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Si no aceptan estas bases -me dijo el General Estrada propongo fi– nalmente esta orra:

-Yo renunciaré formalmente de la Presidencia de la República y

el General Mena que renunció del Minisierio de la Guerra, y atnbas renun– cias las someternos a la Asatnblea Nacional para que resuelva el asunto, pero siempre con el cumplimiento de las airas dos bases, para que no se crea que yo pongo mi renuncia bajo la presión armada.

Al punio consideré favorables esias bases para los intereses genera– les del parlido conservador, puesto que todos los Dipuiados pertenecen a ese credo, y por eso fuéque acepté la comisión de ir a Granada, parlien– dado enseguida en un tren expreso.

Al llegar a Granada invité a las personaE: conspícuas del partido conservador, y las expuse las dos primeras bases, comunicando la tercera únicamen1:e, y en reserva, a don Pedro Joaquín Chamorro.

Invl±é al Coronel Hildebrando Rocha, a los Dadores Joaquín y Pe– dro Gómez y otros jóvenes d:isfinguidos pero me contestaron que asisti– rían a la cita un poco más tarde, y por eso mi conferencia con ellos no se pudo verificar hasta las ira!! p.m.

El resultado de esa conferencia es suficientemente conocido para re– petirlo.

Poco despuéB se recibió aviso del depósito de la presidencia en don Adolfo Díaz, y por la fuerza de la corriente de la opinión pública en Ma– nagua a favo)' del General Mena, consideré de hecho terminada mi misión.

UN VERDADERO DIPLOMATICO

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?Sabía el Minisrro americano Mr. Elie Norihcoti que el Ministro Me– na iba a ser apresado por el General Estrada? - Sí lo sabía - ~quién se lo dijo o por cuáles medios indireC±03 Jo supo?

Al ser interrogado por el redacior de un diario de la localidad, l...fr. Nor±hco±± negó en redondo. No sabía nada.

Sinembargo, el General Aurelio Estrada afirma que su herrnano el presidente le aseguró que sí sabía.

Un corresponsal del mismo periódic;o hizo en Corinto al General Juan J. Estrada en vísperas de su marcha esta pregunta:

-Tendría U. la bondad de decirnos si es exac!o lo que afirma el General Aurelio Estrada en "El COInercLo" de hoy, sobre fado en lo que se refiere a la conformidad previa del Minis±ro americano con los sucesos dallunes.

El expresidente contestó:

-Respecto a lo que dijo mi hermano debe resuHar ciedo lo asecru-rado por él. ~

Hay que fijarse bien en la respuesta: "debe resuHar, cierlo". Es de– cir, investigando, preguntando, falvez se llegue a saber alguna cosa.

Pero qué camino seguir ante la negativa loiunda del diplomático? En la balanza de la verdad, cuál de las dos opiniones tiene l'nás peso?

Hay que tener presente que Mr. Elie Norllico±t es gran diploInático,

~'ombre de mundo, de gran versación en los asuntos polílicos. Pm"o tam– bién hay que tomar en cuenta que el General Juan J. Estrada es, ante to-do, un político que sabe el alcance de una palabra. .

No conocía yo a Mr. NorihcoH. Lo ví de lejos por primera vez to– mando los aires de la Capital en carretera abieria una tarde hermosa de Inayo. Después 10 observé de cerca en una cervecería. Pantalón blanco, americana negra, sombrero acanalado de ji.pijapa, cañita de indias en la Inano. La falda de la arnericana se le había recogido a su excelencia so– bre la culata de un brillante revólver que llevaba en el bolsillo trasero del pantalón. Porie elegante, aire distinguido, ojos azules, mirada tranquila.

Ese hombre - dije a un Abogado con quien tomaba un servicio de cerveza: ese hombre debe tener gran poder de voluntad.

Acompañaba al señor Ministro de Estados Unidos el Subsecreiario de Relaciones don Alberio C. Ramírez quien solícitamente le mostraba las panorámicas bellezas del lago de Managua.

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