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nero, qUIen me entregó en pago de una consulta al doctor Honoraría Argüel/O; Este fue mi última posa– da en aquel puerto Me vine a León despachado para cubrir el pago de una matrícula en el Colegio de la Asunción, -pero no permanecí por mucho tiempo en esta Santa Casa, porque fuí entregado en cance– lación de una cuenta de víveres a don Salvador Reyes Para decir la pura verdad, don Salvador me retuvo mós de lo justo en cofre Al fin salí a parar en la transacción de una botella de gasolina a manos de mOl pariente don Alfonso Herdocia Debo decir que en león fuí muy considerado y se me trató siempre como un peso de mucho peso Mis semejantes fueron siempre inferiores a mí, pues casi nunca me encontra– ba en compañía de billetes de o cinco o diez córdobos Servíl en León para comprar hermosas cajetas, ricos

camarones de río, latas de pinolillo, quesos olanchanos,

viajes a Poneloya, y casi siempre mi trajín fué domés– tico Hice tontos viajes al mercado que ya no podría decir mi número Me llamó sí, la atención que fuí prestado muchos veces y casi siempre devuelto Me quisieron tanto que no querían dejarme solir, pero una vez, con todo el dolor de la ciudad, me vine a Mana–

gua, sudado y lleno de tierra, en la esquina de un pañuelo de la planchadora de ro casa pre;;idencial Mi vida en la capital fué un verdadero torbellino Casi nunca dormí, en poder de nadie Pasaba rapi– dísimamente de mano a mano Mi primer propieta– rio don Gerardo Otilio Salinas, tan luego me tuvo en su poder corría a invitar al General José Moría Mon– eada y al doctor Flores Vega para tomar unas cervezas alemanas en el Gambrinus, pensando que yo resistiría gallardamente esa tenido con toles personajes, pero a lo hora de pagar lo cuenta al amigo Fritz se encontró que no me bastaba yo solo y me completó con un vale Otto Lamm, me pagó con alarde, como si fuera un bi– llete de a cien córdobas, por un champú que se hizo dar en la barbería de don Cástula, el día que iba a una fiesta en Corinto a la que había sido especialmente invitado Calero Orozco estuvo a punto de gastarme entre unos once noventa que estuvo a punto de perder en la Azotea, pero favorecido por la suerte se apre– surÓ a invertirme en un por de zapatos para sus chi– cos Mincho Elizondo me perdió en una partida de whisky poker en el Club Managua y posé a monos de Gabry Rivas Don Rafael Cabrera me empleó en hormar su sombrero estilo de torero español

El doctor Mariano Argüello Vargas me trató con un desprecio. olímpico y cuando fuí suyo nunca me dirigió uno solo mirada, -hasta el día que me entregó íntegro a un lustrador en pago de una lustrada aver–

gonzándome en presencia de sus amigos El doctor Felipe Argüello Bolaños a quien pertenecí por quince días me miró siempre con suma aprehensión, como si

fuera un verdadero leproso o padeciera de alguna otra enfermedad contagiosa, y el día que me entregó en pago de una revista "Para TV', que llevaba a Granada paro su señora, lo hizo sin tocarme abriendo la cartera paro que el vendedor se apoderara de mí y /0 que más me dolió fué que sin haberme ni siquiera .rozado se lavó inmediatamente (os monos El señor Gerente del Banco Hipotecario don Rafael Villavicencio en cuyas

manos me encontraba bastante satisfecho, me puso en manos de un insignificante reportero de "La Noticio" a quien me envió en pago de un articul¡Ilo elogiativo Poto después caí enfermo, pasé ocho días con calentura alta en el profundo bolsillo del doctor Pedro Joaquín Chamorro, en donde creí morir, pero me salvó el doctor Emilio Alvarez que me reclamó de manera insistente durante varios días hasta que le fu~ entre- ,godo y me dio corrimiento un alboñil que puso una noto decorativo y muy simpático blanqueando las co– ñas del techo de la casa de La Prensa, que estaban negras de ollin El cuape Enrique Elizondo pagó con– migo, (esta vez andaba yo solo) la cuota de una pa– rranda. Pero el doctor Rosendo Argüello me dedicó o fines más lúgubres haciéndome pagar una corona mortuoria que el gremio de abogados capitalinos en– viabo a la familia de un colega muerto Don Reynoldo Téfel se despidió tristísimamente de mí' en una partida de bridge en casa de la familia Pérez Alonso (Como me quería y como me lloró don Reynaldo) Al día siguiente fuí recibido con verdadero regocijo por el Ba. chiller José María Fonseca, competente Secretario del Distrito Nacional Y siguiendo mis extrañas peripe– cias tuve el gran honor de llegar al bolsillo del General Anastasia Somoza, quien me humilló de una manera despiadada pues teniendo yo suficiente capacidad para cubrir uno cuentecito suya, prefirió pagarla con un billete de o cíen córdobos

Cansado de tanto peregrinar de mano en mano ansiaba irme o otra porte, cuando dichosamente caí en poder de José Castillo Valladares, dado en un vuelto de una medicina para las amebas que compró donde Carrión, y de ese modo viajando en una linda cartera,

fui a parar a Granada Allá era prestado con mu– cha frecuencia pero al contrario de 10 que me pasaba en León, nunca me devolvían Cuando caí en la bolsa de Agustín Pasos, d~ don Chepe Cuadra, del Tigre Macho, del Cabo Elías y de Los Quicos nunca dejaba de ir a parar al cine Al Dr Octavio Pasos Montiel le proporcioné varias veces una botella de crema de menta nacional para obsequiar a las visitas José San– dino Sane me ocupó para dar a planchar un saco de casimir sin pantalón que se pone solamente ros domin– gos El Dr Dionisia Cuadra Benard se bebió a cuenta mía diez vasos de Xolotlán en presencia de su señora esposa en el Faisán Dorado a eso de las seis y media de la tarde Vega Z me invirtió en comprarle un regalo a su Teté Manuelito Sandino me tuvo varios días retenido dudando si jugarme o no jugarme en la meso de poker, hasta que yo no pudo resistir y me ju– gó Estuve en monos de Chú Burgos cuando me ganó trabajando en Posintepe Del poder de Juan Josecito Zavala pasé prestado o monos de Pepe Posos y asÍ> recorrí formando una cadena por el bolsillo de todos los pollitos como William Hurtado, William Leal, Joa– quincito Cuadra, Horacito Guzmón, etc, etc, hasta que volví a Jos manos de Juan Josecito y este me llevó a San Juan del Sur, y allá me entregó a mi terrible carcelero por el alquiler de su vestido de baño Desde entonces, es decir desde hace trece meses, vengo penando en esta obscuro cárcel de donde han

sido vanos mis esfuerzos por escaparo Mi compañe-

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