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que fuera el tiangue de una ciudad hispánica como Le6n o Granada estaba siempre abierto a la universalidad. Era un compendio de la proviniia, el reino y el imperio.

La rengua, on consecuencia, conservaba su universalidad hispánica por intensa que fuera su mestizaci6n regional, que, desde luego no hoy que exagerar. No de;a, sin embargo de ser un hecho. Toda lengua moderna es mestiza y la española posiblemente más que ninguna, pero su especial m~stizaie nicaragüense -que correspon– de a esto particular comunidad de origen y carácter– es lo que haco posible para el pueblo de Nicaragua des– cubrirse y reconocerse al hablar español Cantidad de palabrC1s sobre lo infancia o para cosas de la ¡nf"cia en el habla común de ros nicaragüenses vienen del nahuatl que era la Iingua franca, y algunas, posiblemente, del chorotega: pipe o pipita, sipe, cipote, cumiche, cuape, chicha -en sentido de teta- Chichigua, chischil, para citar no mós que las usuales Quedó así para siempro en el habla del pueblo la relaci6n de 105 niños nicara– güenses, españo1es o criollos y mestizos, con sus chi– c:higuas, chinas o madres indias. También los iuegos de los niños y los cuentos que oian deiaron sus refleios en el lengua¡e y mós aún en la sensibilidad de los ni– caragüenses. Aunque esas relaciones infantiles pueden considerarso como pert~necientes al ámbito del tiangua en su sentido lato, fue en el más circunscrito de merca– do donde tuvo lugar el moyor intercambio linguística y se ejerció la máximo influencia indigeno y en su medida la negroide, para matizar el habla nicaragüense. El ¡a–

cote pudo haberse llamado ciruela y se llamó ¡acote Al

tepescuintc los mismos indios aprendieron en ciertos lu.. gares a darle el bonito nombre español de guardatinafa

y en otros sigui6 llamándose para todos tepescuinte. Ca– si todas los frutas de ,,, tierra conservaron sus nombro$ indígenas, lo mismo que la mayoría de 105 animales, pl(lntCls, comidas, utensilios de cocina, telas, prendas de

ropa, lugares y elementos de la naturaleza, infinidad de objetos e impresiones y sentimientos intercambiables que yo existían en el país antes de la conquista. No

se ha estudiado la formaci6n del habla nicaragüense, pe– ro seguramente revelará cuando se haga, muchas seña– Jes de su origen ';ánguico Pora indicor uno gran con~

tidad se dice todavía un chiquipil, uno medido de ocho mil granos de cacao Lo meior de lo mejor, la pura esencia, es para el pueblo nicaragüense la puro meien– ga, una hipsanización del superlativo orotina pura me– heña que significa 6ptimo. En fin, él tiangue mismo se Hamó tiangue hasta que no se construyeron 'os mercados modernos Pero sen como fuere, lo indiscutible es que en el tono del hO'blar nicaragüense suenan acentos his– pánicos, indígenas y negroides

De modo parecido al de la Jengua, Ja religión cató– lica popular de los nicaragüenses ha conservado un ca– róctQr propio, un estilo mestizo particular -dentro de la univer~alidad y trascendencia del catolicismo- debido en buena parte a la influencia del tiangue colonial So– bre todo en los fiestas patronales, semanas santas, purí– simas, njílos y demás devociones populares la formación tiémguica es evidente en todo lo que respecta a sus ele– mentos externos. Esto puede ex'enderse, desde Juego, a cUCilquier otro de 105 aspectos de la cultura colonial ni– coragüense que aún pueden observarse en el folklore y

en las costumbres. Llevaría muy lejos, sin embargo, detenerse a examinar esas otras facotas del mestizaie en relaci6n con el tiangue. Pero parece indispensable se– ñalar brevemente dos aspectos poco atendidos por fas estudiosos, aunque de un interés ospecial para la com– prensión de lo nic('lragüense El primero es la cocina Ya nludimos

(1 ella considerándola como símbolo al dis– futir Jn influencia de In hadendo. Se 'roto ohora de presentarla corno una realidad en la que en cierto nlodo se refleja )0 vida nicaragüense o la economía tiánguica

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