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UNA PEQUEi\lA BIOGRAFIA

ADRIAN

NUESTRO HOMENAJE

AL LIC VIRGILIO RODRIGUEZ BETETA

Virgilio Rodríguez Beteta, el gran valor intelec– tual, el distinguido escritor, político y diplomático

guatemalteco y apasionado centroamericanista, no

podía faltar a la celebración del Centenario de Rubé" Darío. En esa oportunidad, tuvimos por últi– ma vez, el gusto de saludarlo y departir con él. Le

acompañaba Doña Carmen, su señora

Don Virgilio, gran patriarca del liberalismo gua..

.emorteco, fuá ~n gran amigo nut?stro, quiz6 el más

!lrande alentador y animadar de la REVISTA CON. SERVADORA DEL PENSAMIENTO CENTROAMERICANO

Siempre tuvo frases de aliento para nuestra labor, y

colaboraciones' para la Revistcl. De modo que su

estadío en Nicarcgua, fué especialmente grata para

nO!iotros, con d doble motivo intelectual y personal. Por eso nos sorprepdi6 y conmovió profundamente

la tarieta que su e$pO~Q nos enviara y en la cual nos

decía:

Etimado clon Joaquín: Con el más hondo dolor Que hoy embarga mi COI azón por la pérdida irrepar4blc de mi amado espOEO Virgilio, OCUI rida, el jueves último 23. cumplí inmediatamente. como eran las gr~ndes intencioltes y deseos de él, de en~

viarle estos recortes de El Imparcial con su última producción, por si Ud. los quiere aplovechar para

su admirable y prestigiosa Revista. Como mi es. poso a Ud.

le apreciaba tantO, CICO que bien puedo cumpBr al ~elcer día de su viaje a la eternidad con envimle e_stos artículos }lOr si Ud. Quiere apro.

vechallos en algo

Quedo de Ud con la admhación y afecto que mi querido esposo le profesaba.

Guatemala, 25 de Marzo de 1967.

CARMEN ~I. DE nODRIGUEZ DETETA

La sorpresa y la pena nos impulsó inmediata. mente a querer comunicarnos por teléfono con su familia, pero no nos fué posible Pusimos un radio. grama t1 Doña Carmon con la expresión de nuestro

profundo dolor.

la estatura intelectual y moral de Don Virgilio, su obra realizada y su gran amor para Centroamé. rica ofrecen amplio margen pora informar a nuestros lectores :i;,obrc el deceso.

RECINOS

VlRGIIoIO RODRIGUEZ BE'lI'ETA

SU último ttabajo.

1

Hoy hace cinco añoS que falleció Adrian Recinos Cinco años que para mí, se han pasado con la celeridad

consiguiente a quien, por razón de ~ddd, espero siem"

pre que sea su último año aquel que está viviendo. Nos conocimos cuando él tenía doce pños y yo trece, en el primer año del instituto, que ehtances se llamaba Nacional Central de Varones Ehtonces eran cinco los años que se necesitaban para salir de bachiller, y allí sobre las rudas tarimas de doble piso en que los

alumnos nos sentábamos comenzamos nuestra buena

y desde un principio intima amistad El era un mago

nífico estudiante en todo~ sus c1~ses, sin excepción

Cuando no era el primer puesto el que ocupaba, era el segundo Enviado de Huehuetenangc;, <;le don sus padres y él procedían, era interno y todo un estudíon. te de verdad Su mejor amigo era el inolvidable UI¡. ses Rajas, quien a la salida del ínstituto d~scolló como el, primer botánico del país, y quitá de todo nuestro Latino América Ulíses había estudiado botánica bao jo 10 dirección maestra del doctor Manuel Saravia, a quien por su gordura y su agrio c9rácter, ,lo conocian todos bajo el nombre de "El Oso $aravia", Pero so· bio en sus conocimientos botánicos, obligopa a todo el mundo a formar "herbarios", saliendo' 'de su clase magníficos alumnos, como José Móría Roque y los dos hermanos Tejado Aguirre, Rafael y Ramón Todos desaparecidos ya!

En aquel tiempo se estudiaba de veras y Se esti· mulaba algo lo educación moral. Ulises Rojas fue

quien nos enseñó a sembrar un árbol, condición pri.

mera que según el célebre apotegma se impone a todo joven que quiera cumplír su misión en este mundo Ulises no sé donde consiguió cuatro de esos preciosas

araucarias, que parecen llevar alas en sus ramas, y

rematar. cuando acaban su esfuerzo por subir a la altura, en una estrello El sembró la primera, Recinos la segundo, otro gran amigo de éste, también ya deso;

parecido, Ramiro Fernández, la tercera, y a mí me toco

el honor de lo cuarta Después de los terremotos de

191 7, vino la decadencia del instituto Su segun~o

piso, que cubría tres largos corredores del primer p~1I0

se derrumbó Parece que ese derrumbe iba a sena– lar la entrada en uno edad de decadencia Nadie ha puesto hasta ahora cuidado en volver a levantar .ese

segundo piso y menos en cuidar nuestras araucanas,

de las que creo no quedan sino dos a guisa de re· Iiquias de aquellos lejanos días , A mediados de año Adrián comenzó a adelantar· seme, pues hizo por suficiencia su examen de ingl~s

primer curso, y en los años sucesivos hi;o otros ~xa·

menes análogos, de suerte que, se gradua <;le bachIller

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