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entrenando los gallos que iban a echar a pelear en la tarde.

Ese día era el escogido en toda la semana para razurarse, operación que realizaban sin verse en el es– pejo Después de esto salían a tomor su baño a las lagunas de Tiscapa o Nejapa, y por la tarde, con toda seguridad, se reunían en La Gallera para entregarse a su placer favorito las peleas de gallos

El caballero managua solía por la tarde a dar un paseo en la ciudad con los zapatos sin lustrar Usa· ban solamente botines de elástico y de oreja, bastón de Guayacán y pantalón negro con levita de color. Se enorgullecían de su fuerza muscular y de sus habili· dades físicas, hasta el extremo de que se referían al· gunas proezas como las siguientes Aurelió Estrada, Yeyo, se jactaba de poder abrir con la uña del dedo gordo' una lata de sardinas, y el General José Santos Zelaya, cifraba su mayor orgullo en que era capaz de doblar entre el brazo y el antebrazo, un bastón de Guayacán

Don Chico Zelaya, que según dicen fue a Europa a "aprender fuerza", se levantaba con una mano un quintal de café.

Se notaba entre los managuas genuinos de aqueo

1105 tiempos, ciertas diferencias debidas al hecho de que unos eran considerados como patricios, habitantes de la parte central de la ciudad y otros de cepa más popular Figuraban entre los patricios, personas co– mo don Federico Solórzano, Heliodoro Rivas, Adrián Zavala, José Dolores Rodríguez, T omés Martínez, Juan de Dios Avilés, etc, etc Figuraban también entre los apellidos de los fundadores del antiguo Managua los de Péiz, Saballos, Selva, Fonseca, Moreira, Estrada, Ze{oya, Torres (Malacate), Araica, Arce, Gómez, Obando, Lezanla, Mendoza, Salís, Vélez, Saravia, Doña, etc, etc

El General Zelaya les dio importancia, política y

nacional, a muchos de los managuas genuinos, como a los Estradas, Aurelio (Yeyo), Luciano Gómez, Chico Guerrero Pascual, Chico Malacate, etc, etc

Desde la caído de Zelaya, el managua genuino ha venido perdiendo lo hegemonía de la ciudad capi·

ta!

La edad de oro de ese tipo fue la era de los diez y siete años, cuando el famoso Presidente ZelayCl iba a Santo Domingo a bailar el zapateado con lo Ceiba Mocho La baja del café ha afectado profundamente el Jl1anagua genuino, privándolo del antiguo bienestar econ6mico También se ufanaban ellos de sus ho-

ciendas del Otro Lodo, tanto, que el General Salvador So/6rzano, que fue candidato a lo Presidencia de lo República" decía que los yankees venían para cogerse las haciendas del Otro Lado Pero, tomo le dije, el terremoto ha sido un golpe casi definitivo para este interesante tipo en decadencia que constituye el ver– dadero managua, el genuino managua, diferente al Managua de extranjeros y diferente al Managua de Granadinos, Rivenscs y Leoneses, y del cual ya se ocupó OPERA BUFA en su trotado de "Los managuas hechi– zos" !

Otra de las costumbres tradicionales y típicas del antiguo Managua, es la de la cría de cerdos debajo de las camas de cuero de cierta gente

Esto se hacía aquerenciando a los cerdos, desde chiquitos, o que durmieron debajo de los comas, paro evitar que se perdieran durmiendo en los solares en donde se los fueran a robar Por eso no había mu– chacho que no fuera chapín. Sus talones eran tu– rrones y les llamábamos espuelas Tenían niguos hasta en los pestañas Todos tenían los pies desfi· gurados El primer zapato -ele cuero de becerro-– se lo ponían en Semana Santa para ir a la procesión, por ejemplo, de la Sangre de Cristo, que salía de San Miguel, parú lo cual los bañaban en la moñona y les extraían (os niguas Pero a medio procesión, pie a tierra y zapatos al hombro como alforjas, vuelta atrás para casa.

Había un hombre a quien llamaban Chas Chas

t~ul1ca se pelaba y las grandes mechas le caían al cue– llo Iba sucio, sucio y lleno de sangre de res Su trabajo era traer del Rastro, en un saco de bramante, las colas, las orejas y la menudencia de las reses .des– tazadas Iba a vender esa carne o fas casas del cen– tro o dos centavos lo libro De ahí se hacía la famosa Sopa de Cola que suplía en ese entonces al Jarabe de Fellows, las vitaminas y demás vigorizantes modernos En tomando los monaguas su sopo de cola, se sentían vigorizados y se (a daban especialmente a los estudian– tes de derecho y medicino

Había guerra de piedras entre los toñeños y los domingueños, siendo la Calle del Campo lo línea divi-soria de ambos bandos Allí ganó su primer genera-lato Alberto Churuco El doctor Rodolfo Espinosa ero capitán y acumulador de piedras tras del muro de la Iglesia, en unas de los batallas le rejaron 10 cabeza. Militaban en aquellos guerras Jonás Alvarez, Aurelio Estrado, Chú Fonseca, Heliodoro Moreira (La Colocho– na) y otras personas

En Agosto se hacían correros de caballo en (a calle del Coyo!, con grandes apuestos. Sostenían esas carreras, los Follas, don José María y don Pedro y lle– vaba el caballo de éstos, el conocido Chemita Fallo que tenía, entonces, catorce años.

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