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LA ELOCUENCIA

EN CONMEMORACION DEL TERREMOTO

CARLOS CUADRA PASOS

El gTan tribuno nical'agitense

El Congreso de lo República me ha conferido la honroso comisión de expresar sus pensamientos y sen– timientos en esta fecha de triste, honda y reflexiva recordación Emocionado cumplo el cometido, en presencia de las más altas autoridades civiles, religio– sas, judiciales y militares de la República, y el pueblo de Managua, personaje principal de la tragedia con– memorado Comprendo mi impotencia, porque para

acertar en la cabal expresión en esto vez, necesitaría

de la inspiración sublime de los profetas, que eran poetas y oradores, de númen iluminado de arriba y de voz sonora como la trompeta del ángel Necesitaría poder endechar trenos, como los de Jeremías, sentado sobre Jerusalén desierta, para repercutir en el eco sen– timental de todo Nicaragua porque "perdido ha la hija de Sion toda su hermosura"

Como las de Israel han sido las vicisitudes de nuestro pueblo Fincado sobre un territorio pasillo para tránsito de extranjeros, sufriendo las zozobras naturales o su posición geográfica, se ha entregado, sin embargo, o los contradicciones y 01 choque violen– to de sus pasiones Convulsa la tierra que piso, y exaltado su espíritu Por mucho tiempo sufrió ansias por encontrar sitio a propósito en donde fijar su cabe– za en una ciudad capital, desde la cual pudiera divisor los términos de su presente y los horizontes de su des– tino en el porvenir Dos ciudades, guiones en el proceso de lo formación de lo sociedad nicaragüense, León y Granada, se entregaron o rivalidades infecun– das por poseer esa capitalidad como signo de hegemo–

nía y de mando, y no como debía ser, como recinto

neutral, de deliberación, reflexión y decisión El pue– blo de Nicaargua marchaba sobre lo cuesto fragosa de su primer siglo de libre existencia, hacia la ciudad prometido, morcando sus posos con huellas de sangre

y errores.

Lo capital deseada, lo ciudad prometida, eso es Managua. Evoquemos, aunque seo brevemente, sus orígenes, veámoslo surgir en los anales de lo historia de nuestra Patria

Antes de la Conquista

Antes de lo conquista era un caserio que se extendía por más de una legua, sin solución de con– tinuidad, en uno solo hilera de casas de amenos huer– tos, desde este mismo sitio hasta el nacimiento del río que unía al Xolotlán y al Cocibolca En ese caserío tenía su asiento Tipitapa, uno de los caciques de raza azteca, que se dividían y disputaban la tierra de nues– tra costa del Pacífico, cuando los españoles arrogantes tocaron a su puerta con los pomos de sus espadas y los cabos de sus lanzas

Durante la Conquista

Fundadas León y Granada, las ciudades geme– las, por Francisco Hernández de Córdobas, y su legión de hidalgos, que pusieron el sello de su sangre gene–

ros'o y levantisca a la nueva. raza, se fijaron en Mana–

gua como la media jornada entre las dos poblaciones que eran los extremos de donde iba y volvía la mayor corriente de la existencia colonial El conquistador viajero de Granada venía a Managua en su potro de guerra y trabajo; aquí lo dejaba a resguardo del fijo,

y se embarcaba para atravesar el lago, e ir al Otro Lado en donde estaba ubicado León Viejo En viaje de León a Granada la operación era inversa. Destino el de Managua ser término medio Los conquistado– res expertos para fundar, comprendieron su importan– cia y le pusieron por primer gobernador a Vargas Machuca, hidalgo muy principal, de ánimo empren– dedor y esforzado, el misma, que con indios de Tipi– tapa, fue a explorar el Desaguadero, y dejó su nombre inscrito para siempre en uno de sus raudales

Después de la Independencia

Después de la independencia, en los años anár– quicos, Managua siguió siendo siempre término medio. Cuando leoneses y granadinos querían conversar en medio de sus peleas, venían a Managua Cuando los poderes públicos eran acosados por la política arrebatada de las ciudades guiones, se venían a Ma– nagua en busca de un remanso, que les permitiera pensar en los destinas de la República constantemente en peligro Después de cada asalto de León a de Granada, Managua era un refugio Así la capitalidad poco a poco fue echando raíces en ella El año de 1858, después de la lucha contra el filibustero, la ca– pital quedó fija Año fecundo en conciliasiones fue aquel en que Managua tomó por el fiel la balanza de la República, que siguió oscilando al peso de León y Granada sobre sus plantillas.

Cuento la crónica, que era entonces una aldea risueña, de gente agricultora, que hacía su fortuna cultivando y cardando el algodón, que en ciertas épo– cas del año blanqueaba sus solares y huertos, como en una promesa de conciliación y de paz Continuos, permanentes, costosos, han sido los esfuerzos par le– vantar y hermosear esa aldea hasta convertirla en el s.alón de recibo de nuestra República. Poco a poco se fue transformando en la ciudad en la cual todos los departamentos ponían su complacencia, y todos los hombres las miradas de sus ambiciones llenas de deseos de prevalecimiento y de triunfo.

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