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« Previous Page Table of Contents Next Page »hemos visto lo reducida que es, parte por deficiencias de su organización, parte por causas extrínsecas, entre las cuales descuella la econ6mica. Niños huérfanos que deben trabajar desde su más tierna edad, padres en– fermos, incapacitados para ganarse el sustento de sus hijos, familias numerosas con escasas entradas, pésimas vías de comunicación que aislan el hogar y la es(:uela, enfermedades, hereditarias o adquiridas, que cuentan en su favor la desnutrici6n y la carencia de medicinas, há– bitos de rutina, incomprensión y menosprecio del minis– terio educacional, venidos de 105 vieios que lamás hi– cieron palotes ni adivinaron su utilidad; toda una por· ción de cosas y de hechos engendrados por la desvalori– zación económica de 105 desposeídos de la tierra, que son legi6n, imposibilita la cultura y con ello la reden– ción que debe operarse mediante la aceptación cons– ciente de los propios derechos y deberes y de las causas que se oponen a su plena realización. Hay quienes se lamentan de que nuestro campesino padece frialdad e indiferencia por todo idealismo sano, iuzgando que por naturaleza es así; olvidan éstos que la causa es mera– mente artificial, originada en el hecho de que el trabajo forzoso, continuo y duro en un hombre mol alimentado, atrofia sus facultades mentales y morales, a más de que la monotonia de nuestras labores tradicionales im– posibilita el desarrollo de la curiosidad en un sentido armónico y variado, haciendo al Individuo '1nilateral y terco en sus afirmaciones. A esto 50 debe en buena parte la deformaci6n que sufre el carácter del jornalero por lo que tiene de sumiso, indefenso, imprevisor y ru– tinario, aunque, por otra parte, conserva una línea me– dia de sobriedad -las más de las veces forzada-, in– tegridad, hidalguía y honor, bastante distinguida como remanente de la época anterior, hábilmente explotada porquienes extienden sus dominios parapetados en es– tas virtudes que hacen preferir al campesino su integri– dad moral al alzamiento revolucionario.
El gamonal creado por el proceso latifundista, al concentrar la pequeña propiedad en pocas manos, es un antiguo propietario que ha ido desbordando su indi– vidualismo en proporción a su creciente influencia eco– nómica, alcanzando en muchos casos un grado intole– rable, sobre todo cuando ha logrado eiercer alguna en el ombiente urbano por sus aportes monetarios a las campañas politicas, su prestigio de hombre prudente, bien o mal fundado, que le permiten decidir en muchos asuntos de la vida comunal, y sus aportes para finan– ciar las construcciones de la iglesia del pueblo. A la inversa de lo que ocurre en el jornalero, este individualismo crea un estado psicol6gico especial que consiste en creer un hecho natl,lral la posesi6n de ex– tensas zonas de cultivo y la explotación de las peona– das que las trabajan. El hombre que nace y muere rico iuzga que ello obedece a relaciones sociales constantes, justificando sus actos mediante la superestimación de si mismo y la subestimación del pobre, consintiéndose fá– cilmente, fríamente, lo agresión de 105 derechos más ele– mentales del prójimo, negando la justa remuneraci6n, las condiciones higiénicas y morales del trabajador, en la convicción de que s610 él puede gozar derechos, pla– ceres, respetos y atenciones; se repite lo ocurrido en la sociedad antigua, aunque bajo formas atenuadas, cuan– do se proclama por boca de su máximo pensador que el hombre nace naturalmente libre o esclavo: un hecho
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constante. da la impresión de lo absoluto, de lo inmuta– ble, predisponiendo a su justificaci6n, siquiera sofística– mente, por la necesidad de conservar un aparente equi– librio moral y mental.
Es decir que el egoísmo, remate forzoso de la om– nipotencia económico al pretender la super-independen– cia física, moral y política, forma como un pedestal, lo suficientemente elevado para dar la sensación de supe– rioridad, y se crea así ese complejo del gamonal que hace consistir su superioridad en la exhibición chillona de sus haberes, convencido de que con ello se impone a 105 demás. En el fondo se palpa el vacío moral pro– ducido por el predominio de la pasión egoísta por ex– celencia, la ambición, vacío que nunca se harta de cau– dales, pero que engaña al tacaño con la creencia de que atesorando libera al yo de la competencia econó– mica, por la impotencia de [os desposeldos; de la com– petencia política, por el predominio de los intereses de la minorío que absorbe los organismos estat!lles me– diante la influencia del dinero, la desmoralización de 105
gobernantes y la propoganda a sueldo que crea y diri– ge la opinión pública, creando el mito liberal capjtalis– to; y finalmente, de la competencia intelectual y moral, al hacer descender el nivel cultural a la altura ruin de sus almas, incClpacitando e impidiendo por el proceso econ61nico que 105 sostiene, todo adelanto y superación; danclo la sensación, en fin, de que el cielo vigila sus haberes y personas en recompensa de sus contribuciones para el sostenimiento del culto
El tipo intermedio aventaia por su situación a los anteriores. Goza de independencia y puede defenderse más ventajosamente que el simple jornalero, en propor– ción a su independencia económica. Suelen asociarse en polítiCa a 105 propietarios mayores, contribuyendo de mil maneras a los gastos de [as campañas políticas, con lo que no sólo impiden la absorción de su indepen– dencia económica sino que también logran ejercer enor– me influencia en los asuntos de. la aldea, aun cuando su candidato no haya obtenido leI victoria, cosa harto relra en los últimos años. Sin embargo, en ellos vive un egoísmo abllsivo que suele manifestarse en aquellos que viven del comercio aldeono cuando las circunstancias son propicias; son especuladores que tratan de enriquecerse por todos los medios posibles. Se diferencia de 105 ti– pos anteriores en que conoce el manejo capitalista, lu– chando con las mismas armas con que obtiene sus triun– fos el gClmonal, animado por una constancia, despojo mental y habilidad comerciell que le ponen a salvo de caer en el mito de la impotencia, de la natural inferiD– rielad con respedo al gran acaparador.
La influencia de la constifuci6n económica rural se manifiesta en olros fenómenos de índole moral. El ma– trimonio, la fidelidad conyugal, los divorcios y adulte– rios, son influídos muy de cerca por el empobrecimiento creciente del pueblo. Es indudable que hechos de or– den puramente moral determinan, sobre todo, tales fe– nómenos, pero a nadie puede escapar, por eiemplo, que un salario subvitClI contribuye poderosamente a la quie– bla de las relaciones permanentes del hogar. La mise– ria imposibilita la arll10nía de caracteres, el buen ánimo, la tolerancia mutua, pues perturba las relaciones psico– fisiológicas y obliga a quiebras violentas o convenciona– les, cOmO oculJe con las familias que colocan sus mient–
b. os en distintas casas a fin de que cada uno cubra sus
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