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« Previous Page Table of Contents Next Page »una vez obtenida la respuesta, dijo: "pues bien, iremos a ella de frente, y designo a mi amigo más íntimo, Capitán Agustín Avilés, para tomarla, al paso que tales y cuales jefes sostendrán por tales y cuales puntos al asalto". A las 8 a.m. empezó éste -agrega Boza-. La empreSa del Capiián Avllés era la más ardua. El general Urie– techo marchó con el Capitán Avilés paso a paso, y se le oía decir: "Ni un solo :liro Agustín, (así lo :lrataba en la intimidad); una carga heroica hasta tomar la :lrinchera y luego escalarla: los tiros vendrán cuando ustedes brinquen el recin~o ~e la plaza"; y al asegurarse. cuando ]/'';' se avistaba el enemi!¡o, le g~itó: "piensa, Ag~stín, que todo depen de de :11; piensa en tu honor y en el de tu familia y sobretodo en los lindos olaS de las granadinas que van a contem plarte". La carga jue soberbia. El Capitán y sus cienhombres llegaron a la trinchera y se entabló allí una 11.1
ch<l terrible.
El General la presenciaba desde una altura muy inmediata y enviaba refuerzos para sostenerla. De ¡'epente se apodera, sin saberse cómo, de los bravos asaltadores un mo~ento de debilidad. como asustados de su propia auda. cia. y raÍl'oceden. Más rápido que el rayo el General se hallo entre los suyos, sable en mano, conteniendo aquel principio de fuga. Hizo prodigios, pero todo inútil. El pánico se I;abía apoderado de sus soldados, y admirando al G.eneral. y aún vivándole, se precipitaban en tropel en la fuga. Como se salvó el General de aquel inminente peli– gro? Nadie lo sabe. Estaba al pie de la trinchera enemiga y montaba un caballo tordillo que servía de mejor blanco a los tiros del enemigo. y llovian balas a su derredor como una granizada. Tanto valor fue inútil, y el General tuvo que retirarse. Aquella derroia se consideraba como el golpe de mayor audacia de parte de los vencidos, y por mu cho tiempo se le llamó al General, en son de catiño, el vencido de "Chacoyos·'. 7 - MAYOR GEN;ERAL DEL EJERCITO CON EL PRESIDENTE ADAN CARDENAS
En 1885 siendo Mayor General del Ejército duran:le la adminis:lración del Dr. Adán Cárdenas. se hi:¡o cargo del ejérCito nica~agüense en ocasión de la guerra centroamericana provocada por el Gral. Juslo Rufino Barrios Boza– que fue uno de sus secretar~os, cuenta que jamás hab~a visto brillar en ~ más alto grado el d?n de m~ndo. la labo– riosidad y la rapídez que en el. El resto de sus secretarios en esa campana, de la que ha dejado un tnfonne muy detallado. fueron el Teniente Coronel y Lcdo. don Pedro Gonzále2l, el Coronel dan Manuel Riguero de Aguilar -de origen español- y el Capiián Carlos E Salcedo, joven peruano casado en Nicaragua. Todos ellos jueron tesUgos de las aptitudes de organizador y tácticos del Gral. Urtecho. Un párrafo del mismo Boza describe con exactitud su figura militar de aquellos días:
Todos conocen aquí al General Urtecho. Tiene él la fortuna de hacerse popular donde quiera qUe va. como otros la desgracia de hacerse impopulares. Es de carácter dulce, afable, generoso, accesible siempre, sin sospechar en él las cu~lidades del guerrero; inteligente y modesto hasta hacerse huraño. Pues bien. llin dejar de ser todo esto, se transformó ~I HOMBRE EN LA GUERRA; Y entonces tiene la VOl!' imperiosa del mando, )a palabra breve, )llJ vo– luntad más inilexible y el carácter más incansable; 'se hace cuidadoso del soldado. par:licularmente en el le'~ho del do lar, cual padre amantísimo de sus hijos. Es valiente hasta la temeridad.
8.- CO~ISARIO DE LA REPUBLICA
En 1888 fue nombrado Comisario de la República en la Reserva Mosqui:lia y su actividad, puede decirse. preparó el terreno por la vía diplomática para, la remcorporación da ese territorio. Anteriormente, desde 1870, había sido Go– bernador e ¡ntendente de San Juan del Norte cuando este puerto tenia mUGaa importancia. Desempeñando ambos cargos su pteSenClll! fue beneficoísa para esa región. Habilitó con mejores leyes y reglamentos el puerto libre de Ra. ma que llegó a ser, poco tiempo después, un rico centro bananero. El pueblo, agradecido, adoptó como patrón a San Isidro Labrador para rememorar y perpetuar su nom.bre. Subvencionó al vapor CARAZO coro 2.000 pesos men lmales para q\le tuficase regularmente en:lre el Rama,Cabo Gracias a Dios, Bluefielcls y San Juan del Norte. E hizo puerto de entrada a Corn Island que esfuvo al mando de un jefe de policía con junciones de agente fl.cal y Juez Civil.
9 - CON LOS INDIOS MOSQUITOS
De SU experiencia en esa zona nació su serie de artíCUlos sobre las "Costumbres de los Indios Mosquitos" publi. cados de 8gosto a septiembre de 1906 y una "Una Reseña de la Costa Mosquitia", inédlca aún. fechada en San Juan del Norte en marzo de 1888. Este trabajo es más bien un "Bosquejo Ril;tórico" de la misma costa sobre '1a topogra– fía. suelo, cllma nativos" de eUa extraída de va.rias obras publicadas desde 1710, como el VIAJE ALREDEDOR DEL MUNDO de Dampier y del Informe hecho en 1751 de Roberí Rogson.
10.- EN DUELO CON RAN RUNNELS, CONSUIJ DE LOS ESTADOS UNIDOS
En San Jua;n del Norte fue invitado un 4 de julio a la conmemoración de un aniversario más de la Independen_ cia de los Estados Unidos
pOI,' el Cónsul Han Runnels, antiguo pistolero del Oes:le, del que fue luego gran amigo. En una semblanza que escribió el General sobre Manuela LópeZ', esposa de Runnels, narra esta anécdota que ha trans– crito Gabriel Urcuyo Gallegos:
Se la antojó decir a alguno en la mesa que todos los presentes debíamos expresar un pensamiento en la forma de brindis, y al llegar mi turno, exitado un poco por las continuas libaciones exigidas, dije que deseaba que el águi la norteamericana nos cubriese con sus alas, Dero que no nos clavara sus garras. El Cónsul. tan exilado por el licor como yo y colno todos los que estábamos allr. se dio por ofendido y pidió inmediata sa:lisfacción. Yo expliqué que no fenía intención de ofender So la nación americana; que lo que quería expresar era el deseo de ~ nos tratara siempl,'e como hermana mayor y jamás como enemiga. No se dio por sa:lisfecho y yo no pude hacer más. Se acabó la. comida y al desafío debia verificarse al día siguiente. Tenía el Cónsul la reputación de un gran tirador a pistola, de tal manera que a cietta distancia podía meter una ball! en la boca de una botella: y yo la habilidad contraria, de no acertar a la misma distancia, ni a un buey. Pero había que a~eptar las cosas como se presentaban Nombré por padrino al Coronel Gutiérrel: y a un primo mío que también había sido invitado a la fiesta, exigiéndoles solamente que la dis:lancia dal tiro se redujera a cinco varas, dada mi desventaja de tiradq>-
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