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5ECCION ECONOMICA t

Esas actitudes super nacionalistas, que hemos dicho adoptamos a veces; son explicables Muy mal sabor nos han dejado fclS concesiones on~rosas, de otros tiem· p"ps, de nuestros recursos naturales Sin embargo, tene– mos que ClceptCtr que la gran empresa extranjera ---;-'"es

dueña y señora de un "banana I epublic"- sólo perta–

nece al pasado Hoy en día, la gran empresa extran– jera reaUza una significativa contribución al crecimien– to económico de los países en vías de desarrollo

Con el ritmo de crecimiento que registra su pobla– ción, Centro América se ve obligada a crear anualmen–

t~ ,de ¡ 50,00 a 200,000 nuevas plazas de trabajo Esto

significa una inversión mínima de quinientos millones de dólares por año Contamos internamente con todos

e~os recursos? Es obVi,O que no Tdmpoco ignoran nuestros estadistas que la demanda mundial de asis– tencia financiera para desarrollo es mucho mayor que

la oferta

América Los gobiernos de las Repúblicas de Centro– amellca tienen la ineludible obligación de triplicar el capital actual del BCIE, al menos en la forma de capitcd

de garantía, a fin de que nuestra Institución financiera legional pueda captar todos los recursos externos de que tiene necesidad, pudiendo ofrecer ~I negociar– los- una contrapartida adecuada de patrimonio.

Más importante y conveniente que el crédito es la inversión de capital extran¡era. En primer término, no incide en nuestra capacidad de endeudamiento, que por cierto un día de estos podría saturarse, y en segundo término tiende a reinvertil sus utilidades en el área. En todo caso lo que nos concierne -de manera vital- es el efecto multiplicador de las inversiones, cualquiera que sea el origen

Dada la importancia de atrael recursos del exterior es conveniente continuar acentuando dentro de los pro– gramas de nuestras instituciones de desarrollo, el fo– mento de inversiones, ya sea en la modalidad de aven– turas conjuntas o en la de capital neta'mente extranje– ros.

PEQUEÑO COMUN

Hace un par de años¡ dP,Jrante un Seminario aus–

piciado por el Banco Centroamericano en Managua, el prestigiado Autor y Catedrático norteamericano Profe;

sor M D Bryce en un act9 de reconocimiento se refirio

al Mercado Común Centroamericano como "The Big Lit–

tle Mirade of Development" IEL GRAN MILAGRITO DEL DESARROLLO) Pero Bryce fué cuidadoso en reconocer

el acontecimiento como grande únicamente dentro de

la categoría de los pequeños milagros, y en el punto culminante de su 'formidable disertación señaló el pe·

iigro de que los centroamericanos sobrestimemos "el milagro" olvidándonos de las limitaciones inherentes a

nLiestra pequeñez y herencia histórica.

Toda la ObiO de la integración económica se fun– damenta en una realidad: Existe en Centro América un

estado de sub.desarrollo y de desiquilibrio social Por lo tanto todos sabemos (y constituye materia obligada en los demagogos) que el objetivo' primordial de los

programas ha de ser el desarrollo econ6mico de nues– tros países en función del progreso social de nuestros

pueblos Debemos propiciar el desarrollo económico

-.sin el cual bienestar social no pasa de ser un su~ño

con sentido de realismo Sin embargo, a veces, con–

fundidos por la euforia que produce la fusión de nues·

tros minúsculos mercados nacionales olvidamos la ad– vertencia del Profesor Bryce, de que todo el Mercomún en si es todavía un pequeño mercado, y que la suma de nuestros cinco economías resulta inferior d la de cual–

quier municipalidad mayor de los Estodos Unidos Con

frecuencia nos dejamos lI~var por un errado celo nacio– nal Alejamos de Centro América recursos externos '{q-:

liosísimos, aplicando leyes y criterios con mal entendido espíritu nacionalista, como si ignorásemos que precisa– mente en nuestra carencia de recursos radica la mayor

dificultad con que tropieza nuestro desarrollo económi· co

NUESTRO MERCADO

Debemos admitir con toda franqueza que nuestros recursos internos, principalmente financieros, no son su–

ficiente para hacerle frente a la considerable obro que

tenemos por delante, máxime que fa "ola de creciente's esperanzas" que agita a nuestros pueblos exige que se acelere, cuanto sea posible, el proceso de desarrollo económico y progreso s()cial. Solamente los programas de infraestructura, vivienda e industria del Banco Cen– troamericano, para la próxima década, requieren fon– dos de una magnitud vecina a la cifra de un mil mi4 lIones de pesos centroamericanos., equivalentes a una

~antidad igual en dólares de los Estados Unidos de

Estando pl,1es nuestros países necesitados de re–

CVISOS es conveniente que los, Gobiernos y los Organis– mos de fa fntegración dyfinan -y tthuncien- una porí– tica de ampJias garantías e incentivos en favor de la inversión extfpnjera Esta político deberá estar basada en un criterio más obletivo que la declaración de Gua–

temala, hecha por 10$ :tvlinistros de Economía en 19ó5

Capitalicemos el ~~éxitb, hasta ahora alcanzado,

abriendo nuestras puerlosal know how y al capital ex· tranieros en "no form'a' Clniplia y franca.

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