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« Previous Page Table of Contents Next Page »y entonces se hará informaéiÓ"." ,De los diarios ya están
en cenizas los talleres de ul. a Noticia'· y sus oficinas.
la Penitenciaria ha caíde>.a Jo redonda, de un solo golpe. las enormes piedrlls del pesado edificio Sé en– cargaron de liquidar m\lchas cuentas' pendientes de la justicia humana. Allí, han muerto no sÓlo presidiarios. Al extraerse los cadáveres s'e han hallado también de ,gUQrdias ,:"otionale$. 'y - ofi~i(iles (u\\el'icanos al servicio
,de dicha in.. stituci6n;;, lJ..n cor:.denad~-'a ..muerte -crimi..
nal empedernide>, Qri$linQrio de Grari<lcla, José Angel Me– n'ocol-- pereció. Otro. -se ;solvaron mUagrosamente. En su mayo~ía optaron ,por ".0 huir y'ICJ5 autoridades de
policía - los ,;recogieron pronto;
Han decr(!tado la Ley Marcial. ',IEs¿'Uci en español
y aplicada en inglés americano u
, ha, dicho el. Sei1ador
Cuadra Pa~OJ5. Las circun'slandos :Ió exigén. Ha :,hdbido
ya las primeras manifestaciones de pillaje. De otras pobladones y aun de los ~arriodCls de la dudad~ ,sehon vista llegar grupos de hombres. Estos se ,introducén a
las casqs en ruinas y, deshabitadas y se apr~pian' de
lo que I~$par_ece, car9cú1d~ con ello en pi~$encia de todos. En In 'rtlOñanél un individuo encuentra arrodilla– clo fre~te a la capilla de San Antonio, Cl 'un hombre de negocios ,__don ;Agustín Cerna- y acercándosele C(lU·...
telosamente le suelta un improperio y le asesta en la
cara una puñalada que días después' le ocasiona la muerte. La ;Guardia Nacional es impotente. Hace "ás de lo que esfá CI su alcance por evitar robos y des6rde–
nes, pero no puede conseguirlo. La marina americana
ha comenzado· a cooperar desarrtlándo a' todo el mundo
y cerrando el paso un poco más allá de la zona 'del in– cendio
El Hospital GenerClI ha' sufrido doñas muy serios. El ferremóto ha dejado en pie solamente la 'parte re–
cién construido del edificio.. La sala de tuberculosos qued6 con s610 unas pocas descascaduras y los asi– lados en ella han salido corriendo. Jadeantes cón sus camisones blanco-sucios punteados de esputo sanguino– lentos, po mulosos, con los oios hundidos y afiebrados, semejaban una procesi6n de esqueletos impulsados a golpes de tos. ¡Cuántos de ellos, antes de la catástro–
fe, deseaban morir y ahora van huyendo de la muer–
te!
Pero el cataclismo ha respetado en el Hospital a la sala infantil. Todos los niños han quedado sanos. Las madres los han tomado en sus brazos y han huido con
ellos, aun los que acaban de darlos a luz. Las COllti–
natas, bloncas como el alma de los seres que allí est<l– ban, han quedado vadas y el depClrtomento sile"cioso. Una de los hermanas regentes del Hospital ha muerto bajo unCl pesada viga del edificio.
Era bella, espiritual, dulce. Los enfermos sobrevi– vientes la Uoraron. Las compañeras de ella se multipli-,
can, sin reparor en el peligro que las rodea, atendi~ndo,
a cuantos pueden. Fieles al cumplirrHento de su ~eb·er,
no han querido salir hasta que se salve el último de los hospitalizados. De algunos de los apartamentos de la parte derruido, salen gemidos y lamentos. Hombr,es
y mujerés remu.even tierra y madera. Van saliendo fuera, uno por uno, tantos ,infelices. Sdn incontab'es Igs personas que buscan a sus deudos, acaso sepultados en las ruinas.· La proximidad de la noche aumenta in– quietudes y angustias. Se ha trabajado con, tanta ocli~
vidad que al anochecer ya resfan muy PO(OS heridos por transportar. Pero los muertos son incontables y harto difícil de localizar. El m,al olor de los cCldáveres guiará enseguido a los zapadores.
Al incendiarse los Mercados han sucedido escenas indescriptibles: de heroísmo, de dolor, de resignaci6n. uLa Noticia", al reaparec~r después de la catástrofe, re– lata lo siguiente:
'lEn un port6n del Mercado vieio fue aprisionada por pesadas piedras una Clgraciada muchacha del pue– blo. Conversaba antes del terremoto con un valeroso anciano. Al caer el port6n y viendo su estado, el an– Ciano quiso stdvatla. Fue quitando poco el poco las phúJras, peró el fuegó avanzaba y no pudo completar la obra. La muchacha comprendió que no habia reme– dio. Las llamas envolvían al pobre vieio que, encorva– Clo sobr~ las pif~drcisf gastaba sus últimas fuerzas. liDios se lo pague, :señor -diio. al anciano con serenidad-¡
pero váyose. No es posible y Ud debe salvarse". El héroe -casi quemóndose- la abandon6 y cúbriéndose la cará con las marias, fue a caer casi muerto dos CUCl–
dras al Sur ' "Otras personas que se consideraban perdidas y
que veían que iban a morir entre lenguas de fuego, su~
plic(;Jban que las ultimaran de un tiro
l
pero nadie, ni
civiles ni militares, quiso hacerlo. 5610 un caso hubo en que un marino americano, compadecido de un hom–
bre que agonizaba en semeiante tormento, le dio la muerte, profundamente conmovido. Ero preferible".
El Polacio Nacional después del terremoto, mirando hacia el sur, se ve la Loma de Tiscapa.
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