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Chico

-jMonjarréz! ¡Eih! ¡Monjarréz! -iQués aqui estoy!

-Oyíme, vos acaba de llegar doña Hilaría a hablar con don Chico -le contó la Petrona, detenién– dose a respirar

-¡Ajá! -dijo la Monjarréz, interesada Y que le dijo?

-iSi no pude oír nada, niñá! -le explicó la Pe– trona

y que sería?

-¡Al saber!

-Ha de haber sido algo del maitro Julián -ase-guró la Monjarréz

-A lo mejor -dijo la Petrona

-¡Caramba! -se lamentó la Monjarréz Ahora vos con modito sacale algo a don Chico -le reco– mendó

-¡Andó, vos, cuóndo me va decir nada don Chico!

-¡Tanteá! ¡Tanteó! -le aconsejó la Mon– jarréz

Toda esa tarde la pasó don Chito en la casa de doña Hilaria Cuando salió, lo vino a despedír doña Hilaria contenta hasta la puerta y don Chico se vino con Payín hasta el muelle Cuando lIe~aron estu– vieron hablando un rato Payín cogió sus cosas, las echó en el bote y se fue

Don Chico volvió a la casa entró y se fue a beber agua

- i Petrono Petrono! -\lomó dos veces-dónde me pusiste el bicarbonato~

La Petrona no estaba en la casa Don Chico buscó el bicarbonato y como no halló nada, se bebió un trago de agua y el resto lo botó sobre unas frutas de bobona que tenía madurando cerca del tinajón Al día siguiente volvieron al Puerto el maitro Julión y Payín El maitro se fue para la casa y Payín se quedó platicando con la tica, parado en la acera y arrimado a la ventana Adentro estaba la tica ba– rriendo Payín se estuvo un rato sin hablarle

y cómo está tu papa? -le preguntó fa mujer

-Está bien -le contestó -Ya volvió? -Sí

-y dónde estaba? -En Sábalos

-¡Ah! -dijo la mujer

-y por qué me preguntós?

-Por nada -·Ie dijo la tica, levantó un palito del suero y se fue para adentro.

El maitro Julíán pasó en su casa todo el día, hasta en fa tardecita que se salió a sentarse afuera

y diay, maitró, y ande se había perdido? -lo saludó el viejo Carmen

-Por ai, en el monte -le contestó el maitro con naturalidad

-y no encontró pavones?

-Pues no, don Carmen Me dijeron que no han bajado, solo vi muchas pavas, pero muy ariscas -¡Ajá! -cabeceó don Carmen- Yo quiero

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esperar unos daís para aprovechar una pólvora que me trajeron de los Chiles

-Está bien -le dijo el maitro Julián

-j Ai nos vemos, pues! -se despidió don Car-men

-Bueno, don Carmen -te contestó el maitro Julián

Como era ya sábado y se abrían las cantinas toda la gente venía a pararse a la orilla, a ver, y com~

también venían botes, la gente iba también a ver lo que traían los botes

En todas portes y todo el día sólo se habló del maitro Julián El maitro estaba en su casa desde el viernes y se había puesto a arreglar una atarraya Doña Hilaria salió tranquila con una batea de ropa a golpear al río, y allí estuvo lavando y tendiendo Todos los pasos del maitro Julián eran conocidos por todos, cada gesto se trasmitía de persona a per– sona "Se está cabeceando de sueño" "Está comiendo" "Anda en el excusado" "Está cogien– do sardinas" "Le está echando de comer a las ga. llinas" "Está clavando la puerta de! chiquero", etc

-j Nunca un hombre se ha hecho tan famoso l

-comentaba don Chico riéndose

-¡Cómo es la gente, amigó~ -agregaba don COlmen

-j Caramba parece mentira! -agregaba

don Chico

Don Carmen se ladeó un poco en la banca y aga–

chándose, le dijo o don Chico -Amigó y dígome con confianza, qué es lo que pasó? No es que yo seo curioso verdad? -Don Chico se rió en sus aden– tros

-De ser Comandante -"-siguió don Chico- ya

llevo quince años

-Si -afirmó don Carmen

-¡Ajá -dijo don Carmen impaciente

-Pues ro que pasó, que Ud me preguntaba ahorita, fue lo siguiente el maitro tenía una deuda

de doscientos pesos y había dado como prenda El Pie–

drón, lo finca dél y como se cumplía el plazo, el hombre estaba afligido j eso es todo!

-¡Ajá! -dijo muy serio don Carmen- Esta–

ga afligido, pues

- y que no lo estoy diciendo? Don Chico hizo una pausa y siguió Entonces, doña Hilaria me suplicó que si yo le suplía los reales y entonces ! -"-don Chico sintió que la Petrona se le había acerca– do por detrás El viejo se volti6 de pronto i Carajo! -le gritó-"- ¡Cuándo vas a dejar de fiscalizarme! -¡Quésf -gritó la Petrona- Si yo venía en-

ti ando solo para preguntade qué horas son -!Qué hora es! -la corrigió don Chico La Pe trona dio la vuelto, entró precisada a la cocina, le metió un palo al fuego y salió corriendo por el patio

-¡Monjarréz! ¡Eih! ¡Monjarréz!

-j Qués aquí estoy! -le contestó lo vecina -Te vaya contar! -le dijo y le contó todo . El domingo amaneció el Puerto tristón y nublado La larga calle humedecida y los techos de zinc man– chados de sarro Del alto de las Galeano salía un

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