This is a SEO version of RC_1967_09_10_N84_85. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »y algunos de ellos como independientistás. Til1u– bién es imlmta'ble que Castilla era un clél'igo afran– cesado. Salazal' lo compara con los abates france– ses del siglo XVDI, aunque salvando su moralidad.
El'a, según sus contemporáneos, tan socin1>le como shnpático, un hombre de salón que 110 dejaba de es– candalizar a los otros eclesiásticos POl la desenvol– tura de sus maneras y sus prácticas muo.danas. Fle–
cuentaba los bailes vestido de seglar, como los otros caballeros, o simplemente se quitaba .la sotana pala bailal'. Las damas coloniale.s qne concul'l'ían a tales saraos, seguramente se SOl'pl'eIiderí~n, enh e escan– llalizadas y halagadas, de encontuuse bailando con
un canónigo los vals de la época. Intelectualmente no era menos afrancesado. En su biblioteca, fuera del alcance de la Inquisición pero al alcance de sus amigos y contertulios, ocupaban un sitio preferen– te los enciclopedistas, empezando por el Señor de
Ferncy. Ela, pues, un perfecto europeo de su tiem~
po, conocedor de la corte española y su política, in– comparablemente más atrayente, COntO es obvio, aunque seguramente más superficial, que el ya di– funto Liendo y Goicoechea o cualquier ob'o de los miembros del clero criollo y peninsular de la pro– vincia de Gua~emala. No se conoce :0, POI lo me–
nos, no ha sido revelada todavía la intimidad de su pensamiento, pero lo más Plobable es que haya si– do, si no el primero, uno de los primeros indepen~
dlentistas, y que Ilegal a de España ya preparado p:;1ra serlo. Nada más natural, por consiguiente, que él fuera el verdadero director del movimiento, el consejero y guía de los dI¡ ectOl es criollos, como Mo– lina y Bauuudia. La Tertulia Patriótica de esios y
otros amigos empeñados en la independencia, se reu– nia en casa de Castilla y de ella surgió la idca de fundar "El Editor Constitucional", el famoso sema–
nario dirigido por Molina, en que el canónigo es–
pañol colaboraba, y desde cuyas páginas se hacia, con más o menos disimulo, la propaganda indepen–
dientista. Es, a{temás, muy significativo que el 15 de Septiembre, Castilla haya pedido antes que na– die la inmediata proclamación de la independencia.
En la l'eunión de notables entonces efectuada, él fue el vocerO del independicntisHlo. Por lo menos en Guatemala, resulta cie1'to )0 que decía (Ión Car– los Pereira: que los indios hicieron la conquista y
los españoles la independencia.
Los hombres de la Tertulia Patriótica, en la que se reunían con CasUlla, además de Molina y
Barrundia, Josó Vicente Gal'cía Granarlos, comer– Ciante español, l\lanuel y Juan Montúfar, Marcial Zebadua y Josó Beteta, sustentaban las ideas más avanzadas entonces, aunque no torlos las compar– tieran en igual gra(loo Por lo menos alguuo~, cQmo Manuel Montúfar y Coronado, loeaccionarol1 después de la independencia en sentido conservador. Es po– sible que el mismo Castilla haya muerto desengaña– do, pero Molina y Barrundia _especialmente este último, debido a su temperamento- se mostraron en todo colisecuente~ con los principios revoluciona– rios de su liberalismo, ya lomántico y decimonóni– co. Estos dos intelectuales, a la par de los comer~
clantes Aycinena y Beltranena, fueron los principa– les conductol'es del movimiento y de las maniobras
que produjeron pacíficáhteJ.1te la ~clependencia y después de eUa la guerl'a civit. El partido eaeo que ellos fundaron llevaba en su seno la división. Asi se explica que mientras los intelectuales, como Ba– l'rumtia y Molina, que pretendían una revolución li–
beral a fondo, fueran los vel dadei"os padres del li–
beralismo y de los partidos liberales centroameri~
e~nos, los comerciantes, que sólo deseaban el libera– lismo económico, lo fueran de los partidos Conser– vadores y del conservatismo. Pero entre tanto ea~
minaban unidos en dirección a la independenoia, arlastrando consigo a buena parte del e1ero t.riollo
y casi toda la burguesía o no'bleza guatemalteca. Entre ésta figuraban los hacendados comerciantes y hasta algunos hacendados no comerciantes. Ni la ma– sa del clero y los hacendados, cuyas ideas no eran
desde luego lns liberales, sino al contrario las colo~
niaIes, sabían exactamente a dónde l~s llevaban sus directores. Unos y otros respondían, no obstante, con más o menos entusiasmo, a la rebeldi.a contra las autOlidadcs peninsulares, lo mismo en Guatema– la que en las provincias. Este fue el cebo con que se mantuvo en mayor o menor agitación a aquella
sooieda~ conservadora, nada avezada a la política. Sin embargo, la magistral unificación de los ele– mentos heterogéneos que integraron el partido Cll~
co -reconocidamente inferior en númerO al gasista dc Valle- lo mismo que las finas intrigas y nego~
elaciones que le llevaron al éxito pacífico el 15 de Septiembre de 1821, sería poco menos que invero– símil atribuirlas a políticos tan inhábiles Como Ba–
lruudla y Molina o cualqiuel otro de los intelectua– les criollos de su círculo. Aunque tampoco p~re
ce Plobable que se deban únicamente a comel'cian~
tes más prácticos, pero igualmente unilaterales, c0
4
mo el llamado marqués de Aycinena. Tales manio– blas, bltrigas y negociaciones, apenas han sido indi–
cadas, como de pasalla, por los historiade:tres. Cuan–
do se estudie bien lo que puede llamarse la politi– ca indepemlientista, segul'amente se encontrará de– trás de ella, como detrás de una cortina, moviendo con sutileza casi todos los hilos, la mano refinada del ca~ónigo Castilla.
Clérigo, intelectual, liberal, eortesano, djplo~
mático, europeo, íntimamente relacionado con los sectores iniluyentes de Guatemala, empezando por las autOlidades peninsulares del gobierno y la igle– sia, nadie esta'ba en mejol'es condiciones que el ca– nónigo para com'dinar IOG movimientos más encon– trados e imprimholes la conveniente dirección hacia
una indepentlcncia digna de gente civilizada, como fue, en realidad, la independencia de Centro Amé~
rica. Todo esto, sin embargo, por 10 que al propio Castilla. se refiere, permanece todavía en el terreno de las conjeturas, esperando que los jóvenes inves– tigadores lo confirmen O desvanezcan. Ofjcialmen~
te, COmo se sabe, el director del partido caco, en que luilitaba don Mariano de Aycillena, era el doct9r PedIo Molina, y su más ardoroso animador, don Jo– sé Flaneisco Barrundia, posterior enem~&o número uno del marqués.
CAPITULOS DE "REFLEXIONES SOBRE LA HISTORIA DE NICARAGUA" (Ier TOMO)
(15)
This is a SEO version of RC_1967_09_10_N84_85. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »