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FIN

DE UNA CAPITAL

IMPRESIONES QUE SOBRE EL TERREMOTO PUBLICO LA REVISTA "TIME" DE LOS ESTADOS UNIDOS

Una mañaná de la última semana los seismógrafos de todos Estados Unidos trepidaron en sus pequeñas cajas de cristal.

En la Universidad de Fordham, el Padre Jesuita

Jose Lynch, miró hacia la hoia en que anotaba el récord de los movimientos registrados por su aparato. Pudo comprobar que un fuerte temb-Ior estaba sacudiendo la tierra, como a 2.150 millas, pero 105 seismógrafos esta– ban acostumbrados a eso.

Algunos días después el Padre Lynch dijo: No fué

tan intenso ni violento como otros terremotos, No fué tan intenso, ni de tanta duración como el de Nápoles '4 de agosto). El terr~moto más violento se registró ha– ce un año, en el pasado mes de noviembre, cuando tre– ce cables trasatlánticos fueron destruidos

EL AVISO A HOOVER

Una hora más tarde, Herbert Hoover recibía en su despacho, en la audiencia diaria a los reporteros, y

mirando su escritorio les decía: Acabo de saber que Managua ha sido sacudida por un terremoto, y que ahora fa ciudad está incendiada Acabo de notificar

Q

la Cruz Roja que ocurra lo más pronto posible en ayu ..

da de la ciudad El ejército y la marina también coa .. perarán en el socorro

Era una mañana calurosa, todavía temprano en

Managua, la capital de Nicaragua.

Los marinos de Estados Unidos en sus cuarteles del Campo de Marte, se limpiaban la Cara y miraban pe_ rezosamente como caminaban las pesadas carretas ti ...

radas por bueyes, azuzados estos por los conductores,

Calle de la Central America Power, donde se desarrolló

el incendio, después del terremoto.

mientras raudos pasaban los automóviles a t~avés de

la ciudad.

(La gente decía que el tiempo parecia anunciar un

terremoto)

En la ciudad, mujeres y nanas t,ansitaban tranqui– lamente por las aceras y los corredores del Mercado de ManClgua, haciendo sus comprCls para Semana Santa.

EN LA PENITENCIARIA

En el v,elo edificio de adobes y piedras de la Pea nitenciaría Nacional, el Teniente Comandante Hugo F. A

Baske, médico de la marinCl y el Cuartel Maestre James

F Dickey, intentaban hablar con el Jefe de la Peniten–

ciaría Teniente James l. Denham, del Cuerpo de Mari– nos Iban a ir a inspoccionar las celdas dGI Centro Pe–

nal.

De pronto la tierra se conmovió y hubo un sacudi a miento espantoso.

COMO MURIERON DOS OfiCIALES DE LA MARINA AMERICANA

Una enorme piedra como un elefante, cayó como de veinte pies de altura y aplastó 01 Comandante Baske

y al dependiente Dickey, matóndolos inmediatamente

El Teniente Denhan, que estaba a 'Siete pies de dis– tancia de los anteriores fué derribado por la caída de la piedra que le alcanzó, pero no lo rnató Mientras

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