífica glosa que he estado co– mentcmdo, hay otro factor que impone a la ideo logia política de Rubén un matiz particular: su crisfianismo. Cree en el amor, dice el recipiendorio, en la compren– sion, en In fraternidad como medios poro allanar las dificultades sociales A fines de siglo XIX, continúa co– mentando, la llamada cuestion social otroíCl la oten– don de todas las inteligencias. Las masas se rebelo– ban en procura de mejores niveles de existencia. Lo inhumana evolucion del capitalismo hobía provocado cruentos estallidos de grupos populares y ya esa situa– don insostenible había atraldo la atencion de la Iglesia que, por boca de sus Pontífices, había lanzado sus En–

dclicas en que favorecían la causa del pobre y del des– poseldo Existían, sin embargo, 105 violentos, los anélr– quicos que crelan solucionar el problema con bombas y magnicidios. Contra ellos alzo su palabra condena– toria Rubén Daría Abomina de la violencia. Darío, en efecto, condena a los predicadores de la fuerza, a

105 que recomendoban la lucha de clases Comprende que existe la injusticio social y que es necesario solu– cionar tan flagrcmtes iniquidades. Y piensa que la vi– da social debe articularse sobre la justicía y por la com– preosion cristiana. Y según la glosa del nuevo aca– démico, para Darío la' cuestion solo puede resolverse por caminos racionales en que 105 hombres busquen sensatas vidas de conciliac;ion y arreglo,

Aquí, señores ocadémicos, nos encontrarnos con coincidencias interesantes entre el pensamiento de Ru– bén y del gron filosofo español Balmes. '

" ~s en realidad de gran interés y por eso me per– mlllre hacer un onálisis del pensamiento político balme-

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glan enclucijada, entle la acción social directa y el que– hacel al tístico. Se niega n complOmetelse y alza orgu– Ilosamente la bandera del al te pUlO. Sin embargo, ¿cómo eXI,]iCl\ISe que estos asuntos continualan aha– yendo su a teución y que a 10 lal go de toda su h ayec– toria lleljodística, ellconh emos magishales ejemlllos de estudios políticos?"

siano en relacion con la exposicion del pensomiento do– riono que nos ha hecho nuestro ilustre recipiendario en su notable glosa.

Balmes, como Daría, creía en la fuerza de la rozon como detelminante de la política y Clbominaba de la violencio. Según su más reciente biografo, don Ernesto la Orden, hablando del tercera de los propositos en que según él consiste su programo político, dice que por lo que hace al tercero de los propositos políticos de Bal– mes, la condenadon de 105 procedimientos de violencia, no es sino consecuencia de su fe en la razono El propio Balmes expresa así ese pensamiento:

"Acaso la veldad no enbaña más fuelZa que el eltO! ? ¿Acaso las convicciones plOfundas y durade18s no son más fuel tes y enérgicas que las opiniones mo– mentáneas? ¿Por ventma las intenciones lectas y lea– les no pueden prevalecer sobre las miras mezquinas? ¿Por venhna la nobleza del corazón uo puede enhal en vcntaiosa lid con las inspiraciones de un misClable

il\iClés?"

Es tol su fe en la rozan, es tol su confianza en las armas de la inteligencia que luego excloma con pro– fundo conviccion:

"PSI a nada es necesalÍa la violencia: a nada con– ducilía sino a calanüdades sin cuento y quizás tan es– télÍles como las antelÍoles. Los hechos con su. realidad elocuente, la prensa con su expresión fiel, el tiempo aumentando In realidad de los hechos y confil mando las palabias de la pi Cllsa: lie ahí nuestlos auxiliales"

Menéndez y Pelayo, refiriéndose el este aspecto ele

la política de Balmes, dice:

"Su doctrina polítíca tan couciliadOla, tan simp:í– tica, tan humana, tan aborrecida de los violentos, debe a la amplia base de su filosofía clÍtica y al móniea el

habelse salvado de aquella lepra felOZ del fanatisnlO, de aquella especie (te pedantelía sanguinalÍa que pOI mucho tiempo convÍl tió en Caines a todos los IHU tidos españoles"

El propio La Orden comenta a esle mismo respec-to:

"Entendida así, su enemiga a la violencia puede sel de benéficos efectos pala la extinción de los gélme– nes de nueshas gueuas civiles".

Este aspecto tiene también estrecha relacion con otro concepto de Dárío que es su repugnancia hada las guerras fratricidos que le produjo la experiencia que adquirio en Chile cuando tuvo la gran peno de perder a muchos de sus amigos intelectlJoles en guerra dvil,

e~ ~andos, como nos la relata la glosa del nuevo aca– demlco:

"PelO será en Chile -dice el doctol Schick- don– de el apasionamiento político plOducirá Iln él un deci– dido lechazo pOI esas lides Así observa en un altícu– lo de 1888: "pOlque desgraciadamente letras, artes, cien– cias, tocto Va a caer entt e nosolI os a ese ti emendo hel– videlo de la pasión llOlíticé Tensiones cneendidas se-

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