This is a SEO version of RC_1967_11_N86. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »VISION INTERNA DEL CAMPESINO COS1ARRICEN5E
LUIS BARAHONA
Costarricense
INFLUENCIA DE LA ORGANIZACION ECONOMICA RURAL
EN EL CARACTER CAMPESINO
El hecho económico por venir ligado estrechamente a la vida humana, infl~encia poderosamente la psiquis individual y colectivCl, condicionando los actos morales Es lo que dice plntorescamente el refrán tico: "Panza llena, corazón contento", o si queréis en términos mejor razona– dos, que "sobre el carácter Individual ejerce poderosa influencia el grado de prosperidad material y 105 me– dios que el individuo emplea para ganarse el sustento". Ahora bien, nuestra organización económica rural, la organización de la tierrCl, el trabajo, el capi~al, el co– mercio y' la industria campesinos, tiene características específicas que obedecen a causa determinadas que orientan ICI vida humana hacia modalidades fácilmente observables.
Nuestro capital se formó -excluído el capital ex– trClnjero preformado- mediante el proceso primitivo que le ha dado origen en todos los pueblos partiendo del trabajo humano que obra sobre las fuerzas naturales. Los primeros colonos, no obstante haber introducido cier– tas cantidades de bienes cClpitalizados en el exterior, neo cesitaron muchos años para alcanZ'ar el desarrollo agrí– cola que representó hasta fines del siglo pasado la ha– cienda. El capital de los colonos indo-españoles se ca– racteriza por su rusticidad, o mejor, por la preponderan– ciCl del trabajo intenso., Nada más elocuente a este respecto que las palabras de John Hale escritas en 1826: "Los brazos y platillos de las balanzas son de madera toscamente labrada; las pesCls consisten en piedras que se recogen en las calles y prueban en alguna tienda. Las gentes miran 105 artículos extranjeros como artículos mi– lagrosos ... no usan la rueca, y las máquinas para sem– brar algodón y limpiar el café serian una novedad... En suma, hay centenares de modernos artículos de uso dia– rio de los que nada se sabe allá... LCI agricultura y la horticultura tienen mós de un siglo de Cltraso en relación a Europa y Estados Unidos. Casi todos los instrumentos son de palo". Hubo, pues, un proceso económico CCl– racteriZ'ado por el predominio del esfuerzo personal y los olementos naturales. Las gentes, puestas en la dis'– yuntiva de cultivar la tierra o morirse de, hambre ,se vieron obligadCls a lo primero, aunque sometídCls a tre– mendas privaciones, ya que el rendimiento de sus esfuer– zos y el de lo tierra no podíon bostClr a la movilización comercial. Es el largo período de formoción del capi– tal -siglos XVII y XVIII- durClnte el cUClI se oyen las voces desalentadas de Villa Ita, Vásquez y TélleZ', La Ha– ya y Fernández y Florencio del Castillo. Rodrigo Facio se da cuenta de este hecho al afirmar: "que el único verdadero organismo permanente de p'roducción que se formó en la Colonia, fué... el constituido para suplir los
4
artículos de necesidad inl)1ediClta de la población" Es sólo cuando los labriegos de las haciendas de la Meseta Central "producen caña de azúcar, frijoles, papas, trigo, maíz, zarza, legumbres, crían ganado vacuno, caballar y porcino, y establecen ciertas industrias primitivas deriva– das de la caña de azúcar y del maíz y el trigo, tales como las del dulce, la harina y I.os bizcochos", que apa– rece el capital, factor indispensable en el desarrollo eco– nómico, etapa superior que inicia, mediante un sistema distributivo justo la prosperidad y comodidad de los Ctsociados.
Deteniéndonos a considerar esta época en la cual el trabajo y la naturaleza llevan al individuo a una vida de durua y privaciones sin cuento, es fácil reconocer las modalidades que de ella derivaron nuestros bisabuelos, ejerciendo una influencia poderosa en nosotros, por la herencia.
Si hay algo que dé valor a las cosas es la carencia de las mismas. Esta ley que se realiza constantemente en el campo de la economía, halla también exacto cum· plimiento en muchos otros aspectos de la vida humana, razón por la que el hombre luchador suele ser económi– co, conservador y estimador de sus bienes. Nuestros an– tepasados formaron hábitos de economía y valoración dentro del circulo estrecho de su ambiente, y del hábito de la economía material pasaron al de la economía es– piritual. Se dieron cuenta de que sus brazos y la tierra no bastaban para constituir un estado de cosas acepta– ble; de que urgían conocimientos, independencia espiri– tual y física, medios de comunicación y orden estatal; por todo ello lucharon ambiciosos, tenaces, siendo a la veZ' reaccionarios y avanzados, según se conservara o adquiriera el tercer elemento que hacía falta a su orga– nización: el capital. A tales apreciaciones y necesidades corresponden las virtudes y defectos de nuestros mayores:
105 del lipa semíagreste, por su dureza, tenacidad cons– tancia, economía, morigeración e individualismo psicoló– gico, y los del tipo semiurbano, por lo que de liberClI, respetuoso, hidalgo, llano, hospitalario, honrado, legalis– ta y progresista tiene.
La organización de la propiedad a base del mini– fundío es la culminación de esta primera época de sorda lucha con la naturaleza virgen. La Independencia y la Inmediata organización política del país aparecen como consecuencia del tercer elemento señalado; de entonces acá todo se estructura y desenvuelve bajo el impulso creciente de la tierra, las energías del hombre y del ca– pital.
La segunda época duró bien poco, un cuarto de siglo cUClndo más. Es lb época de la hacienda, o mejor dicho, de la actuación del capital, cuando "en sus dos terceras partes la población se compone de terratenien– tes. Casi todo hombre tiene su finca, sus mulas, sus bueyes, sus gallinas, sus cerdos y su plantación de caña de azúcar o de café". Las necesidades de todo género que caracteriz,an al período anterior, al introducir el ca· pital en el complejo económico, dan nacimiento a la producción de principios del siglo pasado, producción encaminada a satisfacer la demanda interna; pero bien pronto, por la acción de fuerzas extrañas a nuestro oro ganismo económico, se perfila el café como única pro– ducción, olvidándose las necesidades internas, con lo que se origina la tercera época: la de la exportación en gran– de del café y la importación también en 9ran~e de 101
artículos de primera necesidad.
This is a SEO version of RC_1967_11_N86. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »