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no dé a entender que ha saciado su sed, como lo hacen los hermanos Bermúdez meneando las orejas 3 -Estudie bien su manera de conducirse, ya sea que ande a pie, en coche o en automóvil No ande ton en carrera como el poeta Norberto Salinas de Aguilar, ni tan despacio como don Octaviano César, ni pavoneándose como el General José María Mancada, ni balanceándose sobre las olas como don Demetrio Cuadra, ni sonando los pasos estrepitosamente como el doctor Salvador BuiHago Ajá, sino con la soltura y

la alegría de andar del doctor Mariano Argüello Var– gas No se detenga a platicar con todo el mundo como don Alcibíades Fuentes o el doctor Diego Ma– mIel Chamarra, ni aparente andar en negocios urgen– tes ,como Calerozco Si anda en coche no se agarre de los palos del abanico de la torda como los leoneses, ni converse con el cochero como don Guillermo Cuadra Pasos, ni se siente con la chincaca como el señor Cla– mer, ni ponga la cara tan grave como el señor Salva– tierra, ni se ponga en arras con aire de desafío como el doctor Miguel Angel López, ni se muestre muy ape– nado como si fuera feo andar en coche como don Lisi Lacayo Cuando Ud ande en coche, hágalo distraí– damente como el doctor Ciarence A Burgheim, el Or Germán Arellano y otros médicos que son los únicos que saben andar en coche, excepto el doctor Emilio Lacayo, quien cuando saluda parece que se va a volar del coche

Nunca ande en bicicleta como el doctor Justo Gorcía Saldaña, Polo Rivas y el doctor Rosendo Argüe– 110, a no ser que sea usted mujer como la señorita Grón, de la Dinamarca Al andar en automóvil, no pite con escándalo como don Constantino Garda, sino asentando ligera y rápidamente el metacarpo tres ve– ces consecutivas y haciendo pep!, pep~, pep! como fa señorita Martha Graham Esto si su bocina es de un

tono Pero lo más elegante es que su bocina sea de tres tonos como las de los tres carros de los tres seño– res Pálazio Si onda Ud de p'aseo en carro, no salu– de a nadie como el Sr Ministro de México, Licenciado Reyes Spíndola No le conviene saludar a todos sus conocidos como si repartiera bendiciones a izquierda y derecha tal como lo hace Pataky; Tampoco imite a éste en que su chofer sea de cachucha, porque es más elegante un chofer de saco de casimir como el del Dr Vicente Navas

4 -.-Sepa conducirse en los restauranfes En el Gambrinus no aparente ser muy conocedor de la casa, llamando a gritos al sirviente por su nombre Luis! como don Gerardo Otilio Salinas, pero tampoco se muestre tan tímido como don Lino González Si pide usted un "beafsteak a la tártara'! no lo devuelvo diciendo que olvidaron cocinarlo como el doctor Dionisia Cuadra Benard Si en Ict pizarra dice "Lemon pie C$ O 15", no diga que qué barato el lomo de pie, como don Ben– jamín Vargas, ni se excuse diCiendo que no trajo los anteojos No crea, como el doctor Luis Pasos Argüe–

110, que es impropio que una persona de buen tono como el doctor L~ón Debayle pida huevos al plato después de una fiesta Si pide un sandwiCh de caviar de C$ 1 00 no lo espere del tamaño de un sandwich de jamón como don José Sandino Bone, ni cuente co~

mo don Gerardo Lacayo que el Zar de Rusia le regaló al Kaiser una lata de caviar que pOr eso se llama caviar Romanoff No pida lápiz y papel para escribir todo

10 que va a comer como si levantara un inventario, tal como hacen don Gonzalo Benard, don Joaquln Ibar– guen, don Enrique Castillo Ramírez, don Roberto Hor– villeur y los demós jóvenes granadinos que vienen a las partidas de base"ball En fin sea Ud tan pulcro como don Emilio Chamorro Benard que como y parece que no está comiendo.

MIS PRISIONES

AUTOBIOGRAFIA DE UN BILETE DE A CORDOBA

Hace trece meses me encuentro prisionero en la cartera del· doctor Juan José Lugo Marenco, abogado granadino, que me capturó en el balneario de San Juan del Sur, por medio del alquiler de su vestido de baño en las horas de la mañana del Sábado de Ramos de lo temporada antepasada En ésta larga cárcel, en la que nunca he podido yer la luz del sol, y sin otra com– pañía que una pobre amigd mía, mugrienta y ya ma– lárica, con valor de veinticinco· centavos, he pasado días amargos y tristes, en los cuales para llenar mis ocios escribo como Silvia Pellico, éstas memorias que titulo "MIS PRISIONES"

Mi primer recuerdo, desde que tuve uso de razón se remonta a Corinto Allí en plena juventud pasé latos agradables en la cartera de don JUdn Vassalli ConoCÍ' Id vidd de sociedad, frecuenté las mesas ele– gántes y fueron mis compañeros, en agradable com– parsa con dollars, don Carlos Palazio y doña Lucía, los señores Griffith, el Comendador don Julio D'Arbelles, y otros más que ya no rememoro Una mañana caí después de tanto aristocracia en las bolsas de un mari-

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