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Reldciones Exteriores como una Pos/c/on menos fatigosa El señor Benard era muy competente para el desempeño de aquel Ministerio, como se deja ver por el tacto e ilustración con que de– sempeñó sus funciones diplomóticas, y lo probó en el poco tiempo que tuvo que ejercerlo inte– rinamente por ministerio de la ley Sin embargo, manifestó al señor Presidente, que en caso de

resolverse 01 sacrificio de continuar en el Gobierno, serlo en el mismo puesto en el cual había adquirido ya alguna versación pero que nunca aceptaría la Cartera de Relaciones, para la cual

Se consideraba sin las aptitudes necesarias Resolvióse por fin a ocupar de nuevo el Ministerio de Hacienda, y aquella naturaleza activa volvió a entregarse al cumplimiento de sus arduos de– beres, con la asiduidad que le era propia Se mantenia constantemente ocupado en su Ministe–

rio/ sus únicas distracciones eran discutir los asuntos públicos que estaban a su cargo y (os demás

que interesaban al bien general, aun cuando no Fueran de su inmediata incumbencia Era un

alma y un corazón del todo consagrados al deber y al progreso de su patria En el ejercicio de su gestión contrajo la enfermedad que le llevó al sepulcro, siendo tal su abnegación, que a pesar de las instar;¡cias del Primer Magistrado, no quiso desatender los negocios para cuidar de su salud

Ni cuando tomó cama por la última vez prescindió de ocuparse en asuntos perentorios de su ra–

mo, habiendo mantenida a su lado al jefe inmediato de la oficina hasta la antevíspera de su

muerte, dio en que el Señor Presidente le prohibió de un modo terminante que se ocupase de nego

cjas

PROBIDAD MONEDA CORRIENTE DE AQUELLOS TIEMPOS

Si el señor Benard llevó hasta el sacrificio su celo por el desempeño de sus deberes, no fue

menos recomendable por su alta probidad, manifestada en todas las circunstancias de su vida pri' vado, y que se hizo mós sobresaliente en los puestos públicos que ocupó, en donde no solamente

obraba con la mayor pureza e integridad, ajustando sus actos a la mós estricta justicia, sino que cuidaba con esmero de evitar toda apariencia que pudiese arrojar sobre su conducta alguna sombra Asi se le vio siempre alejarse del conocimiento oficial de los asuntos en que, aunque

fuera indirectamente, pudiese estar inteersado con la circunstancia más rara aun, de tomar en lo privado, en esos asuntos

l

el mismo interés en provecho de la Hacienda, que en aquellos a que era

enteramente extraño Para que se juzgue mejor de la delicadeza del señor Benard, vamos a re–

ferir un hecho, notable entre muchos de más alto significación

t

que omitimqs por no ser profusos

El señor Chamarra, apreciando debidamente todo el mérito del sacrificio que hizo el General Benard al asociarse a la causa de los nicaragLienses en 7854, por la cual derramó su sangre y

perdió sus intereses, ordenó el pago de los haberes que le correspondían por sus servicios en

aquella campaña, en ocasión en que el Gobierno no podio pagar a los demós acreedores de esa

deuda Síendo su hermano el agraciado por esa orden, el señor Ministro Benard se opuso o

ella, diciendo de un modo terminante al Señor Presidente -"U es dueño de hacer lo que guste,

pero antes debe admitirme mi renuncia/ no me basta no intervenir en este asunto/ es preciso que

esté en absoluto desvinculado del Gobierno, para que mi honor quede ileso" El señor Chamarra,

no queriendo privarse de la colaboración de tan importante Ministro/ retiró su orden, sin que tan

noble resistencia le inspirase otro sentimiento que lo mós alta estima por aquel hombre tan ce– loso de

SLJ honra como de los intereses nocionales

¡Así se comportó el funcionario tratándose del hermano querido, del que habia ayudado

a su educación, y que, poco después, a la primera noticia de su enfermedad, debia volar a su lado,

a prestarle sus servicios, a recoger su último aliento!

MUERE SIN MEDIOS DE SUBSISTENCIA

La probidad del señor Benord no sólo se manifestó con hechos notables, sino que se hizo trasparente en la serenidad de su semblante en los últimos momentos de su vida Despidióse tiernamente de su querida esposo, rindiéndole las gracias por la bondad y paciencia Con que le había acompañado en todas las vicisitudes, sabia, porque conservó la plenitud de su juicio has–

ta el postrer instante, que aquella compañera y once hijos, tan caros a su corazón, quedaba,?

casi sin medios de subsistencia Sin embargo, por melancálicas que fuesen las ideas que indu– dablemente deben haber cruzado por su cerebro, sobre todo cuando se le insinuó que testara, lo que rehusó manifestando que era innecesario por no tener bíenes de que disponer, nada fue

bastante a perturbar la tranquilidad de que gozaba aquella alma justa al emprender su trónsito a

la eternidad Parecia comprender, por esa intuición que deben tener los nobles espíritus en tales

momentos, que un nombre sin mancha era el mejor tesoro que podía legar a su posteridad.

Tal es el hombre que ha perdido Nicaragua en lo mós florido de su edad, cuando su 1.0– zona .inteligencia, enriquecida con los frutos del estudio y de la meditación, de la experiencia y

próctica de los negocios públicos, prometía los mós lisonjeras esperanzas de progreso y engran– decimiento nacional.

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